Es un asunto que para abordarlo con objetividad se las trae, ya que tiene muchas aristas de influencia, y como se ha reiterado, resulta difícil de resolver, pero a la vez requiere de medidas que permitan disminuir el peso que significa para las familias cubanas.
Razonamientos muy acertados se los he escuchado varias veces a Ulises Guilarte De Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), cuando al considerar el planteamiento más reiterado durante el proceso orgánico del XXI Congreso de esa organización, ha afirmado que el problema no responde solo a los bajos salarios, sobre todo en el sector presupuestado, en el cual labora el 49 % de los trabajadores del país, sino también del poder de compra que tiene la moneda debido a los elevados precios de los productos y servicios, por lo que debe existir una correlación más armónica entre ambos.
Al intervenir en el balance anual del trabajo realizado el pasado año por el colectivo de este periódico, aseguró que “no resultará suficiente subir el salario nada más”, pues si hoy se aumentara no daría la respuesta que la gente necesita debido a que no tiene capacidad de compra por el elevado costo de productos esenciales.
Instó a “fijar correctamente las posiciones” y no dejarse llevar por el entusiasmo. “Tenemos que formular una posición con rigor y bien argumentada y buscar variantes en el campo de la distribución”, precisó.
Hay quienes se pasan demasiado tiempo mirando hacia atrás y recordando la década de los ochenta del pasado siglo, cuando con lo que se ganaba quedaban resueltas la mayoría de las necesidades básicas de cada quien y sus familiares, salvo excepciones. Pero las cosas han cambiado y el presente tiene otras características. Las lamentaciones nada resuelven.
La Constitución que acaba de ser proclamada señala en el artículo 31, en uno de sus párrafos: El trabajo remunerado debe ser la fuente principal de ingresos que sustenta condiciones de vida dignas, permite elevar el bienestar material y espiritual y la realización de los proyectos individuales, colectivos y sociales. Y el 65 plantea: Toda persona tiene derecho a que su trabajo se remunere en función de la calidad y cantidad, expresión del principio de distribución socialista de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo.
Lo refrendado en la Carta Magna deviene notable reto para su materialización, pero con seguridad será atendido con la prioridad debida.
Como hemos abordado en otros materiales periodísticos, persisten también brechas relacionadas con el tema, por ejemplos, la no siempre adecuada aplicación de los sistemas de pago y su análisis oportuno e imprescindible con los trabajadores y la desaparición, sin justificación alguna, de los estudios de organización del trabajo y la normación de las labores.
La dicotomía existente, inclusive en el sector empresarial, en el cual se ha registrado cierta mejoría, ha provocado y provoca un éxodo notable de personal calificado, fundamentalmente hacia las cooperativas no agropecuarias y las actividades no estatales. Hoy es fácil, como me ocurrió en estos días, encontrar a una licenciada en Derecho laborando en un gimnasio y a un ingeniero industrial, en una pizzería.
Es evidente que cualquier decisión económica o financiera resulta difícil, máxime en nuestras condiciones. Pero cada día, salarios y precios van de la mano en una suerte de descompensación compleja de afrontar por las familias cubanas y que, como es conocido, está en el centro de la preocupación de quienes pueden y deben decidir sobre ese asunto.