El 30 de enero de 2019 el Congreso del Trabajo de Canadá (Canadian Labour Congress, CLC) declaró: “El CLC, en representación de más de 3 millones de trabajadores canadienses, hace un llamado al gobierno de Canadá para propiciar el diálogo en búsqueda de una solución pacífica a la crisis venezolana.
“Canadá se encuentra entre aquellos países, incluyendo a Estados Unidos y Brasil, que respaldaron a Juan Guaidó, líder de la oposición venezolana y Presidente de la Asamblea Nacional, quien la semana pasada se autoproclamó presidente interino de Venezuela. Canadá también censuró a Nicolás Maduro como Presidente y el año pasado declaró fraudulentas e ilegítimas las elecciones en Venezuela.
“El CLC está alarmado por la escalada de la injerencia en el proceso democrático de una nación soberana, incluyendo la posibilidad de una intervención militar. El CLC rechaza enfáticamente una solución militar a esta crisis. Los pueblos de América Latina no han olvidado la brutal historia de los regímenes militares en la región”.
Por otra parte, el 27 de enero, el Sindicato Canadiense de Empleados Públicos (CUPE), en nombre de sus 380 mil trabajadores publicó una declaración en que se lee: “El 23 de enero, Juan Guaidó, líder de la oposición venezolana y presidente de su Asamblea Nacional, se autoproclamó presidente nacional interino de Venezuela.
“El gobierno canadiense fue uno de los primeros gobiernos en el mundo en declarar su apoyo a Juan Guaidó. Al hacerlo, optó por ponerse del lado del líder autoproclamado, por encima del Presidente Nicolás Maduro, debidamente elegido por el pueblo de Venezuela. De esta manera el gobierno canadiense ha optado igualmente por alinearse con Donald Trump y la política exterior de Estados Unidos.
“El Sindicato Canadiense de Empleados Públicos (Canadian Union of Public Employees, CUPE) rechaza cualquier intento del gobierno canadiense de interferir en los procesos democráticos y en la soberanía del pueblo venezolano. Dada la historia intervencionista de Estados Unidos en la región, las acciones de Guaidó contienen todos los signos de un golpe de Estado. Alertamos al Primer Ministro Justin Trudeau evitar jugar cualquier papel en el cambio de régimen en otro país.
“El pueblo de Venezuela tiene el derecho de determinar su futuro político y económico”.
Asimismo, el 7 de febrero, en nombre de 52 mil trabajadores, el Sindicato Canadiense de Trabajadores de Correos (Canadian Union of Postal Workers, CUPW) emitió la siguiente declaración: “El CUPW condena el apoyo dado por el gobierno de Canadá a Estados Unidos para respaldar el golpe de Estado en Venezuela.
“El CUPW condena la decisión del gobierno de Canadá de reconocer al líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, como presidente legítimo de Venezuela, sobre el presidente electo Nicolás Maduro.
“Es muy preocupante que el gobierno canadiense haya decidido apoyar este golpe respaldado por Estados Unidos, lo que constituye una violación directa al derecho internacional. Siguiendo la agenda de Estados Unidos en Venezuela, el gobierno de Canadá se alinea con los regímenes de extrema derecha del Grupo de Lima y con Donald Trump que, a semejanza de los últimos gobiernos de Estados Unidos, han intervenido y desestabilizado a gobiernos elegidos democráticamente en América y otras partes del mundo. Esto es inaceptable.
“Los venezolanos crearon su Constitución bolivariana desde las bases y han celebrado varias elecciones democráticas. Son capaces de gobernar su país sin interferencias ni hostigamiento por parte de Estados Unidos y sus aliados, incluyendo a Canadá.
“Actualmente Venezuela enfrenta dificultades económicas, muchas de ellas como resultado de las sanciones impuestas por Estados Unidos, que buscan provocar un cambio de gobierno.”
Mientras escribía las últimas palabras de este artículo, otros sindicatos de Canadá asumían una posición similar a la de CCL, CUPE y CUPW, movimiento que debe ser alentado.
En la declaración de la reunión del cartel de Lima en Ottawa, Canadá, del pasado 4 de febrero de 2019, entre otros puntos, leemos que «Exige el inmediato restablecimiento de la democracia en Venezuela», por esa razón le pregunto al gobierno de Trudeau y a los restantes que firmaron la Declaración de Ottawa: ¿dónde está la democracia en Canadá, por qué se habla en nombre del pueblo canadiense sin reconocer el papel y las opiniones de millones de trabajadores canadienses?
¿Cómo se atreven gobiernos como el de Colombia a dar una lección de democracia a Venezuela, cuando es el más grande violador de derechos humanos en Latinoamérica, un país donde en 2018 asesinaron a “un sindicalista cada 4 días” y a 3 mil 127 sindicalistas en la historia de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores); donde han asesinado a 566 líderes sociales y defensores de derechos humanos de 2016 hasta el 10 de enero del 2019? ¿Cómo se atreve el gobierno de Colombia a interferir en los asuntos internos de Canadá para dar credibilidad al gobierno canadiense como defensor de la democracia?
El gobierno canadiense habla de “democracia” para Venezuela pero no reconoce la posición de millones de trabajadores sindicalizados y miles de militantes de movimientos sociales y políticos en Canadá y otros países, en contra de la política intervencionista de Trump hacia Venezuela, y en apoyo al derecho de este país a su soberanía y libre determinación.
Después de pasar dos días en Caracas, el 3 y 4 de febrero, donde participé en un encuentro semiprivado con el Presidente Nicolás Maduro, mi impresión es que la situación allí es la opuesta a la presentada en los medios corporativos internacionales de Estados Unidos, Canadá y otros países de Occidente. Hay calma, no hay gente muriendo de hambre, no hay violencia. No quiere decir que no haya una crisis económica, pero ésta es causada principalmente por las devastadoras sanciones económicas y las amenazas que Estados Unidos ha impuesto a Venezuela durante los últimos años, las cuales comenzaron bajo la administración de Barack Obama, en marzo de 2015, y han continuado con Trump y otros.
Aunque no era la primera vez que escuchaba a Maduro, su charla del 4 Febrero en esa reunión con venezolanos e invitados extranjeros constituyó un argumento decisivo. Entre otros puntos, describió en detalles cómo él y otros líderes (a quienes también conocí brevemente en esa ocasión) han estado trabajando y aún siguen haciéndolo para organizar e inspirar —y a su vez inspirarse— las secciones de las fuerzas armadas en todo el país, desde los pilotos, pasando por la marina y el ejército, hasta la milicia popular. Señaló que esta unión cívico-militar se ha venido desarrollando en el país durante varias décadas.
Si bien Maduro declaró en ese discurso que su Gobierno está dispuesto a participar en cualquier esfuerzo de mediación, también hizo evidente que Venezuela está dispuesta a defender su país: “Ni un soldado yanqui entrará a Venezuela”, afirmó.
Eso es perfectamente comprensible, dado que la posición de la Unión Europea (EU) equivale a un ultimátum a un país soberano que YA había llevado a cabo elecciones presidenciales. La injerencia de la UE coincide con la postura del Grupo de Lima y Canadá.
Todos ellos hablan hipócritamente de una “transición pacífica”, pero están presionando a favor de una confrontación y de la injerencia extranjera, incluyendo la opción militar e imponiendo condiciones inaceptables para Venezuela.
La amenaza de la intervención militar encabezada por Estados Unidos es más real que nunca. Ante ese contexto la postura es: No a la intervención militar en Venezuela y, en el peor escenario, apoyo total al derecho de Venezuela a defenderse.
(*) Periodista y conferencista canadiense. Ha publicado libros como Democracy in Cuba and the 1997-98 Elections. Editorial José Martí, La Habana, 1999; Cuba y sus vecinos: democracia en movimiento. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2014; y Relaciones Cuba–EE.UU. ¿Qué ha cambiado? Editorial Oriente, 2018.