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Unión cívico-militar: Base de la democracia venezolana

Trump muestra su frustración con la exitosa unión civil militar venezolana

Foto: AFP

El 18 febrero 2018, en Miami, Trump dijo a los militares de Venezuela:

“No deben seguir las órdenes de Maduro… Están arriesgando su futuro… Si (ustedes) eligen este camino, no encontrarán un puerto seguro, ni una salida fácil ni una salida. Perderán todo.”

¿Qué aprendí en Caracas a cerca de la unión civil militar?

Después de pasar de nuevo unos días en Caracas (3 y 4 de febrero), cuando participé en un encuentro semiprivado con el Presidente Maduro, esta es mi impresión:

La situación en Caracas es opuesta a la presentada en los medios corporativos internacionales de Estados Unidos, Canadá y otros países de occidente. Hay calma, no hay gente muriendo de hambre, no hay violencia tipo “guerra civil.” No quiere decir que no haya una crisis económica, pero ésta es causada principalmente por las devastadoras sanciones económicas y las amenazas que Estados Unidos ha impuesto a Venezuela durante los últimos años.

Las sanciones y las amenazas comenzaron bajo la administración de Obama, en marzo de 2015, y han sido seguidas por Trump y otros.

Ya han sido publicados muchos valiosos artículos en Trabajadores acerca de la legítima elección de Maduro en las pasadas elecciones de mayo de 2018, por una parte y, por otra, acerca de la violación de las leyes venezolanas e internacionales, incluyendo la de Naciones Unidas al “reconocer” el imperio a su hombre en Caracas.

El principal problema ahora es el derecho de Venezuela a su soberanía y a elegir su propio camino, sin injerencia extranjera, independientemente de cualquier otra consideración.

Más aún, dentro de esta óptica, la principal realidad −ignorada por los medios de comunicación internacionales− es la unión cívico-militar como un componente clave de la democracia venezolana. Esto no se reconoce, ya sea por ignorancia o por simples espejismos, como quienes buscan eliminar la Revolución Bolivariana saben muy bien que esta unión es justamente lo que bloquea su plan.

Aunque no era la primera vez que escuchaba a Maduro, su charla del 4 febrero en esa reunión semiprivada con venezolanos e invitados extranjeros constituyó un argumento decisivo. Me impactó. Entre otros puntos, describió en detalle cómo él y otros líderes (a quienes también conocí en aquella reunión) han estado trabajando y aún siguen haciéndolo para organizar e inspirar todas las secciones de las fuerzas armadas en todo el país, desde los pilotos, pasando por la marina y el ejército, hasta la milicia popular.

Señaló que la unión cívico-militar se ha venido desarrollando en el país durante varias décadas. Mas recientemente, en el espíritu del 4 de febrero 1992 ya estaba la unión cívico-militar, y el momento en el que mejor demostrado quedó fue en 13 de abril de 2002.

¿Qué es la unión cívico-militar?

En el libro Hugo Chávez: Mi primera vida. Conversaciones con Ignacio Ramonet, editado por Vintage Español, Nueva York, en el 2013, el líder venezolano definió la unión cívico-militar de la siguiente manera:

“El Comandante Chávez dice haber entendido la alianza cívico-militar en el pensamiento político del líder venezolano Fabricio Ojeda, intelectual, guerrillero y mártir, que en su libro La guerra del pueblo, de 1966, afirmaba lo siguiente:

La base antifeudal y antiimperialista de nuestro proceso revolucionario plantea un género de alianzas que está por encima del origen del credo político, de la concepción filosófica, de las convicciones religiosas, de la situación económica o profesional y de la afiliación partidista de los venezolanos. El enemigo común, su fuerza y su poderío, reclaman una lucha unitaria para vencerlo… Son proclives para luchar por la liberación nacional las siguientes fuerzas: los obreros y campesinos, la pequeña burguesía, los estudiantes, intelectuales, profesionales, la mayoría de los oficiales, suboficiales y soldados de las fuerzas armadas de aire, mar y tierra’.

En esta visión de Fabricio Ojeda, que compartía el Comandante Chávez, todos estos sectores civiles y militares tienen una vocación: conformar una verdadera alianza nacional revolucionaria.”

Si bien Maduro declaró en su discurso del 4 de febrero que su gobierno está dispuesto a participar en cualquier esfuerzo de mediación, también hizo evidente que Venezuela está dispuesta a defender su país: “Ni un soldado Yanqui entrará a Venezuela”, afirmó.

¡No a la intervención militar en Venezuela!

Maduro lo declaró con confianza porque la unión cívico-militar es la base de la democracia revolucionaria y la defensa de la Revolución Bolivariana.

La amenaza de la intervención militar encabezada por Estados Unidos es ahora más real. La cuestión es la siguiente: no a la intervención militar en Venezuela y, en el peor escenario, apoyo total al derecho de Venezuela a defenderse.

Las encuestas en Europa y en otros países apoyan esta posición, mientras que los principales sindicatos en Canadá están formulando declaraciones de rechazo a la posición pro-Trump del Partido Liberal de Justin Trudeau y están teniendo lugar manifestaciones en Estados Unidos, Canadá y muchos otros países.

¿Qué dice el gobierno actual de mi país, Canadá?

El 4 de febrero, el gobierno de Justin Trudeau acogió el llamado Cartel de Lima en Ottawa. El comunicado oficial reafirmó su apoyo a la posición de Trump sobre Venezuela, consistente en la injerencia extranjera en los asuntos internos de ese país con el apoyo total de sus títeres, como el autoproclamado presidente.

La posición del gobierno de Justin Trudeau constituye un cambio (en el sentido negativo del término) importante en la política exterior que históricamente ha mantenido Canadá, incluso dentro de su propio Partido Liberal.

Un ejemplo de esa realidad es que, a propósito del décimo aniversario de la guerra de Irak (marzo de 2013), el ex Primer Ministro del Partido Liberal Jean Chrétien declaró a la CTV (Canadian National News Network) que Canadá no apoyaba esa guerra. Claramente expresó “no tener remordimientos acerca de su rechazo a la participación de Canadá en la misión encabezada por Estados Unidos. ‘Sin duda, fue una decisión muy importante. De hecho, fue la primera vez que tuvo lugar una guerra en donde estuvieron involucrados británicos y norteamericanos, sin la participación de Canadá’.

La medida contribuyó además a afirmar la independencia de Canadá en la escena internacional: ‘Desafortunadamente mucha gente piensa algunas veces que somos en el Estado número 51 de Estados Unidos. Ese día quedó claro que no lo somos’, expresó.

“Chrétien afirmó que se negó a comprometerse con una acción militar en Irak sin una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Dijo que Canadá siempre ha seguido a la ONU y que ha intervenido en otros conflictos cuando se le ha solicitado.

“Chrétien dijo además que no estaba convencido de que Irak tuviese armas de destrucción masiva, amenaza que alimentó el apoyo para la invasión a ese país, encabezada por Estados Unidos, y que resultó ser cierta.

“Chrétien también abordó el tema de su visita a Venezuela la semana pasada (marzo de 2013) para asistir al funeral del presidente Hugo Chávez. Afirmó que asistió porque conocía a Chávez personalmente y ‘nunca tuvo ningún problema’ con el controvertido líder, aun cuando no estuvo de acuerdo con él ‘en muchas cosas.’ Además, con ello quiso mostrar su respeto por el pueblo de Venezuela.

“‘Él contaba con el apoyo del pueblo y fue amado por los pobres de su país. Fue una especie de Robin Hood,’ dijo Chrétien.

“El Primer Ministro Stephen Harper [del Partido Conservador de Canadá] enfureció a la administración venezolana con un comunicado en el que expresó que esperaba que el país pudiese tener un ‘mejor y más brillante futuro’ después de la muerte de Chávez.

“Chrétien dijo que las autoridades venezolanas estuvieron ‘muy, muy complacidas’ al verlo en el funeral, puesto que estuvieron ‘muy inconformes’ con los comentarios de Harper.”

Quede claro que lo siguiente es mi opinión y la de millones de canadienses, incluyendo más de cinco millones de trabajadores canadienses y no necesariamente la opinión de Trabajadores.

Recordemos lo que todos saben en Cuba y América Latina: el mismo padre de Justin Trudeau, siendo Primer Ministro del Partido Liberal de Canadá, visitó Cuba en junio de 1976, y cuando se sentó al lado de Fidel Castro en una reunión pública, gritó: “¡Viva el Primer Ministro Fidel Castro!”. Se sabe que también adoptó otras posiciones independientes de Estados Unidos.

Soy muy consciente de que lo escribo es un tema muy delicado en Cuba. Sin embargo, si los lectores de Trabajadores intenten ponerse en mi lugar como canadienses o en el de nuestros trabajadores y los activistas sociales y políticas (también amigos de Cuba), ¿qué escribirían?

Como seguidor y estudioso cercano de la obra de Fidel, puedo decir con confianza que él habría tenido algo que decir, por supuesto a su manera. Nadie puede permanecer en silencio ante una posible intervención militar contra nuestras hermanas y hermanos venezolan@s, un plan que está siendo impulsado activamente por el actual gobierno canadiense. Además, con respecto a la agresiva política intervencionista estadounidense hacia Venezuela, la cereza sobre el cake del imperialismo es la Revolución cubana, como me dijeron muchos de mis colegas cubanos durante mi última estancia de dos semanas en La Habana. Estoy completamente de acuerdo.

Las relaciones familiares y las características cambian. Con respecto a las relaciones exteriores, Justin Trudeau es totalmente distinto de su padre. Está del lado equivocado de la historia. Antes de que sea demasiado tarde, debería desistir de su política y oponerse a la intervención de Estados Unidos, la cual, por su propia naturaleza, ha anunciado que puede acudir a la opción militar, con todas las trágicas consecuencias que ello conllevaría.

(Exclusiva para Trabajadores)

(*) Arnold August. Periodista y conferencista canadiense. Colaborador de Trabajadores, contribuye con artículos en español, inglés y francés a sitios web y publicaciones de América Latina y el Caribe, EE.UU., Canadá y Europa. Ha escrito los libros Democracy in Cuba and the 1997-98 Elections (Editorial José Martí, La Habana,1999), Cuba y sus vecinos: democracia en movimiento (Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2014) y Relaciones Cuba–EE.UU. ¿Qué ha cambiado? (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2018.) Fue otorgado por el ICAP la Medalla de Amistad  y por la UPEC la Distinción Felix Almusa. Twitter @Arnold_August

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