Por estos días de diciembre son múltiples las muestras de agradecimiento que reciben los profesionales de la educación en nuestro país.
En cada rincón de Cuba, allá en aquella escuelita, pequeñísima, intrincadísima, llega el beso agradecido para el maestro multigrado. En las escuelas citadinas para esos que acumulan paciencia y perseverancia desde los círculos infantiles hasta las universidades, también llega el agasajo sincero.
Así los cubanos todos, reverenciamos a aquellos jóvenes que salieron de sus casas para invadir con letras y números los hogares sin la luz del saber en los albores de la Revolución, y que propiciaron que un 22 de diciembre Cuba fuera declarada libre de analfabetismo.