Si las vacas y bueyes formaran un país, sería el tercero en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global, pues la ganadería constituye una de las principales fuentes generadoras de un GEI relativamente potente: el metano, que se produce por la descomposición de la materia orgánica, en este caso la digestión del alimento por el animal.
Además de aumentar la concentración en la atmósfera de los gases contaminantes que originan el cambio climático, la cría de ganado vacuno contribuye a la deforestación y al desplazamiento de comunidades rurales e indígenas, e incluso puede llegar a afectar la salud humana.
El daño que ocasiona la ganadería a los recursos naturales del planeta puede apreciarse si conocemos que, por ejemplo, las extensas selvas de Sudamérica, consideradas el pulmón del planeta, están siendo taladas para plantar soja y producir pastos para el ganado; y que una hamburguesa de ternera de un cuarto de libra, hasta llegar a ser ingerida, requiere como promedio haber consumido la impresionante cifra de mil 695 litros de agua, por demás, en un mundo donde el vital líquido es cada vez más escaso.
El creciente consumo de carne es una de las formas más destructivas con las que dejamos nuestra huella en la Tierra, asegura un estudio respaldado por ONU Medio Ambiente y divulgado por la página digital Noticias ONU.
Pese a esos negativos efectos, la demanda de carne está aumentando a nivel mundial, y el Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura prevé que crezca en un 76 % hasta el 2050. “Se consumirá más carne que nunca en la historia, y pagaremos un precio ambiental y humano, a menos que se haga un cambio”, asegura ONU Medio Ambiente.
Expertos apuntan que eliminar completamente la carne de la dieta no es una opción para muchas personas, y resaltan que la producción ganadera es una fuente realmente importante de vitaminas y proteínas, además de generar ingresos para muchas familias de bajos recursos.
Señalan que en el núcleo del problema ambiental está la forma en que se produce y se consume la carne, por lo que sugieren explorar formas de lograr un equilibrio ecológico. Reducir el consumo intensivo de carne producida industrialmente es bueno para todos y también para el planeta, aseguran.
ONU Medio Ambiente recalca que se trata de lograr un consumo más responsable. Por ejemplo, comer un filete o una hamburguesa de una granja ecológica de vez en cuando, en lugar de comer tres veces a la semana la versión producida en granjas intensivas.
El consumo en exceso de carne procesada también tiene implicaciones negativas para la salud. Los antibióticos que se utilizan para criar el ganado y mantenerlo libre de enfermedades a menudo terminan en los alimentos y contribuyen a desarrollar en los seres humanos una peligrosa resistencia a estos medicamentos.
Reducir la emisión de los nocivos gases y poner freno a la deforestación son los principales objetivos que se persiguen con la implementación de una producción ganadera sustentable, en cuya promoción participa la Organización de Naciones Unidas a través de varias de sus agencias y programas, entre estos últimos la Agenda Global de Ganadería Sostenible.
Ganadería debe ser más sostenible, reclama la FAO