Turiguanó tiene el extraño encanto de conservar dos tesoros en los 202 kilómetros cuadrados que forman su isla: un pueblito de tipología holandesa, único en América Latina; y en la misma geografía, el segundo mayor hato de ganado Santa Gertrudis.
El nombre de esta isla del archipiélago Jardines del Rey lo conforman las palabras cielo y guanopalma, y fue enlazada a tierra firme a comienzos de los años 60 del siglo pasado, evidentemente para desarrollar el genofondo de la raza, introducida allí en 1933, no precisamente desde Holanda, sino de un rancho de Texas, en Estados Unidos.
Conservar una raza
Con ese prodigio se creó, en 1976, la Empresa Pecuaria Genética Turiguanó, que tuvo como antecedentes la granja del pueblo y la empresa pecuaria que trascendieron con igual nombre aborigen.
“El mérito ha sido conservar la raza Santa Gertrudis, cuyo propósito es aportar carne. El reto es desarrollarla, hacer cruzamientos con otras líneas carniceras, y aportar ejemplares para el mejoramiento genético a entidades que tienen el propio fin”, afirmó el médico veterinario Daniel Rodríguez López, director adjunto de la empresa.
Este hombre, que lleva su estirpe del sombrero hasta las botas, asegura que “el ganadero nace, no se hace por libros, sino con la práctica, con una entrega total, porque al rebaño hay que atenderlo todos los días y muchas veces de noche. Hay que enfrentar las etapas críticas; aquí prepararse para la sequía es salvar el juego; después de que dispongas de alimentos trabajas la reproducción.
“Aprendí el manejo de los animales desde pequeño, ordeñando las vacas de mi casa; anduve a caballo, por los rodeos y opté por la veterinaria. Estuve en la Empresa Pecuaria Chambas desde 1985 hasta el 2008, después vine para aquí. Me gustan los cruzamientos genéticos con fines carniceros, indicador que permite medir y hacer comparaciones entre razas muy rápido”.
Los colores de Turiguanó
Con solo traspasar el poblado avileño de Morón, vislumbras la isla por el contraste de colores: el rojo intenso del rebaño, el verdor de los pastizales, el blanco en las cercas de la feria agropecuaria y en las vaquerías, sus techos de diferentes matices, al igual que los del medio centenar de casas del pueblo holandés.
Un lugar exótico sin parangón en Cuba, donde pudieran coexistir hasta 10 mil ejemplares, y prevalece el Santa Gertrudis porque la isla pone límites al crecimiento de los pastos y los forrajes, que comprometerían la vitalidad de los animales.
Explicó Venancio Rodríguez Domínguez, otro que nació ganadero, se hizo ingeniero hidráulico, pero retomó sus raíces y es director de Genética, que solo podrían cebar 4 mil 400 toros cuando acaben el cebadero (menos de la mitad de los que demanda el combinado cárnico de la propia entidad); también recuperarán otras 10 unidades dañadas por el huracán Irma para sostener la masa básica de Santa Gertrudis, que llegará a unas 5 mil hembras en los diferentes estadios (de esas 2 mil 500 en el proyecto genético).
Venancio, quien cubre al guajiro tras su refinamiento, precisó que “hay hierba porque no tenemos sobrecarga de animales por área. En Cuba se define como unidad de ganado mayor (UGM) —500 kilogramos (kg) de carne en pie por hectárea—, y nosotros tenemos 0,79 UGM/ha. Hay un manejo de pastos naturales, artificiales, forrajes y plantas proteicas que permiten la sostenibilidad.
“Los animales Santa Gertrudis son exigentes a la alimentación, al manejo y proclives a enfermedades, algunas causaron mortalidad de terneros, pero se han controlado en el último decenio; los nuestros disponen de tranquilidad, agua; comen de día y duermen en los potreros, de ese modo cumplen parámetros fundamentales para mantener su estado fisiológico: alimentarse, rumiar y descansar”.
El ABC de la ganadería
La reproducción es el ABC de la ganadería. Y este precepto se respeta en Turiguanó. “El ciclo empieza cuando la vaca pare, la ternerita a los siete meses se desteta y pasa a un centro de desarrollo de hembras; entre los 18 y 25 meses con un peso superior a 320 kg se incorpora a las unidades de novillas y se insemina; si se gesta pare (los descendientes van a unidades genéticas o comerciales) y vuelve el ciclo”.
Así lo describió Venancio, y dijo que los machos, cuando proceden de una unidad de futuros sementales o una pura, a los siete meses, si reúnen las características ideales de la raza Santa Gertrudis van a prueba de comportamiento; de lo contrario se llevan a las unidades de desarrollo y ceba, y entre los 22 y 24 meses, en edad de sacrificio, pasan al combinado cárnico.
Para ampliar sobre reproducción y genética hacen falta varias páginas más, pero aseguro que en Turiguanó lo hacen bien, por eso los resultados: inseminan el 94 % de las hembras incorporadas a la reproducción (promedio 25,4 meses con 336 kg), cuyo primer parto ocurre a los 45 meses, y logran más del 70 % de natalidad. Las muertes totales rondan el 3,6 por ciento.
De 150 machos que van a la prueba de comportamiento, 25 pasan a ser sementales en centros de inseminación o en la monta directa.
Jóvenes manejan los rebaños
Los trabajadores de Turiguanó, con vasta experiencia en estos trabajos, les van creciendo herederos de la cultura y tradiciones ganaderas; así encuentras jóvenes que en cualquiera de las unidades productivas se encargan del manejo de los animales, reciben atención de sus jefes, salarios y estimulación de acuerdo con los resultados, y viven a plenitud su oficio.
En el Centro de Comportamiento de Santa Gertrudis, la ingeniera Eralcia Montenegro y José María Martínez, jefe de la unidad, realizaban la prueba de comportamiento para futuros sementales, que deben cumplir el patrón de la raza: desde el color rojo cereza, el largo adecuado del prepucio hasta la masculinidad. Créanme, tienen que ser perfectos. En otras dos unidades los jóvenes Lázaro Fuentes y Duniesky Rangel coinciden en que disciplina y control son la base de los resultados: “Animales que no se asustan porque ustedes llegan, que les brilla el pelo, están sanos y gordos”, dijo Lázaro. Duniesky no escatima horas de sueño y descanso para venir a estas praderas “a vivir la vida que me gusta: cuidar y ver crecer cada rebaño”.
Cae la tarde. Con Previsterio, el logístico de Genética, dejamos atrás una maravilla creada por el hombre y la naturaleza, donde sueñan en grande y entregan cada minuto de vida en el afán de desarrollar la genética de una santa con características muy especiales: Gertrudis.