Al comenzar el año 1959 el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista era un hecho; sin embargo, eso no significaba que la Revolución ya hubiera triunfado, que el poder hubiera pasado a las fuerzas revolucionarias, por lo que había que garantizar ese paso para producir los cambios necesarios dentro de la sociedad cubana.
En ese momento, cuando fuerzas del Ejército Rebelde y su Comandante en Jefe se encontraban a las puertas de la capital oriental, Fidel expresó por Radio Rebelde la convicción de que: “¡Esta vez los mambises entrarán a Santiago de Cuba!” Esa expresión estaba acompañada de otra afirmación: “¡La historia del 95 no se repetirá!” Con esto, el líder revolucionario estaba aludiendo a una página dolorosa de la Historia de Cuba, aunque en ese momento no mencionó quienes habían impedido la entrada de los mambises en aquella ciudad en 1898.
Es muy conocido que, al producirse la rendición de las tropas españolas en la zona santiaguera, el jefe militar estadounidense impidió que los mambises pudieran entrar en la ciudad, aduciendo posibles venganzas. Ante aquella actitud, el mayor general Calixto García defendió la dignidad cubana en carta de 17 de julio de 1898 dirigida al jefe militar estadounidense, Shafter.
En esta misiva, el combatiente cubano exponía que había cooperado con las tropas norteamericanas por orden del gobierno de la República de Cuba; sin embargo, se había enterado de la rendición de Santiago de Cuba por personas extrañas, no por el mando norteño que tampoco le había participado ninguna noticia sobre las conversaciones de paz.
Le exponía que ni él ni sus oficiales fueron invitados a representar al Ejército cubano en tales acontecimientos; además supo que Shafter había dejado constituidas en la ciudad las mismas autoridades españolas contra las cuales los cubanos habían luchado por treinta años. El jefe mambí también protestó por el rumor de que se impidió la entrada de los cubanos a Santiago por temor a venganzas y represalias contra los españoles, ante lo cual afirmó que “respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía.”[1]
El general Shafter respondió a Calixto García en carta en la cual expresó que aquella guerra tenía lugar entre los Estados Unidos y España, con lo que excluía a Cuba de la contienda, a pesar de los años de lucha y del papel fundamental que tuvo el Ejército Libertador en preparar las condiciones para el desembarco de tropas estadounidenses y en las últimas acciones de manera conjunta. Desde esa posición, afirmaba el mayor general Shafter que estaba fuera de toda duda que la rendición de Santiago de Cuba fue hecha al ejército americano. Al mismo tiempo, le informaba que era decisión de su gobierno que continuaran en sus puestos en el territorio las personas que los ocupaban antes de la rendición.
Este hecho fue muy doloroso y se ha recordado siempre con indignación por parte de los cubanos; más cuando Fidel Castro lo recordó el 1º de enero estaba afirmando que las circunstancias eran otras, que no se repetiría aquella historia en el nuevo tiempo que se anunciaba para Cuba. No obstante, no entró en detalles, aunque era bastante generalizado el conocimiento del hecho al que aludía.
En discursos posteriores de ese primer mes de victoria, cuando recorría la Isla en la Caravana de la Libertad, Fidel volvió reiteradamente a ese tema, al que añadía la actitud del gobierno de los Estados Unidos el 12 de agosto de 1933, cuando se produjo la caída de Gerardo Machado, aunque de igual manera sin mencionarlo directamente. En el propio Santiago de Cuba, en su discurso desde el balcón del Ayuntamiento, recordó: “No habrá más golpes de Estado, no habrá más guerra, porque por eso nos hemos preocupado de que no ocurra ahora como cuando Machado. Esos señores, que desean más parecido el caso de la madrugada de hoy con el caso de la caída de Machado, aquella vez pusieron a un Carlos Manuel y ahora pusieron a otro Carlos Manuel”[2] El joven líder volvía a recordar el pasado para proyectar el futuro:
La república no fue libre en 1895 y el sueño de los mambises se frustró a última hora; la Revolución no se realizó en 1933 y fue frustrada por los enemigos de ella. Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militantes honorables. ¡Es tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está asegurado! Podemos decir con júbilo que en los cuatro siglos de fundada nuestra nación, por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirá.
En las reiteradas alusiones históricas a esos hechos, Fidel insistió en que no se repetiría aquel desenlace y el 7 de enero, en Matanzas, fue algo más explícito, al decir “pusieron a un Carlos Manuel y esta vez pusieron a otro Carlos Manuel”; pero estableció la diferencia: entonces no había un Ejército Rebelde, ahora sí lo había, por ello
(…) —la revolución que no triunfó en 1895 porque terminó en intervención, la revolución que no terminó en 1933 porque el golpe castrense lo impidió—, esta vez que no hay ni puede haber intervención, esta vez que no hay ni puede haber traición castrense, esta vez que el pueblo está en pie, tiene experiencia, tiene vanguardia revolucionaria y tiene las armas en la mano, esta vez el pueblo alcanzará lo que tantas veces le han arrebatado.
Como puede observarse, el recuerdo de la historia pasada estaba presente y, dentro de ella, la intervención extranjera, pero sin especificar más. La identificación directa y clara al poder interventor, los Estados Unidos, se produjo el 15 de enero, en un encuentro con el Club Rotario de La Habana donde expuso que, en la lucha contra el colonialismo español, cuando los cubanos “reunían armas en Estados Unidos se las quitaban ‒como nos las quitaban ahora también‒; y después de tanto tiempo luchando, al final, se les impide recoger el fruto de su victoria. A Calixto García ni siquiera lo dejaron entrar en Santiago de Cuba.” Después se refirió a lo ocurrido en 1933/1934, y se refirió al derrocamiento del gobierno presidido por Grau en enero de 1934 por parte de militares, pero preguntó:
(…) Pero, ¿por qué? ¿Qué pasó? ¿Actuaron solos? No. Todo el mundo sabe que aquí había un señor que se llamaba Jefferson Caffery que estaba metido en Columbia y cuando él no estaba metido en Columbia, Batista estaba metido en la embajada, y que los intereses extranjeros aquí, cuando vieron que había un gobierno revolucionario dispuesto a defender los derechos del país, dispuesto a defender los intereses del pueblo, se valieron de Batista para desalojar del poder a la revolución, y nos implantaron una dictadura de 11 años aquí. Eso fue lo que pasó.
Ese día el Comandante en Jefe nombró directamente al interventor, lo que tenía como base que se iniciaban las primeras campañas en Estados Unidos contra la Revolución Cubana. En los círculos de poder y, dentro de ellos, en la prensa, se atacaban los juicios que se celebraban a los criminales y torturadores batistianos y hasta se decía que la intervención no era cosa del pasado, de ahí que Fidel mencionara directamente la política intervencionista norteamericana en aquellas circunstancias y declarara que el pueblo debía estar alerta.
Sin duda, las circunstancias se movieron rápidamente y los Estados Unidos comenzaron a hostilizar a la Revolución de manera temprana; lo que llevó a que la experiencia histórica se proyectara hacia el presente con el propósito de preparar al pueblo para el combate que ya se iniciaba. No podía repetirse la frustración de la Revolución por la intervención norteamericana. La historia era un buen argumento para enfrentar el peligro.
[1] Hortensia Pichardo. Documentos para la Historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, T I, pp. 516-517.
[2]Todos las citas de los discursos de Fidel Castro están tomadas del sitio www.cuba.cu/gobierno/discursos/