Texto y fotos: Agustín Borrego
El cielo enrojecido y relámpagos imprevistos, seguidos de un ruido ensordecedor, al compás de las explosiones que sufrían los transformadores eléctricos, sumió en breve, en una oscuridad total, al reparto Martí, en el municipio capitalino del Cerro.
Las lluvias intensas no permitían ver nada, solo sentíamos el impacto de objetos volantes chocando sobre las ventanas y el crujir de árboles cayendo. Por un instante pensamos que las puertas y ventanas de la casa volaban con las ráfagas. No tuvimos duda de que era un tornado.
Duró solo unos segundos, aunque siguieron las lluvias y vientos intensos que luego amainaron. Las sirenas de las ambulancias nos alertó que algo grave había ocurrido. Solo al amanecer pudimos percatarnos de los destrozos que habían ocurrido en el barrio, principalmente en el reparto Cepero Bonilla, uno de los más afectados de la comunidad, así como la escuela primaria Osvaldo Sánchez, la cual perdió gran parte del techo, ventanas y puertas.
Árboles, cables y postes del tendido eléctrico en el suelo; casas sin techo y otras afectaciones fueron el rastro del torbellino.
En pocas horas, la comunidad, junto a representantes del gobierno local se movilizó; hombres, mujeres y jóvenes se sumaron a la limpieza y saneamiento de la zona. El trabajo abnegado de los eléctricos permitió que en menos de 24 horas se restableciera el servicio eléctrico. Los momentos difíciles nos reiteran que solo en la unidad está la fuerza.
Las fotos tomadas en este reparto dan fe de esto.
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