El 8 de marzo de 2019, durante una sesión informativa especial en el Departamento de Estado, en Washington, DC., Elliott Abrams, Representante Especial de Estados Unidos para Venezuela, en respuesta a una pregunta de un periodista de Bloomberg, afirmó lo siguiente:
BLOOMBERG: Sr. Abrams, luego de que Juan Guaidó fuera reconocido como presidente interino, el Secretario de Estado y usted han dado a entender −que los militares darían un giro− de forma inminente, algo que podría suceder en la próxima semana o la siguiente. ¿Está usted decepcionado –es decir, ha usted notado un tanto el tiempo transcurrido, pero se ha decepcionado en cuanto a que los militares continúen aparentemente del lado del Sr. Maduro?
ABRAMS: Yo no diría eso. No utilizaría la palabra “decepcionado”. Yo diría que seguimos instando a los militares venezolanos a seguir su propia constitución. Les exhortamos a restaurar −mejor lo digo en español− la institucionalidad. Realmente no tenemos una palabra en inglés como –[institutionality] − para restaurar su propia función en cualquier país. Una de las definiciones del Estado es tener el monopolio de la fuerza y la violencia de las fuerzas de seguridad del Estado. Eso no ocurre en Venezuela, donde el gobierno está utilizando −el régimen está usando− bandas armadas, colectivos. Se puede pensar que la policía y los militares en cualquier país encontrarían esto inaceptable.
Así que seguimos esperando que las fuerzas de seguridad en Venezuela entiendan que el futuro de su país va a estar en muy mejores manos si el régimen Maduro llegara a su fin y se iniciara la transición a la democracia. Y, nuevamente, me gustaría decirlo hasta el día en que esto empiece a pasar.
¿Se vieron los Estados Unidos obstaculizados por la unión de millones de venezolanos con los militares, incluyendo a sus milicias armadas, como lo describe este artículo acerca de la unión cívico-militar de Trabajadores?
Estados Unidos enfrenta la némesis que desató el pasado 23 de febrero en la frontera venezolana con Colombia: su intento de promover un motín entre los militares y una revuelta dentro del pueblo contra Maduro a favor del autoproclamado “presidente”, ‘nombrado a dedo’, ha fallado miserablemente.
El 24 de febrero de 2019, un día después de esta debacle, Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos, respondió lo siguiente a Jack Tapper de la CNN, acerca del Estado de la Unión (SOTU):
TAPPER: Pero pareciera que Maduro no estuviese yendo a ninguna parte cercana a este plan [de Estados Unidos]. Pareciera aferrado al poder, y el ejército pareciera estar con él, al menos los dirigentes militares.
POMPEO: Siempre parece que así fuese, hasta el día que deja de serlo.
Recuerdo, cuando yo era un joven soldado, patrullando la entonces la frontera de Alemania Oriental. Nadie predijo que aquél día de 1989 ese muro se desmoronaría. Las predicciones son difíciles.
Aun cuando estas palabras dicen mucho, se debe ver su lenguaje corporal –de apariencia avergonzada− en el rostro del Secretario de Estado, quien representa la fuerza militar más poderosa de la tierra. No parecía estar convencido de que el momento del “Muro de Berlín” le llegaría a Venezuela. Esto fue el 24 de febrero, sin embargo, como vimos anteriormente, el 8 de marzo, Abrams tuvo el mismo problema.
¿Cómo explicar esto? Desde la época de los Peregrinos, en el siglo XVII, la mentalidad del pensamiento único estadounidense ha sido impregnada de la noción de supremacía blanca del “pueblo elegido”. Ésta consiste, entre otras funciones, en la perspectiva racista los pueblos del “Tercer Mundo”, como América Latina, que pretende que no pueden asumir su destino en sus propias manos.
Sin embargo, lo que se está ocurriendo actualmente ha sido −y es, justamente lo opuesto. Como resultado de las políticas de los Estados Unidos, la democracia en Venezuela ha ‘cruzado el Rubicón’ de una democracia participativa hacia una protagónica. Aun cuando las dos son similares, especialmente con relación a la experiencia de los dictados del Norte capitalista, existe una diferencia cualitativa. Es posible que, como resultado de la política de Estados Unidos hacia Venezuela –debe recordarse que este 9 de marzo es el aniversario del decreto de Obama de 2015, por el cual declaró a Venezuela como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos− la democracia de la revolución Bolivariana está llegando a ser “por encima de todo” –tal como lo previó y lo deseó Chávez, “protagonista y no sólo participativa”.
En su ciega política exterior, Washington no sólo sigue estas directrices peregrinas de “pueblo elegido», sino que esa capacidad de Estados Unidos de conquistar un país como Venezuela contiene la arrogancia bíblica de los sordos del siglo XVII de la “Ciudad sobre la colina: vosotros sois la luz del mundo”, que ha inspirado a la mayoría de venezolanos. Cada vez son más quienes se suman a la resistencia a Estados Unidos y sus aliados. El movimiento Chavista no sólo participa en ella: cada vez más se está convirtiendo en el autor de su propia Revolución Bolivariana.
(Especial para Trabajadores)
Arnold August, periodista y conferencista canadiense, es autor de Democracy in Cuba and the 1997–98 Elections, Cuba y sus vecinos: democracia en movimiento, y de su más reciente publicación Relaciones Cuba-Estados Unidos: ¿Qué ha cambiado? Como periodista colabora con muchos sitios web en América Latina, Europa y América del Norte y Medio Oriente entre ellos Trabajadores. Twitter, Facebook. Su sitio web es: www.arnoldaugust.com