Por: Orlando Oramas León
Andrés Manuel López Obrador cumplió sus primeros 100 días de mandato presidencial con alta popularidad y en camino de cumplir varias de sus promesas electorales, en particular la batalla contra la corrupción y la violencia imperantes en el país.
En este lapso se aprobaron reformas legislativas para ir por los recursos mal habidos, tanto en manos de los grupos criminales, como de exfuncionarios públicos y privados.
También se abrió camino en el Congreso la aprobación de la Guardia Nacional, uno de los ejes centrales de su propuesta para combatir al narcotráfico y sus carteles, y llevar la paz y seguridad a la ciudadanía.
En estos poco más de tres meses de labor el mandatario mantuvo una reunión matutina diaria con su gabinete de seguridad, seguida de ya la tradicional conferencia mañanera del presidente, expuesto así al escrutinio público.
Además mantuvo a paso forzado sus viajes y recorridos por diversos puntos de la geografía nacional, lo que le hacen pasajero común, y acumulando millas, en las aerolíneas comerciales tras decidir prescindir del avión presidencial.
El jefe de Estado y gobierno mexicanos recoge por estos días las tradicionales críticas de los partidos opositores tradicionales, y también de sectores empresariales que antes se beneficiaron de medidas macroeconómicas y sectores de influencia.
También tuvo en su contra a las llamadas calificadoras internacionales, que le dieron baja puntuación al país y contra las que arremetió por permanecer “calladas” antes actos de corrupción en el pasado.
Ello luego de que Standard & Poor’s degradara las perspectivas de la deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la calificación crediticia de México.
‘Se está castigando al país por la política neoliberal que se aplicó en los últimos 36 años, que fue un rotundo fracaso, sobre todo en los últimos años”, enfatizó.
Como en su discurso de toma de posesión, el gobernante fue enfático en su promesa de desmantelar el modelo neoliberal al cual responsabilizó por la corrupción enquistada en esa nación.
Puso como ejemplo lo ocurrido en Pemex, saqueada por prácticas neoliberales que además abrieron el sector energético al sector privado y transnacional, en detrimento de esa empresa productiva del Estado mexicano, hoy relegada en su aporte al Producto Interno Bruto nacional.
Sobre ello arremetió por estos días contra la Reforma Energética, que fue una de las banderas de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.
“Se afirmó que se iba a conseguir inversión extranjera a raudales, pero el resultado es que apenas llegaron 760 millones de dólares de capital foráneo, lo que representa el 1.9 por ciento de la incipiente inversión pública realizada por Petróleo de México”, apuntó.
Recordó que la Reforma Energética se impuso bajo la promesa de producir tres millones de barriles de petróleo crudo diarios, pero hoy apenas se extrae un millón 763 mil barriles diarios; es decir, “41 por ciento menos de lo estimado y con tendencia a la baja”.
Obrador reiteró que con el neoliberalismo la economía mexicana se estancó en sentido inverso al crecimiento de la pobreza.
En los últimos años el crecimiento del PIB mexicano apenas ha rebasado el dos por ciento, al tiempo que fracasaron los planes por sacar de la pobreza a millones de ciudadanos.
Criticó además la concentración de la riqueza en unas pocas manos, cual una de las consecuencias del modelo neoliberal. A la par aumentó la marginación, la migración y las conductas antisociales, un caldo de cultivo para el crimen organizado.
Durante estos 100 días de gobierno la política mexicana también ha dado un giro en el frente internacional.
Ya México no está en la vanguardia de la arremetida dirigida desde Washington contra la Revolución bolivariana en Venezuela, tanto en la Organización de Estados Americanos como en el llamado Grupo de Lima.
La política exterior mexicana volvió a basarse en el concepto juarista y en la doctrina Estrada del respeto a la no intervención, soberanía y autodeterminación.
Así llega Andrés Manuel López Obrador a sus primeros 100 días de un mandato de seis años. Según una encuesta del diario El Financiero, llega con una aprobación ciudadana de cerca del 80 por ciento, en el que no pocos ciudadanos creen que los tiempos son de cambio.
