La nación cubana vive momentos trascendentales, mirando al futuro pero con los pies bien puestos sobre la tierra y el pensamiento estrechamente vinculado a una historia que nos enaltece.
Y en esa conjugación de pasado y presente el mes de abril adquiere especial significación.
Así se demostró el 10 de abril en que el General de Ejército Raúl Castro Ruz proclamó en acto solemne la nueva Constitución, en la misma fecha en que los patriotas cubanos aprobaron en Guáimaro hace 150 años nuestra primera Carta Magna, porque la actual, como señaló el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, es continuidad de aquella aprobada en 1869, “en tanto salvaguarda como pilares de la nación la igualdad e independencia de la Patria”.
Los riesgos que enfrenta el país hoy son similares a los que se alzaban ante los luchadores independentistas, quienes conscientes de que les esperaba una dura batalla contra el poderoso ejército colonial español, no dudaron en concebir una república antes de conquistar la libertad. Y es que los revolucionarios cubanos en todas las épocas han demostrado su capacidad de sobreponerse a la adversidad y de pensar en el porvenir.
Esa conjugación de pasado y presente se evidenció cuando José Martí, en tributo a la Asamblea de Guáimaro, escogió otro 10 de abril como fecha fundacional del Partido que conduciría la Guerra Necesaria de 1895, la cual se proponía impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extendieran por las Antillas los Estados Unidos y cayeran sobre nuestras tierras de América.
La historia recoge ya este 10 de abril del 2019 como el momento en que los cubanos nos dotamos de una nueva Constitución, después de un colosal proceso de consulta que involucró a millones de ciudadanos y tras un Referendo que arrojó un Sí abrumadoramente mayoritario. Es un texto, como expresó Raúl, que garantiza la continuidad de la Revolución y la irrevocabilidad del socialismo y sintetiza los ideales de quienes han luchado por una Cuba soberana. Es además, subrayó, una Carta Magna hija de su tiempo, que refleja las circunstancias históricas y tutela jurídicamente los cambios para un socialismo más próspero, sostenible, inclusivo y participativo, un texto que fortalece e institucionaliza el Estado revolucionario, enfatizó.
Tal vez en el mundo no entiendan que una nación pequeña y asediada como Cuba se proponga realizar las transformaciones tan profundas que se derivan de la puesta en práctica de los preceptos de la Constitución recién aprobada. Asumiremos el mandato de cambiar lo que tenga que ser cambiado, expresó el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pero lo que no cambiará será nuestra actitud ante los que sostienen la espada contra nosotros y no aceptamos leyes sobre nuestros destinos que están fuera de la Constitución, dijo, porque en Cuba mandamos los cubanos.
Los desafíos actuales serán analizados en este mismo mes de abril en otro escenario que por su participación y profundidad de análisis durante todo un año, desde las bases hasta sus sesiones finales, merece el calificativo de trascendental: el XXI Congreso de la CTC.
Durante su proceso orgánico, los trabajadores, como principales protagonistas de nuestra sociedad, han aprendido a descubrir las reservas que existen en cada lugar para elevar la eficiencia, el ahorro, la sustitución de importaciones y aumentar las exportaciones, elevar el papel de la empresa estatal socialista, incrementar las producciones locales, entre otros aspectos de los cuales está urgida la nación para poder avanzar, a los que el cónclave prestará especial atención, sin dejar de abordar cuestiones de funcionamiento y liderazgo de la organización y responder a las preocupaciones de los afiliados.
“No vamos a un Congreso de consignas y exhortaciones, aseguró el secretario general de la CTC, Ulises Guilarte De Nacimiento, sino de realizaciones, compromisos y demostraciones para lograr el socialismo próspero y sostenible al que aspiramos”.
Y no podíamos soslayar otro gran acontecimiento ocurrido en abril de 1961: la agresión mercenaria por Playa Girón, orquestada por Estados Unidos contra Cuba. El 15 de ese mes, ocurrió el preludio del ataque, con el bombardeo a los aeropuertos de Santiago de Cuba, San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad, para destruir en tierra la aviación cubana. La historia recoge el gesto del joven artillero Eduardo García Delgado, quien herido de muerte por la metralla enemiga, escribió con su propia sangre, el nombre de Fidel, como expresión postrera de lealtad a la patria y su líder.
La derrota de la invasión fue, expresó el Comandante en Jefe, “una gran escuela para el pueblo cubano que aprendió a no tener miedo al enemigo”. Por eso hoy no nos intimidan ni la ley de la esclavitud, como merece llamarse la Helms-Burton, ni las amenazas del cavernícola inquilino de la Casa Blanca. Abril nos seguirá inspirando.