Sí, fue un jonrón justo, largo y suficiente para mandar a las gradas el tráfico humano de peloteros cubanos y el negocio ilícito y corrupto que florecía en la estructura profesional del béisbol estadounidense. No estaba condenado a morir desde su nacimiento el 19 de diciembre del 2018 como muchos especulan ahora. Estaba destinado a crecer desde la inteligencia y el talento.
El Acuerdo entre la Federación Cubana de Béisbol (FCB) y la Major League Baseball (MLB) pasaba por un campo minado, pero no debía morir con un ponche. Y mucho menos propinado por Donald Trump, Marcos Rubio y John Bolton, políticos con la cara bien dura en cuanto al compromiso con el pueblo estadounidense y con poco que ver con el mundo beisbolero.
Una y otra vez habrá que volver al inicio y no al supuesto final de esta historia. La negociación de casi tres años respondía a organizar la llegada al circuito de más alto nivel de nuestros jugadores sin que otro Yasiel Puig estuviera a punto de morir por el cartel mexicano Los Zetas; nadie necesitara comerse la página de su pasaporte como lo hizo José Dariel Abreú en un avión o simplemente no pudiera ser secuestrado como Leonys Martín por contrabandistas inescrupulosos.
Con más de una amenaza de Marco Rubio tras la firma del documento por ambas partes aquel día memorable del último mes del pasado año, el Acuerdo se concretó y gateaba con seriedad a partir de la licencia otorgada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro a la MLB en el 2016, bajo el gobierno de Obama, para celebrar un acuerdo con la FCB.
Según un amplio reportaje de los periodistas Dave Sheinin y Karen De Young aparecido en The Washington Post el mismo día que se firmó el Acuerdo, “los oficiales de la MLB estuvieron en contacto frecuente con la administración de Trump en las semanas y meses previos al anuncio, y confirmaron con la OFAC que la licencia aún era válida. A pesar del rechazo de la administración, la MLB cree que vale la pena seguir adelante con los beneficios humanitarios del nuevo acuerdo”.
El propio material de la prestigiosa publicación cita a Joe Kehoskie, consultor deportivo y ex agente de béisbol o representante de varios jugadores cubanos, quien definió lo alcanzado como “un jonrón” para ambas partes. «Cuba obtendrá una ganancia financiera inesperada, mientras que MLB terminará con los titulares relacionados con el contrabando, así como con un proceso de firma mucho más estructurado y controles de costos adicionales».
Por su parte el Comisionado de la MLB, Rob Manfred, durante una entrevista a ESPN en el juego de exhibición celebrado en La Habana con motivo de la visita de Obama a Cuba en marzo de 2016 promocionó esos esfuerzos y dijo: «La clave para nosotros es salir de una situación donde tenemos tráfico de personas y peloteros que asumen riesgos que simplemente no son aceptables para nosotros”.
El primer paso para la concreción real del Acuerdo llegaría hace unos días, el pasado 2 de abril, cuando la FCB cumplió la primera parte de lo pactado al hacer pública la lista de 34 jugadores amateurs (los llamados agentes libres con restricciones, menos de 25 años y sin llegar a seis temporadas), la cual fue entregada a la oficina del Comisionado de la MLB para ser repartida a los 30 equipos y con posterioridad comenzar las evaluaciones requeridas por los scouts.
La soberbia de los políticos no demoró. A la campaña inflamatoria de Marco Rubio se unió ahora el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton, que en su cuenta de twitter apostó por una afirmación ridícula: “Cuba quiere usar a los jugadores de béisbol como peones económicos, vender sus derechos a las Grandes Ligas de Béisbol. El pasatiempo nacional de Estados Unidos no debe permitir el apoyo del régimen cubano a Maduro en Venezuela”.
¿Qué tendrá que ver la situación en la hermana Patria de Bolívar y Chávez con el pasatiempo nacional de Estados Unidos? ¿Es que acaso el segundo negocio de mayor ganancia deportiva del mundo (La MLB genera por temporada alrededor 11 mil millones de dólares) se había lanzado sin tener en la mano una licencia concreta? ¿Por qué esta Cacería de Brujas rubricada al béisbol cubano y específicamente al Acuerdo?
Le escribimos para informarle sobre la aplicabilidad de una licencia general según el Reglamento de Control de Activos de Cuba, 31 C.F.R Parte 515 (CACR), a las actividades de la Oficina del Comisionado de Grandes Ligas de Béisbol (MLB).
En septiembre de 2016, el Departamento de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de la Tesorería de los EE.UU. proporcionó orientación por escrito a la MLB con respecto a varias actividades propuestas que involucran a Cuba y la Federación Cubana de Béisbol.
En particular, la OFAC indicó que ciertos pagos de la MLB a la Federación Cubana de Béisbol fueron autorizados por una licencia general que se encuentra en la sección 515.57 (e) de la CACR.
El CACR administrado por la OFAC prohíbe a todas las personas sujetas a la jurisdicción de los Estados Unidos comerciar con bienes en los que Cuba o un ciudadano cubano tengan intereses, salvo que estén autorizados o exentos.
La Sección 515.571 (e) del CACR autoriza las transacciones relacionadas con el Patrocinio o contratación de un nacional cubano para trabajar en los Estados Unidos en un estado de no emigrante o en virtud de otra autorización de viaje por parte del gobierno de los EE. UU. o contratación de un nacional cubano.
A la luz de los hechos que se nos presentaron recientemente, y luego de consultar con el Departamento de Estado de los EE. UU., La OFAC determinó que los pagos de las Grandes Ligas a la Federación Cubana de Béisbol no están autorizados por la sección 515.571 (e) del CACR, porque un pago a La Federación Cubana de Béisbol es un pago al gobierno cubano.
Además, ninguna otra licencia general en el CACR autoriza estos pagos. Asimismo, los pagos de la MLB a la Federación Cubana de Béisbol están prohibidos a menos que estén específicamente autorizados por la OFAC. Si MLB desea hacer estos pagos, puede solicitar una licencia específica de la OFAC.
Más allá de la posición retrógrada, lo anterior pone al descubierto cuántos resquicios legales puede haber para que dos administraciones diferentes hagan cumplir una misma ley a su total conveniencia. ¿Ahora hace falta otra licencia? ¿Se anula de golpe y porrazo algo que ellos mismos reconocen entregaron? ¿Acaso los negocios que tienen líneas de aviación, cadenas de hoteles y otras entidades estadounidenses en Cuba no son directamente con el gobierno cubano? ¿Si el Acuerdo estipula cómo se debe utilizar el dinero que reciba la FCB por qué asociarlo que irá a parar a las arcas del estado cubano?
En una carta de enero del 2019 a los Departamentos del Tesoro y del Estado, la MLB describió una vez más el propósito del Acuerdo: “El objetivo es poner fin al peligroso tráfico de jugadores de béisbol cubanos que desean jugar béisbol profesional en los Estados Unidos”. Sin embargo, eso parece importarle bien poco a Trump y sus “coaches” de un juego que ha desangrado en más de 400 peloteros a nuestro país por vías ilegales, con alimento a la corrupción y la violencia.
¿Qué resta ahora? Dábamos por serio, seguro y no exento de obstáculos el Acuerdo con la MLB y en el que mucho tuvo que ver el apoyo del sindicato de jugadores de esa liga. La esperanza, la justa aspiración de nuestros jugadores de probarse en el mejor béisbol del mundo sin renunciar a su nacionalidad ni a vivir en Cuba recibió un ponche de Trump y sus compinches, pero un ponche de borrachera política y odio contra el que seguiremos peleando, porque el béisbol es a 27 out y nueve entradas.