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Ir al mar a pescar…..basura

Los científicos consideran que dentro de dos décadas sucederá lo que parece una exageración de título, es decir, cuando se vaya al mar a pescar no serán precisamente peces lo capturado,  sino basura, en especial plásticos.

Además del daño ecológico está el financiero. La producción, utilización y abandono de los plásticos provoca pérdidas de casi 120 mil millones de dólares cada año en el mundo.

Es por ello, y sobre todo por la negligencia humana, que cualquier plástico y en cualquier parte del mundo, termina en una playa o en alta mar.

Según recientes informes la existencia de toneladas de plásticos comparadas con la de peces era de uno a cinco hace cinco años. Será por tres en 2025 y sobrepasará el uno por uno en 2050.

Dicho de manera más directa, las cifras solo indican que se pone en peligro el habitar de más de 660 especies marinas

“Si no frenamos la cantidad de basura y de plásticos que desembocan en los océanos, terminaremos teniendo más basura que peces”, advirtió hace solo unos días Sarah Kollar, gerente de actividades de extensión del International Coastal Cleanup Trash Free Seas Program.

El plástico, ese enemigo

El plástico alcanza las aguas de los océanos convertido en fibras sintéticas procedentes de ropa, equipos de pesca, envases, botellas y zapatos, entre otros.

De hecho se ha convertido en un enemigo, aunque el verdadero es el ser humano, que solo mira al mar cuando busca explotar sus riquezas marinas o sencillamente para pasear o refrescarse en las playas. Por lo demás, lo convierte cada día en un gigantesco basurero.

Solo en 2018 los más de 80 000 voluntarios que ayudaron a limpiar los océanos encontraron 9,3 millones de kilos de basura. Un representante de una de las organizaciones participantes explicó “que sobre todo se encuentran bolsas de plástico, popotes, colillas de cigarrillos, envoltorios de comida, contenedores de plástico, botellas, tapas y taparroscas”.

Gestionar bien los desechos no solo será fundamental a medio plazo para atajar el problema – dijo ‘’ sino también para mejorar la salud pública y para prevenir enfermedades infecciosas y respiratorias, estas últimas causadas por la quema de desechos al aire libre”. También será clave para evitar que la contaminación influya en la cadena de producción alimenticia del ganado, peces y mariscos.

La proliferación de plásticos es una amenaza para los ecosistemas oceánicos, y un riesgo para la salud; pero además es una ruina económica que ahora empieza a salir a la superficie.

Los estudios sobre estos efectos económicos han acabado de inclinar a la Comisión Europea (CE) a promover una directiva que estrecha el cerco sobre los plásticos de usar y tirar. En suma, aportará soluciones para los 10 principales productos de plástico de un solo uso que se encuentran en las playas, como cubiertos, platos, pajillas, entre otros, así como para los aparejos de pesca abandonados, perdidos o tirados (lo cual totaliza el 70% de la basura en playas y costas).

Envenenamiento masivo

Cientos de animales ingieren la basura que en forma de microplásticos se acumula en el mar en residuos de hasta cinco milímetros de diámetro. Los últimos estudios sobre la materia señalan que hasta 529 especies salvajes se han visto enredadas en ellos o afectadas por su ingesta, un riesgo mortal que se suma a los que ya afrontan decenas de ellas en peligro de extinción.

Por pequeños que sean, los microplásticos (de hasta cinco milímetros de diámetro y presentes en numerosos productos como los cosméticos) son parte de esa amenaza para las más de 220 especies que los absorben. Algunas tan importantes en el comercio como los mejillones, las gambas, las langostas, las sardinas o el bacalao.

La revista especializada en biología de la Royal Society de Londres publicó recientemente un estudio donde sugiere que ciertos peces están predispuestos a confundir el plástico con el alimento por desprender un olor parecido.

Las anchoas respondieron ante la basura de forma similar a como harían con su alimento debido a que esos restos están cubiertos de material biológico como las algas, que imita el olor de la comida, lo que descartaría que actúen de modo accidental.

“Muchos animales marinos dependen de su olfato para encontrar su comida, mucho más que los humanos” afirman ya que el plástico “parece engañar” a los animales que lo encuentran en el mar, siendo “muy difícil para ellos ver que no es un alimento”.

Nos alarmamos cada año cuando vamos a nuestras playas y vemos los residuos de comida y objetos usados abandonados en la arena, pero el peligro mayor no es perceptible a simple vista y convierte nuestros mares en un enorme basurero que, al mismo tiempo, es también un cementerio para las especies que lo habitan.

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