El Día Mundial del Agua, que anualmente se celebra el 22 de marzo, protagonizó la jornada de hoy y final de la Convención Internacional Cubagua 2019 que tiene como sede el Palacio de las Convenciones y el recinto ferial de Pabexpo, ambos en la capital del país.
Con motivo de la fecha, Consuelo Vidal Bruce, coordinadora residente en Cuba del Sistema de Naciones Unidas, realizó una intervención especial, a la que asistieron los participantes en el evento.
Cubagua 2019 ha propiciado la realización de la Exposición de Tecnologías y Productos, el III Simposio Técnico-Comercial, el XIV Congreso Internacional de Ingeniería Hidráulica, el X Seminario Internacional del Uso Integral del Agua, el II Taller de Gestión Integrada de Cuencas Hidrográficas, el II Foro de Jóvenes Profesionales y una Mesa de Diálogo.
La clausura de Cubagua 2019 está prevista para la jornada vespertina.
Líquido imprescindible
El Día Mundial del Agua se celebra anualmente el 22 de marzo como un medio de llamar la atención sobre la importancia del agua y la defensa de la gestión sostenible de los recursos hídricos.
La celebración fue recomendada durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), de 1992, en Río de Janeiro.
Ese día es una oportunidad de aprender más sobre los temas relacionados con el agua y debe servir de inspiración para compartir los problemas relacionados con ese recurso esencial y adoptar medidas para su preservación.
El objetivo principal es llamar la atención sobre impacto que provoca el rápido crecimiento de la población urbana en medio de los fenómenos de industrialización, la incertidumbre causada por el cambio climático, los conflictos y los desastres naturales sobre los sistemas de abastecimiento.
Durante más de seis décadas, Cuba ha trabajado en el rescate de la voluntad hidráulica. El país posee más de 230 presas que acumulan nueve mil millones de metros cúbicos de agua, mientras que otros 300 millones están embalsados en micropresas.
Hoy, más de 10 millones 600 mil cubanos, equivalente al 97% de la población, tiene acceso al agua potable. Ese es uno de los índices más elevados de América Latina y también del mundo. Se trabaja cada vez más en el mejoramiento de la calidad, como garantía esencial para la salud de la población.
Cuando falta el agua
El agotamiento de los recursos naturales mundiales que se prevé, la urbanización, las migraciones, las nuevas formas de uso de los suelos, la crisis económica mundial y los cambios climáticos tendrán efectos considerables en los recursos acuíferos. Es indispensable una correcta gestión de estos, tanto para el desarrollo económico como para la producción agrícola e industrial.
Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y en aglomeraciones urbanas. El fenómeno de la urbanización, en particular la migración no planificada de las poblaciones rurales hacia las ciudades, va extendiéndose, al tiempo que numerosos estados carecen de la capacidad de ampliar sus servicios.
La sobrecarga de la infraestructura, que en muchos casos es vetusta y no logra satisfacer la demanda de agua, saneamiento y electricidad, origina muchas tensiones en la comunidad y, a veces, fenómenos de violencia armada. Esa tendencia persistente dificulta aún más la materialización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relativos al agua y al saneamiento.
En general, el agua da lugar a una relación de cooperación entre países que comparten recursos más allá de las fronteras, pero también puede ser la causa de conflictos, entre comunidades. La falta de agua puede exacerbar tensiones existentes y obligar a la población a migrar. En esas circunstancias, un proyecto de abastecimiento puede ayudar a aliviar la problemática. Así lo demuestran numerosas inversiones ejecutadas en Darfur, Yemen y Somalia.