“La nueva Constitución no solo se parece a la Cuba del 2019, sino a la que queremos construir, porque hoy muchos de sus preceptos son propositivos, constituyen un reto. No se trata de conquistas alcanzadas, sino de cuestiones que a partir de ahora tenemos que trabajar para lograrlas”.
Tal fue la afirmación de la Doctora en Ciencias Jurídicas Majela Ferrari Yaunner, al exponer algunas consideraciones generales sobre la Carta Magna que, luego del Referendo Popular del próximo 24 de febrero, regirá los destinos de la nación.
La profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, al formar parte del grupo asesor de la Comisión Redactora de esta Ley de leyes, ha estado vinculada desde hace algunos años al “nacimiento” de este texto, por lo que resultan amplios, profundos y esclarecedores, sus criterios al respecto.
En tal sentido, agradeció la posibilidad que tuvo de participar de una manera tan activa en este proceso “de mucho compromiso y entrega”, el cual catalogó además como “el doctorado más difícil”.
Destacó la representatividad de quienes integraron la Comisión. “Tuvimos retroalimentación, diálogo, y la oportunidad de escuchar experiencias de vida que no se encuentran en los libros como —por ejemplo— la de personas que dirigen el Poder Popular en la base. Esas cosas como profesional me enriquecieron mucho”.
La Constitución en el propio rumbo de la vida
En un necesario acercamiento a la Constitución de 1976 (precedente) señaló que esta no puede demeritarse, pues fue revolucionaria y de avanzada en su época. “Sin embargo, las constituciones, como todo el Derecho, requieren oxigenación, atemperarse a los nuevos tiempos para perfeccionar y fortalecer la institucionalidad.
“Ya habíamos dado algunos pasos en lo económico, en lo social, en el mundo de la propiedad, también con la aprobación de los Lineamentos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, de la Conceptualización del Modelo Económico, entre otros documentos, toda una serie de aspectos que indicaban nuevos derroteros —no pudiéramos decir alejando— que de alguna manera sí se estaban desmarcando del ámbito constitucional. Evidentemente, había una brecha que acortar.
“Es una Constitución para más socialismo, diseñada para ser más garante de los derechos, pues se supone que es un sistema de todos, para incluir, dar y brindar más, y ello no se puede hacer si no empiezas a comprender que los derechos se están ampliando y, por lo tanto, precisan más garantías. Entonces los caminos te empiezan a decir que, ciertamente, la letra escrita se va quedando rezagada con lo que demanda la realidad”.
El pasado también contó
Con evidentes conocimientos al abordar el tema, resaltó que las guías que sirvieron de base para la elaboración del texto estuvieron, por supuesto, en el pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y del General de Ejército Raúl Castro Ruz, con una importancia trascendental, así como en los documentos ya mencionados y en las pautas trazadas por el Constitucionalismo Latinoamericano, de Bolivia, Ecuador y Venezuela, entre otros.
Además —explicó— está la propia historia constitucional cubana, porque hay elementos de la Carta Magna de 1976 que se mantienen, incluso hubo que retomar algunos luego de la consulta popular, como fue el caso de los “bienes de dominio público”; aquellos con determinadas especificidades que el Estado, bajo ningún concepto, puede ceder. Eso se había escrito de una manera más general.
“También se tuvieron en cuenta los preceptos de la Constitución del 40 que (aunque burguesa) fue progresista para su época. Siempre digo que resultó muy importante la mirada de 42 años de vigencia de la Constitución de 1976, así como los experimentos de las provincias de Artemisa y Mayabeque, las cuales aportaron determinadas prácticas”.
Ordenamiento jurídico necesario
La profesora consideró que este proceso de Reforma Constitucional debe contribuir al perfeccionamiento de nuestra institucionalidad. “Ya se estaban dando algunos pasos en la renovación de normas, pero lo coherente es modificar primero la Carta Magna, y después las leyes de menor jerarquía se atemperan a los preceptos constitucionales.
“De alguna manera eso podía ser un freno, porque la Constitución no daba el marco exacto para cambiar lo necesario desde el punto de vista jurídico. Era esencial empezar por el principio. Yo insisto en que todo lo hecho es en pos del perfeccionamiento del socialismo, por supuesto, en un escenario económico, social e ideológico diferente.
“Hoy estamos hablando del derecho a la información, de la transparencia gubernamental; del debido proceso, de garantías judiciales a los derechos que implican un salto. Son, ciertamente, demandas nuevas.
“Otro ejemplo es en relación con la Contraloría, la cual surgió al margen de la Constitución. En un momento determinado la solución atinada e inteligente resultó considerarla como un órgano auxiliar de la Asamblea Nacional del Poder Popular, sobre la base de que la fiscalización está entre sus funciones. Sin embargo, ahora ya el texto lo contempla como un órgano permanente.
“Se aprovecha además la oportunidad para incluir al Consejo Electoral Nacional, como órgano del Estado. Esto sigue una tendencia internacional de que exista un órgano de este tipo con carácter permanente. En nuestro caso fue algo que la propia experiencia arrojó que podía ser útil.
“Otra de las novedades es que ahora estamos hablando de autonomía municipal, pero para lograrlo tenemos que capacitar a las autoridades para que asuman este importante reto”.
Un documento de todos
Al valorar en su conjunto a la nueva Constitución, la académica subrayó que la palabra de orden es “perfeccionamiento y salto cualitativo”, y aseveró que no pueden dejarse a un lado los retos.
“Lo primero es que el documento no debe convertirse en letra muerta, es preciso interiorizar y cumplir sus preceptos. Y esa conciencia tiene que partir no solo del ciudadano común, sino de los órganos del Estado, de los juristas. Es primordial tener presente lo que plantea, teniendo en cuenta que las normas inferiores no pueden contradecir lo que expresa la Carta Magna”.
Entre otros desafíos mencionó las normas que se derivarán del nuevo texto, sin lo cual será muy difícil que este logre los objetivos trazados. “Eso demanda un esfuerzo legislativo por parte de las facultades de Derecho y de los organismos jurídicos con el propósito de construir ese andamiaje de desarrollo que requiere”.
Consideró que el proceso de consulta obligó a la gente a indagar, a buscar elementos para tratar de perfeccionarla. “Creo que la convirtió en un documento de todos, tanto es así, que más del 50 % de los artículos sufrieron cambios, yo diría que para bien. Quedó un texto mejor logrado, técnicamente más organizado, gracias al resultado del trabajo de millones de personas.
“Independientemente de la legitimación formal que todos realizaremos el 24 de febrero en las urnas, la primera batalla ganada es haber logrado que un país entero se pusiera a pensar en la Constitución y participara, de alguna manera, en su elaboración. Por eso, a partir de ahora, defenderla será un deber de cada ciudadano”.