Sobre esa plataforma, las ligas más poderosas económicamente compran a su antojo futbolistas, las cadenas de televisión dedican horas y horas a debates y charlas no siempre interesantes periodísticamente, mientras toda una maquinaria de publicidad nos vende a cada segundo que si no estás o conoces del fútbol es como si no vivieras en este planeta.
Y en ese drama del todo o nada, al margen de la sobrada calidad, se requieren héroes y novelas de vida. En los últimos 15 años, dos jugadores han sido el centro preferido para llevar a límites insospechados lo anterior: el argentino Lionel Messi y el portugués Cristiano Ronaldo, o lo que es lo mismo Barcelona-Real Madrid. Son imanes de venta garantizados e importa tanto los goles asombrosos del primero, como sus impagos al fisco o si el hijo del segundo lo saluda en una ceremonia. La capacidad rematadora del delantero madrilista se potencia en imágenes y comentarios a la par que cada cambio de peinado o amoríos anteriores salen a la luz por un periodismo que apuesta al sensacionalismo y a dividir opiniones. ¿A cuál equipo le vas: Barza o Madrid?
Una Copa Mundial, evento cumbre cada cuatro años, es lo único que desplaza en atención el consabido clásico español, convertido ya en un clásico mundial como producto líder. Y los medios hablan desaforadamente que se paralizan naciones, metáfora que ni en la propia España es cierta, aunque eso no resta que cada duelo arrastra millones de televidentes en todo el mundo por par de horas.
¿Es fatal o perjudicial este fenómeno que pudiéramos denominar doping azulgrana? ¿Se puede reducir el rodar de un balón en todas las ligas del planeta a este apasionado enfrentamiento en el Camp Nou o Santiago Bernabéu? ¿Hasta que punto ha sido todo construido por la coincidencia en época de dos astros, incluso por la presencia también de técnicos como José Mourinho, Pep Guardiola o Zinedine Zidane?
Lo real y maravilloso de este análisis es que vacunarse contra tanto fútbol parece fácil, lo difícil es hacerlo cuando se trata de los dos mejores equipos españoles. Y sin percatarnos en nuestras mentes conocemos y hablamos de otros jugadores y formaciones de Inglaterra, Italia, Alemania, Holanda, Argentina, Brasil, Francia, entre otras, pero terminamos reconociendo la adicción por el Barcelona o Real Madrid.
Con parafrasear a Eduardo Galeano pudiéramos encontrar una luz. “Ellos alegan inocencia y tienen razón”. Nosotros somos las máquinas que casi no podemos vivir sin ellos. Reflexionemos.