Una marcha multitudinaria de luz recorre Cuba, en homenaje al hombre que por su entrega absoluta a la patria fue reconocido por los suyos como Apóstol.
A las estrellas no se sube por caminos llanos, dijo, y es precisamente a lo más alto de la justicia social y la felicidad del pueblo adonde estamos empeñados en llegar.
Este 28 de enero surge inevitable el recuerdo del puñado de jóvenes comandados por Fidel que en la marcha del centenario martiano impresionaron a todos por su marcialidad y disciplina, y por las vibrantes palabras que coreaban con absoluta convicción:“¡Revolución, Revolución!”.
Y no fue una frase nacida de la emoción del momento, sino el preludio del asalto al cielo, meses después, con el Maestro como autor intelectual; y le siguieron rindiendo homenaje al asumir la continuidad de su inconclusa epopeya libertaria hasta convertirla en una hermosa realidad.
Por ello en este homenaje están juntos el Maestro y su más aventajado discípulo: Fidel. El mar de antorchas encendidas es, en manos de cada patriota, un sí rotundo al camino que ambos ayudaron a forjar.