Al cierre de esta edición, en la sala polivalente del Museo de los Trabajadores Palacio de los Torcedores, se realizaban dos memorables acontecimientos relacionados con nuestro baile nacional: el danzón. Me refiero al concurso de interpretaciones de este género que bajo el título de Tres Lindas Cubanas rememora la pieza creada por el maestro Antonio María Romeu Marrero, y que fuera popularizada en 1939 por otro grande de la música cubana, Barbarito Diez. Asimismo quedaba inaugurada la exposición Pasión por el Danzón, sobre la cual reproducimos las palabras al catálogo de esa muestra. En la próxima edición daremos cuenta del desarrollo del certamen de bailes.
Exposición de fotografías de Johannes Barthelmes
Ovacionado como saxofonista y compositor en respetados escenarios de varios continentes, el artífice alemán Johannes Barthelmes se ha consolidado, además, como un virtuoso maestro de la fotografía, con una obra que profundiza en las raíces de los pueblos, en su cultura e idiosincrasia, interés que le ha conducido a interrelacionarse de forma excitante y afectiva con personas humildes que habitan en distintos países, como la India y Cuba.
Bajo los auspicios del Museo de los Trabajadores Palacio de los Torcedores, la Central de Trabajadores de Cuba, el periódico Trabajadores y la embajada de la República Federal Alemana, a través de su consejero cultural y director de la Oficina de Información del Instituto Goethe en Cuba, el señor Michael M. Thoss, ha sido posible organizar esta muestra de instantáneas de Barthelmes, desde las cuales no solo trasciende su amoroso vínculo con La Habana, la sin igual Ciudad Maravilla del Mundo, sino fundamentalmente esa admiración que profesa hacia el danzón, creado por el compositor matancero Miguel Faílde y Pérez, en 1879, hace 140 años.
La apertura de esta exhibición, compuesta por más de 40 imágenes, se ha hecho coincidir con la celebración del III Concurso de Bailes de Danzón, al cual concurren hábiles parejas de varias provincias del país, para disputarse los premios que conferirá el jurado integrado por prestigiosas figuras de la cultura cubana, todas mujeres, encabezadas por la Premio Nacional de Danza y directora de la compañía que lleva su nombre, Rosario Cárdenas; en un original espectáculo concebido en homenaje a las féminas por el 8 de Marzo, y como parte de la programación cultural de nuestro museo ante la venidera realización del XXI Congreso de la CTC.
Admirador de Cuba y de su Revolución, Johannes revela en sus fotografías esencias de cubanidad. Sus obras captan el animado y alegre ambiente que rodea los bailes de este género que forma parte de la música tradicional, declarado Baile Nacional de Cuba.
El danzón, como ninguna otra expresión musical, posee un lenguaje de comunicación íntimo y único entre los bailadores. Se trata de códigos de expresividad en los que intervienen diferentes elementos que lo resaltan, como los vestuarios —chalecos y sacos, en los hombres; y corsés, sayas, camisones y sayuelas, las mujeres—; así como otros atavíos complementarios, como los abanicos, con su particularísimo modo de galanteo.
Danza con un profundo romanticismo, cuyos movimientos y portes corporales resaltan una dramaturgia que denota galanura, distinción y refinamiento al iluminar los salones donde se ejecutan desde que el 1.º de enero de 1879, en el club de Matanzas, Miguel Faílde y su orquesta dieron a conocer el primer danzón titulado Las Alturas de Simpson. México y otros países de Centroamérica prontamente lo acogieron por su estilo interpretativo, que, como en el tango, el hombre imprime la fuerza y la mujer realiza las florituras.
Ese espíritu del danzón late en cada una de las fotografías de Johannes Barthelmes, quien recrea, como fiel testimonio cultural, los movimientos, poses y elegancia de los bailarines, sobre los que asimismo capta momentos relacionados con sus vínculos interpersonales, en el antes y después de una diversión que tiene sus raíces en otro género cubano llamado de dos formas, la habanera o la danza criolla, que a su vez estaba vinculada con un baile de figura de origen alemán que a finales del siglo XIX se practicaba en la ciudad de Matanzas.
Quizás sin percatarse de ello, este excelente artista rinde homenaje al danzón, en tanto rememora aquellos refinados pasos que presumiblemente llegaron a estas tierras del Caribe insular procedentes de Alemania, su tierra natal.
Como preámbulo de la competición del baile de danzón, estas instantáneas seguramente inyectaron nuevos bríos a quienes ese domingo, más que en la búsqueda de un premio, ofrecieron un espectáculo pleno de cubanidad, cultura y amor.