Todas las experiencias de arte son nutritivas. A veces son búsquedas que operan en los códigos de expresión, otras tienen que ver con la materialidad misma del producto artístico que se elabora, y hay casos en los cuales lo que cuenta es hallar un modo nuevo de dialogar con los públicos.
Para el reconocido pintor Manuel López Oliva (Manzanillo, 1947), “trabajar en el vitral-mampara y los vitrales-lámparas, junto al maestro artesanal de ese género, Francisco Javier Suáres, y su muy capaz y sensible ayudanta, constituyó un momento de aprendizaje y hallazgos singular. Tuve que adecuar mi modo de estructurar las visiones, las texturas y formas, colores y signos figurales, a una técnica no trabajada por mí antes, añadiéndole líneas sueltas y trazos acentuados mediante instrumentos que se colocan a mitad de camino entre el pincel chino y el plumón”.
El también prestigioso crítico de arte (Premio Nacional de la Crítica Guy Pérez Cisneros, 2000), enfatizó que “cuando trabajaba pensaba que ese otro hacer vitral no tenía nada que ver con el enorme que en el año 2008 realicé en SECRISA, para colocar en la fachada del teatro Bayamo, de esa ciudad granmense”.
En tal sentido dijo que al asumir es reto “recordaba los vitrales góticos vistos en Europa, los vidrios policromados del Art Nouveau praguense, las experiencias cromáticas en cristal de de Fauves y Nabis, el vídrio soplado italiano, los vitrales basados en obras de Amelia Peláez y Portocarrero, muchísimo del arte del mundo que se sostiene en las transparencias colorísticas de disímiles creadores del siglo XX.
“No olvidé tampoco —agregó— la catedral francesa de Le Corbusier. Laura —de profesión formativa como teatrista y teatróloga—, una de mis asistentes profesionales actuales, quien me ha salvado el espíritu y el deseo de crear, me acompañó en ese encuentro con la magia de los cristales recortados, montados, repintados, y concebidos para disponer en una vieja estructura de mampara a la que hubo que eliminarle el brillo diulzón que tenía. Fueron días de alquimia y diseño, de gozar la técnica no dominada y acentuar cierto acento expresionista a formulaciones visuales cuyo sentido es hedónico, lírico, muy sensual y destinado a crear un ámbito de belleza pictórica cristalina en el espacio para el cual decidan adquirir el conjunto”.
La exposición donde se presentarán estos atractivos trabajos será inaugurada el viernes 3 de mayo, a las 4 de la tarde, en la galería Manos, de la Asosiacion Cubana de Artesanos Artistas (Acaa), en Obispo entre Compostela y Aguacate, La Habana Vieja, “donde podrán disfrutar, dentro de la muestra de Francisco Javier Suárez, del resultado de esa aventura vitrálica. También podrán apreciarla en días posteriores”, apuntó López Oliva.