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Prefirieron no ser víctimas (+Fotos y video)

Una flor en la mano, un rostro alegre, ojos verdes o pardos, retoques del maquillaje, y una cabellera castaña o azabache abundante, a favor del viento o debajo del pañuelo; son los rostros de las mujeres sirias. Muchas con aire de modernidad, otras más conservadoras; lo cierto es que siempre han disfrutado de vivir en uno de los países árabes donde la secularidad ha permitido la mejor convivencia entre las distintas confesiones religiosas.

Imágenes de épocas anteriores muestran su bella obra, no solo por el ideal de la señora del hogar dedicada al cuidado de los hijos; sino, además, por los diversos trabajos que realizan. Históricamente, podemos verlas como educadoras, agricultoras, periodistas, artesanas, mercaderes, y con algunos cargos políticos.

Bouthaina Shaaban, actual asesora principal de Políticas y Medios de Comunicación del presidente Bashar al-Assad. Fotos: Cortesía de la Embajada de Cuba en Siria

Actualmente afrontan una de las principales consecuencias del conflicto en Siria que se ha extendido por casi ocho años. Se trata de heridas poco visibles a la opinión pública y que se les “escapan” a los medios occidentales; los cuales siempre prefieren contar el testimonio de una mujer víctima, adolorida, la falta de techo, de familia, y la sumisión a la religión para sobrevivir ante lo más áspero de la guerra y del terrorismo.

Cierto es que esta es la denuncia más urgente y agravante frente a las organizaciones internacionales, debido a las atrocidades de los que, a punta de pistola, dicen profesar “la verdadera fe islámica”; pues infligir daños a la población fue el camino de los terroristas para intentar derrocar el gobierno de Bashar al Assad, y a través de la intervención armada; siendo las mujeres y niños en Siria especialmente los más vulnerables. Utilizadas las cautivas como intercambio o “armas de guerra” en la búsqueda por desmoralizar al enemigo; obligadas a la emigración y al refugio; y quizás lo más duro, al dolor de perder a sus familiares.

Conocer un poco de la cultura árabe, su idiosincrasia milenaria, permite entender la tesis que encabeza varios análisis: la mujer dedicada a las labores del hogar y a la familia, y los hombres destinados a proveer las finanzas y a la seguridad del núcleo familiar. Por lo que entonces resulta llamativo cuando el cambio de roles ocurre en este tipo de sociedad, tal y como sucede hoy en Siria.

Sin embargo, la nación árabe ha reconocido el importante aporte de la mujer; la que históricamente ha ido participando cada vez más en distintos espacios de la sociedad, algunos conquistados para ganar en igualdad con los hombres.

Maha Jannoud es la primera entrenadora en Siria de un equipo masculino de fútbol.

Desde 1949 comenzaron a practicar su derecho al voto, y cuatro años después Siria fue uno de los países de tradición islámica que incluyó a la mujer en el sufragio universal. Con la llegada a la presidencia de Hafez al Assad en la década de los setenta, padre del actual mandatario, la Constitución llamó a la igualdad de derechos de todos los ciudadanos y desde entonces incorporó eliminar los obstáculos para el desarrollo de la mujer.

Pronto accedieron a escaños dentro de la legislatura de la Asamblea Popular (1973-1977), primero con cinco mujeres, y luego ya eran 31 de un total de 250 miembros en el período del 2012-2016.

La década de los ochenta se caracterizó por grandes cambios como parte del programa del gobierno y del partido Baaz en el poder, primero con la escolarización en el país, cuando el 85 % de las mujeres ingresaron en los centros educativos, que ya para el 2008 representaba alrededor de la mitad del estudiantado universitario, principalmente en las especialidades de literatura y educación.

Comenzaron a acceder a puestos de trabajo, ya sea ejerciendo profesiones u oficios familiares heredados, y ello duplicó el índice de empleo femenino desde los años ochenta hasta el inicio del tercer milenio, según el Banco Mundial. Esta tendencia comprendía las zonas rurales donde se realizan los trabajos de agricultura y pastoreo, labores de tradición en los poblados de las provincias al este de Siria.

Desde el 2000, ascendió al 80% la relación de la fuerza de trabajo entre hombres y mujeres; y las tasas de desempleo por género se mantuvieron bajas entre el 7 % y el 20 %, respectivamente.

Durante los casi ocho años de la crisis en Siria las mujeres han pasado de ser madres, hijas y esposas, a convertirse en viudas y cabezas de familia. Muchas se refugiaron en centros establecidos en países fronterizos como Líbano, Turquía y Jordania; y representan 2 millones de un total de más de 6 millones 300 mil refugiados hasta enero del 2019, según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Otras se vieron obligadas a abandonar sus hogares y desplazarse hacia otras provincias sirias, fundamentalmente a la capital, donde, a pesar del empleo irregular, ingresaron en trabajos de bajos o medianos ingresos.

En el año 2017, con una nueva etapa en Siria a partir de la liberación creciente de gran parte del territorio ocupado por los grupos terroristas, las estadísticas del Banco Mundial reflejan que las mujeres mayores de 15 años, como promedio, accedieron a medianos o pequeños empleos en detrimento de los hombres. Esta tendencia puede estar apoyada con el retorno a sus hogares de más de 1 millón 200 mil desplazados internos desde el 30 de septiembre del 2015, de ellos más de 380 mil mujeres, según cifras oficiales del Centro Ruso para la Reconciliación de las Partes Enfrentadas y Asuntos de los Refugiados.

 

Capacidad resiliente

Los cambios de roles dentro de la sociedad siria son más notorios debido al conflicto enfrentado por la nación árabe, que ha dejado más de 600 mil muertes, de estas la mayoría hombres. Como una de las consecuencias ineludibles de la guerra, la mujer ha logrado insertarse en nuevos espacios laborales y obtener cierto empoderamiento en la sociedad.

Recientemente la agencia de noticias Sana dio a conocer a la primera alcaldesa de un pueblo en Siria, un cargo que era exclusivo para hombres. El reportaje presentaba a Carol Ghangui dirigiendo la distribución de los galones de gas en el barrio Sayyed Ali de la ciudad de Alepo, y coordinaba la entrega del producto que ha disminuido en el país a causa de las sanciones de EE. UU. contra Siria e Irán. Se trata de que una mujer por primera vez ocupe este cargo en un poblado de mayoría sunnita, donde ha ganado la admiración de los vecinos por su agilidad en resolver los problemas y trámites de la comunidad.

En el año 2016 otra de las responsabilidades políticas y sociales más importantes fue inaugurada por una mujer, Hadiyeh Khalaf Abbas, quien fue la primera en presidir la Asamblea del Pueblo (Parlamento), representando al sector de los agricultores de la provincia de Tartus.

Asimismo, diversos puestos en instituciones gubernamentales, como el Ministerio de Asuntos laborales, gerencias bancarias y algunas de servicios, son actualmente dirigidas por mujeres. Pero una de las que históricamente ha sido reconocida por su labor política y cultural, es Bouthaina Shaaban, actual asesora principal de Políticas y Medios de Comunicación del presidente Bashar al-Assad. Además, posee una amplia trayectoria como intelectual y en cargos relevantes como ministra de Información, y también dentro del gobierno del anterior presidente Hafez al-Assad.

Asma Al-Assad, la esposa del actual mandatario, ha desempeñado una destacada labor social como primera dama de acuerdo a las líneas de trabajo del gobierno, específicamente a través del sector benéfico.

Asma, quien enfrenta el tratamiento contra el cáncer de mama desde finales del 2018, sostiene con firmeza en su delgado cuerpo el desconsuelo de madres, esposas y niños de mártires y militares que participan en la guerra.

Tuvo la iniciativa de crear el Fondo Sirio para el Desarrollo (Syrian Trust for Development), al que se afilian programas como Aamal, dedicado a la atención de niños con dificultades del lenguaje y auditivas, autismo y otras; Basma (para niños con cáncer); Shabab (para el fomento de habilidades empresariales para jóvenes); Deyari, para la construcción de infraestructuras en comunidades de pocos recursos; Massar, para el apoyo educativo a las instituciones en el trabajo con los niños y adolescentes para su inserción en la sociedad.

El programa Soldado de la Patria es uno en los que Asma Al-Assad trabaja intensamente, a pesar de encontrarse actualmente bajo tratamiento contra el cáncer de mama, diagnosticado a finales del 2018. Supervisa a partir de los recorridos a viviendas de soldados discapacitados y mártires, y sus familiares, el cumplimento de este programa de rehabilitación que incluye la atención domiciliaria y de fisioterapia para aquellos que les son colocadas prótesis debido a diferentes lesiones.

 

Emprendimiento

Las mujeres en Siria optaron por no ser víctimas del conflicto por el que atraviesa su país y decidieron por el emprendimiento en las actividades económicas que anteriormente habían sido exclusivas para los hombres.

Varios medios de prensa resaltan la incursión de mujeres en oficios y profesiones como linieras del tendido eléctrico, conductoras de camiones de carga, y en el entrenamiento deportivo.

El ingeniero Musleh El Hassan, director de la Compañía de Electricidad de la provincia de Homs, señaló que la entrada de las mujeres en este campo de trabajo aumentó el nivel y contribuyó a compensar la escasez de trabajadores.

Maha Jannoud es una joven exfutbolista que entró nuevamente al campo, ahora como la primera entrenadora en Siria de un equipo masculino. Ella opina que “las mujeres árabes tratan de demostrar su presencia en la sociedad de manera diferente al pasado; alejadas de las normas sociales habituales”, y ello lo ha demostrado durante su carrera como deportista profesional en el equipo femenino sirio, entre los años 2004 y 2008, el cual tuvo que abandonar tras sufrir una grave lesión. Después de esta dolencia participó en los cursos de formación en la Fifa, y en el 2010, resultó ser la única mujer entre los 26 seleccionados para estudiar en la Confederación Asiática de Fútbol. Después de dos años de cursos intensivos, inició el entrenamiento al equipo femenino de adolescentes de Damasco, pero su aspiración siempre fue estar al frente de un equipo masculino.

En la provincia sureña de Sweida, un grupo de compañeras desde el mes de enero decidieron embarcarse en lo que reconocen una experiencia única y con la que ayudarían a otras mujeres. Instalar una fregadora de autos fue una idea de Suheir Abu Hamdan alentada por su esposo, quien tiene experiencia en este tipo de negocio, para facilitar el acceso a las conductoras y proporcionar empleo a otras mujeres. Dos se encargan del lavado, y como proyecto futuro se han propuesto el mantenimiento técnico de los vehículos con piezas de repuesto y servicios de lubricación.

 

Defender la patria, no es exclusivo de los hombres

Opuesto a la concepción del pensamiento extremista de los terroristas que ocuparon el país, la mujer en Siria es esencial para el desarrollo de la sociedad; ellas han demostrado que la defensa del país es un terreno en el que también pueden participar.

El espíritu combativo es propio de la mujer siria, y ello ha sido reconocido como parte de una herencia histórica en la formación militar desde la llegada a la presidencia del gobierno de Hafez al-Assad en la década de los setenta, cuando la mujer integró por primera vez el ejército.

Desde el inicio del conflicto en el año 2011 muchas solicitaron su afiliación al Ejército Árabe Sirio (EAS), hasta que en el 2013 el servicio militar femenino voluntario fue decretado por el presidente Bashar al-Assad. En ese año cerca de 450 mujeres, de 18 a 50 años, se unieron a las fuerzas de defensa nacional, y a las milicias para defender sus barrios de las incursiones de los extremistas.

“Representan una fortaleza en la primera línea del campo de batalla, y en diversas actividades como las telecomunicaciones y la informática”, valora Victoria Josef Ibrahim, general de brigada, quien dirige actualmente la Academia Militar de Mujeres ubicada en las afueras de la capital Damasco.

Según relata, en 1984 ingresaron las primeras alistadas, tres años después de que Hafez al-Assad oficializara el ingreso de las mujeres sirias en las academias militares, y allí recibieron cursos de formación militar de avanzada.

Durante casi 35 años las soldados han incrementado su preparación militar en diferentes especialidades de acuerdo a las necesidades del ejército en el terreno, donde además pueden ser incluidas en la primera línea del frente desde el año 2016, a partir de las circunstancias propias de la guerra que enfrenta el país.

La Programación es una de las materias informáticas que se ha desarrollado dentro del plan de estudio, pues “actualmente toda la Fuerza Armada se encuentra automatizada”, refiere la general Victoria, “por lo que se necesitan a las oficiales bien capacitadas”.

La superación se vincula asimismo con una rigurosa preparación física y militar a partir del ensayo de las operaciones. Los ejercicios con balas de fogueo pudieran parecer ficticios en el terreno, pero son creados a semejanza de lo que puede encontrarse en la línea de combate; con diferentes escenarios como el desierto y el bosque, y con numerosos obstáculos. Ahí entrenan el combate cuerpo a cuerpo, y el uso de armas de diferentes tipos, calibres y formatos, desde cuchillos, ligeras, pesadas y lanzacohetes; así como la exploración y asalto a edificios y trincheras.

Recuerda la general Victoria Ibrahim los momentos en que Ghouta Oriental estuvo ocupada por los terroristas, a pocos kilómetros de las instalaciones de la Academia, blanco de ataques con cohetes y morteros. Sin embargo, “la defensa de la Academia estuvo en manos de las estudiantes y de las oficiales en los puntos fortificados, donde se encuentran activos día y noche”.

En tiempos en que la nación árabe va encaminada hacia la reconstrucción del país, en negociaciones para la reconciliación o la liberación de todo el territorio nacional, la mujer en Siria ha ampliado sus frentes de combate, insertándose cada vez más en los procesos de transformación desde el inicio del conflicto.

Es por ello que puede vaticinarse que el futuro de este país se basará en la solidificación de lo que representa ser sirio y siria; quizás en la secularidad que siempre ha caracterizado esta nación, representada a través de la historia en la convivencia de las mujeres independientemente de su religión o etnia. La mujer siria continuará abogando por conquistar cada vez más y mayores espacios y garantías jurídicas, pero lo que ya es innegable es su imprescindible papel en la evolución de la nueva Siria.

 

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