El viernes último concluyó en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, del Complejo Histórico Militar Morro-Cabaña, la edición 22 de la Feria Internacional de Artesanía (Fiart 2018), la cual fue organizada por el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) bajo el lema Arte, Utilidad y Oficio. Fiart abrió sus puertas al público el pasado 6 de diciembre, como parte de las celebraciones del Ministerio de Cultura por la llegada del aniversario 60 del triunfo de la Revolución y por los 500 años de la fundación de La Habana.
Fue una gran vitrina con excelentes artesanías artísticas —gracias a una rigurosa selección y curaduría—, cuya concurrencia de público la situó, de nuevo, entre los más sobresalientes eventos de la cultura cubana, igualmente dedicado al aniversario 40 de la creación del FCBC.
En la jornada del jueves pasado varios miles de personas, luego de hacer una fila de más de 700 metros de largo, en la medida en que se acercaban al enrejado que da acceso al camino que conduce al vetusto recinto, lo hacían de forma desorganizada, amontonados, imagen que volvía a repetirse en la antesala de la Fortaleza, donde antes de enrumbar por el puente hacia adentro se instalaron las taquillas de venta.
A juzgar por los criterios de los encuestados la Cabaña no es el sitio idóneo para celebrar este encuentro por dos motivos incuestionables: el difícil acceso a esa instalación y los fatigosos recorridos sobre sus adoquinadas calles para poder visitar los cientos de stands de creadores cubanos y extranjeros allí ubicados.
“Cuando se hace en Pabexpo, mi mamá de 70 años de edad, a pesar de sus problemas de locomoción, no se pierde esta oportunidad de disfrutar de las creaciones de los artesanos artistas, pero aquí ni soñar. El ómnibus que pusieron como trompo entre La Habana y la Feria deja a los pasajeros en la Vía Monumental, a más de un kilómetro de la entrada del inmueble. Luego, dentro, es muy incómodo caminar”, dijo Yoenia García Estrada, trabajadora de salud pública.
Tal vez por ese motivo fue notable la concurrencia de jóvenes y niños.
Una variada oferta gastronómica en moneda nacional y a precios realmente asequibles, así como ligeras disminuciones en los precios de algunos de los artículos de mayor demanda, caracterizaron el evento en el que los calzados, los textiles, las bisuterías y las reproducciones artísticas enmarcadas —magnífica idea del FCBC al venderlas en llamativos y factibles importes— fueron, como en anteriores ediciones, los más solicitados.
Ante el llamado del Estado, del Ministerio de Cultura y del FCBC, de estimular los diseños y producciones de artículos que propicien la sustitución de importaciones, esta convocatoria de Fiart demostró el empeño de un numeroso grupo de artífices por trabajar en concordancia con esa solicitud, como pudo apreciarse en muchos renglones exhibidos, entre estos los muebles, los calzados y las confecciones textiles. Dentro de las últimas se conoció la novedosa propuesta de la joven diseñadora Karen Santín de poner a disposición de la enseñanza artística sus variadas ofertas de los necesarios leotards, hasta ahora solo adquiribles en los mercados internacionales, así como de probarse, con similares intenciones, en la creación de zapatillas, también para el ejercicio de la danza.
Un gran acierto de esta edición fue el interés de los organizadores de dar a conocer al público cubano las manifestaciones de distintos países, motivo por el cual la primera nación invitada fue México, que “es en el continente, el país madre de la artesanía”, dijo Mercy Correa, directora de Artesanía del FCBC.
Sin embargo, por vez primera, el interés hacia la prensa fue desacertado. En la Cabaña se instaló un espacio de atención para esta labor, el que fue imposible localizar, a lo que contribuyó una insuficiente señalética. Prácticamente solo se atendieron a los colegas que arribaron al lugar mediante los servicios de ómnibus contratados por el FCBC y no a los que lo hicieron por sus medios. La acreditación fue igualmente descuidada, ya que en muchos casos tan necesarias identificaciones no se hicieron, ni siquiera durante el curso de la Feria, en la cual tampoco hubo eficaz nivel de información para el trabajo periodístico, gestión a la que hubiese contribuido la circulación de un boletín digital como los que se realizan en otros eventos de similar trascendencia.
A pesar de todo, ¡enhorabuena Fiart 2018!