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París, más iluminada que nunca

La “ciudad luz” está más iluminada que nunca este fin de año. Sucede hace más de tres semanas y la mayor “claridad” no responde a equipos eléctricos instalados para dar vida a estos días navideños, y no solo es París, aunque ella siempre llama la atención del mundo. También sucede en regiones más apartadas de Francia.

No se trata de un misterio, sino de las fogatas esparcidas por toda la ciudad, especialmente en los lugares más céntricos, las cuales no se han hecho para calentar a peatones o a los sin casa que pululan en busca de un poco de calor.

Responde a una nueva manera de protestar de los parisinos y, en sentido general, de los franceses. Son aquellos a los que se les conoce internacionalmente como los chalecos amarillos.

 

Foto: Tomada de Diario Crónica

Prácticamente es una sublevación contra el poder establecido. Cada vez son más quienes portan el nuevo “uniforme”, y su presencia en la prensa nacional e internacional los convierte en abanderados de los cambios que exigen.

¿Quiénes son y qué reclaman?

Desde el 17 de noviembre, cientos de miles de ciudadanos acuden a las demostraciones de los chalecos amarillos y más de 4 mil 500 fueron detenidos por agentes antidisturbios. Cientos resultaron heridos, varios han muerto, reportaba entonces la agencia Prensa Latina.

Foto: Tomada de Diario de México

Los participantes en las protestas comenzaron por expresar su descontento con el alza de los costos del combustible, pero extendieron sus demandas a la reducción de los impuestos en general y el acceso igualitario a la seguridad social.

Algunos quisieron comparar este movimiento de protesta con lo acontecido en agosto de 1968, aunque finalmente ha triunfado el criterio de que son dos fenómenos sociales diferentes. En el primero los protagonistas fueron estudiantes y obreros, orientados por sus respectivos líderes.

Las jornadas que ahora estremecen a la sociedad gala comenzaron espontáneamente y han crecido con el apoyo de la ciudadanía. Han puesto en crisis a la sociedad y al propio gobierno. En el mejor de los casos representan a la clase media baja.

Otras consignas enarboladas por los chalecos amarillos piden el respeto a los derechos de los trabajadores, el fin de la política de austeridad y la protección de los migrantes.

Los manifestantes critican también la decisión de Macron de no reunirse con ellos y la mayoría consideran insuficientes las medidas anunciadas el lunes 10 de diciembre, según relataron medios locales.

No aceptan propuesta de Macron

 

Foto: Reuters

 

Luego de cuatro semanas consecutivas de protestas en su contra el Presidente francés declaró, a principios de diciembre, el estado de emergencia económica y social en el país, y anunció varias medidas para intentar aplacar los descontentos.

Luego de ese período de mutismo, criticado también por la oposición y la opinión pública, comunicó que en el 2019 se aumentará en 100 euros el salario mínimo y se disminuirán los impuestos a los jubilados y trabajadores, como un intento de terminar con la crisis que al parecer sobrepasará el 2018.

Lo anterior se suma a otros anuncios, como la entrega de estímulos por fin de año, los que estarían exentos de cualquier gravamen, al igual que las horas extras trabajadas.

Uno de los temas más reiterados en las protestas es el caso de los jubilados y su situación precaria. Según el Gobierno, aquellos que ganen menos de 2 mil euros mensuales no tendrán que cumplir con el anunciado incremento del pago de un nuevo impuesto.

Llama la atención la inesperada intervención por la televisión del jefe de Estado, sobre todo, porque admitió por primera vez que la insatisfacción popular era justificada, asegurando que la nación atraviesa un momento sin paralelo.

En su llamado, Macron pidió la colaboración de las grandes empresas y de todos los sectores de la sociedad para encontrar solución a la situación existente.

Manifestantes no aceptan “migajas”

Foto: Reuters

 

Las reacciones populares, las de los chalecos amarillos y, fundamentalmente, de los especialistas, no se hicieron esperar.

Las primeras no las aceptan por considerarlas “migajas” y plantean mantenerse hasta lograr objetivos más concretos y que satisfagan las demandas exigidas durante todo este tiempo.

Para los especialistas tales medidas podrían volverse en contra del propio Macron, porque la imagen que dan es la de un gobierno débil ante la insatisfacción ciudadana. A ello se le sumaría el problema económico, que se crearía con el aumento del salario y la anulación de impuestos a las horas extras.

De cumplirse lo evaluado por los especialistas, el Estado tendría que entrar en una fase de austeridad y recortar servicios públicos. Es decir, al intentar resolver un problema lo que hará es generar otro y quizás más grande que el actual.

Se acerca el fin de año, pero no el final de las protestas. Hasta el momento siguen siendo catalogadas como espontáneas y con un gran apoyo popular. Ningún partido opositor ha intentado capitalizar el movimiento, aunque para algunos la extrema derecha se les ha acercado.

Foto: Reuters

Los manifestantes rechazan desde el principio la institucionalidad y lo que los partidos tradicionales representan. Nuevas y más violentas auguran un fin de año caliente.

Termina el 2018 pero no las imágenes de represión que siguen recorriendo el mundo, sobre todo la de un señor en sillas de ruedas que fue sacado de la marcha por la fuerza.

Foto: Reuters

 

Foto: Reuters
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