Desde el municipio de Diez de Octubre en La Habana, uno de los más afectados por el tornado, compartimos las impresiones de un equipo de prensa de Trabajadores
Postes a punto de llegar al piso, casuchas sin fachadas, cables eléctricos por doquier, carros destrozados, “manantiales” de escombros y mucha, pero mucha madera vieja en el piso, son de un tirón las primeras imágenes que —con el corazón hecho pedazos— observo mientras la gente trata de aliviar sus penas botando los desechos del tornado que este domingo 27 de enero desató todo su odio en algunos municipios de la capital.
Las dificultades con el tránsito, el cierre de calles y avenida nos condujo, casi por azar, a los límites de las barriadas entre Lawton y Luyanó, donde verdaderamente el panorama es bien triste, pues miles de personas han quedado sin hogar y en estos momentos permanecen sin corriente eléctrica y, por supuesto, sin agua.
Allí la gente ha vivido esta madrugada en las calles, muchos tienen los ojos llorosos, otros andan con los niños a cuestas, y los ancianos se dan apoyo unos a otros, pues jamás en la vida habían visto algo similar. En las calles está todo el pueblo, mientras los celulares y los Tablet multiplican lo sucedido.
Parada en la portada de su casa, mirando con desasosiego la acera del frente, cuando todas las fachadas han ido al piso, Daysi Lig Lon, una señora que hoy justamente celebra sus 67 años de vida, mira con tristeza el interior de su hogar, ubicado en la calle San José entre Mangos y Remedios. “El televisor está vivo de milagro, el marco de la puerta de entrada me lo llevó y se me cayó el techo de atrás. Yo he sufrido mucho desde anoche, cuando estaba mirando el noticiero y empezó todo”.
Al lado de Daysi, desde lo alto de una barbacoa (un invento cubano para aumentar espacios físicos), Roxana Nicabal, no cesaba de hablar. Le dije que bajara, y lo hizo tan rauda como pudo, a pesar del mal estado de la escalera. “Todo fue muy rápido, primero vimos como unas lucecitas de colores y de pronto ya teníamos el fenómeno encima, qué nos íbamos a imaginar que era un tornado. Desde el frente de mi casa veíamos cómo los vecinos de la acera contraria iban perdiendo todo”.
Periodistas al fin y al cabo, Abelito el fotógrafo y yo caminábamos sin cesar. Las imágenes no parecían pocas para llevarlas a la redacción del periódico. Así, sentada en la sala de su casa, con la cara entre las manos, mientras la hija barría escombros de cristales, Dania Rosa Ramos Cubillas se resistía a hablar con Trabajadores.
“Esto ha sido lo nunca visto, llevo 60 años viviendo aquí (en la calle Remedios entre San Luis y San José). Yo estaba viendo el noticiero cuando empezó todo, nosotros perdimos la cristalería del frente de la casa, los tanques se rajaron, ¿¡qué decirle periodista!?, fue horrible”.
Las noticias del estado del tiempo reportaron esta mañana que desde la década de los años 40` del siglo pasado no había ocurrido un tornado de esta categoría. El mal tiempo anunciado —cuando todo parecía indicar que habría entrada de mar al norte de la capital— arreció sus fuerzas contra varias localidades de la capital. Así, en buen cubano, podemos decir que “acabó con la quinta y con los mangos”, al menos en el populoso municipio de Diez Octubre, el más densamente poblado de la capital.
Dejamos el lugar desconcertados, mientras por la ventanilla del carro veíamos decenas de desastres, y ya cientos de trabajadores incorporados a las faenas de recuperación. De esta, también saldremos, dijo un hombre mientras desde una azotea, prácticamente, botaba su hogar convertido en pedazos.
Puede ver las imágenes captadas por una de nuestras periodistas en el municipio capitalino de Diez de Octubre