Este sábado no va a caber un alma en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso: Carlos Acosta, gran estrella de la danza universal, regresará al escenario de tantas veces para bailar, quizás por última vez en su carrera, escenas de su propia versión de Don Quijote, creada hace unos años para el Royal Ballet.
Pero ahora el célebre bailarín viene acompañado de su propio elenco: la compañía Acosta Danza, que fundó y dirige hace tres años en Cuba, presentará durante dos fines de semana la temporada Tributo, que incluye una selección de piezas emblemáticas de la danza sobre puntas.
Es el homenaje que le rinde Acosta a dos de sus más queridos maestros: la cubana Ramona de Saá, quien confió en él cuando comenzaba su carrera y le abrió por primera vez las puertas al reconocimiento internacional; y el británico Ben Stevenson, quien lo contrató para el Houston Ballet, compañía con la que comenzó su meteórica carrera en los grandes teatros del mundo.
Carlos Acosta afirma que ellos dos son sus grandes “salvadores”, refiriéndose a los muchos obstáculos que enfrentó en su formación.
Por ellos y para ellos, el bailarín ha decidido hacer una excepción en su retiro de la danza clásica para protagonizar, al menos por un día, una coreografía particularmente demandante: el muy popular Don Quijote.
En Acosta Danza confluyen bailarines formados en la técnica académica y en la de la danza moderna. Los segundos han tenido que hacer un esfuerzo para asumir, sin concesiones, un repertorio exigente: desde La Sílfide hasta el Majísimo de Jorge García.
Se bailará también una singular creación de La muerte del cisne.
Todo un reto para una compañía que, durante estos años, ha interpretado fundamentalmente obras de la llamada danza contemporánea.
Pero Carlos Acosta cree que el bailarín del siglo XXI tiene que estar preparado para bailarlo todo. Y para eso se trabaja en Acosta Danza.
Las funciones tendrán lugar este sábado y domingo, y desde el jueves de la semana próxima.