Parecería una exageración pero casi mil millones de personas en el planeta pudieran gritar que padecen hambre, lo que evidencia la violación de uno de sus más elementales derechos humanos: el de comer.
Pero como casi el doble de esa cifra no saber leer, otro derecho que les pertenece, desconocerá que cada 10 de diciembre, desde 1948, fue proclamada la Declaración Universal de los Derechos Humanos en París por representantes de todas las regiones del mundo.
La humanidad reconoció entonces que este documento marcaba un hito en la historia universal, constituyendo para los pueblos y naciones, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben proteger en el mundo.
Hoy se pronunciarán discursos en diversos idiomas, la prensa publicará editoriales y reportajes sobre el tema. Habrá promesas para aliviar los sufrimientos de una buena parte de la humanidad y, luego, se hablará de que estamos a fin de año y que debemos celebrar con alegría y fiestas el advenimiento del 2019.
No importa que tal fiesta sea imposible de llevar a cabo por los hambrientos, los sin casa, sin trabajo, sin atención médica elemental, sin enseñanza y otros sin, que los hace descender a una escala inferior que sus congéneres, y los convierte en verdaderas bestias.
En silencio seguirán su penoso peregrinar por esta vida y, en el mejor de los casos, rezarán porque en “la otra” se les reconozca como lo que son, seres humanos con derechos que las Naciones Unidas expuso en un documento y que no solo significa un papel más.
La Declaración precisa en su articulado que “toda persona tiene derecho al trabajo… a un nivel de vida adecuado, que le asegure a su familia la salud, el bienestar y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios y el derecho a la educación”.
Son más los derechos pero los que determinan en la vida de las personas y sus familiares son estos, independientemente que los otros también sean necesarios.
La realidad es muy diferente 70 años después. Hoy el mundo es más desigual, inestable y sujeto a las políticas de unos pocos, que violan los derechos de poblaciones enteras.
Las intervenciones militares, las guerras locales, el desconocimiento de la soberanía de las naciones provocan más daño que los fenómenos naturales. Hace unos años la ONU se lamentaba por la hambruna provocada por la sequía en Yemen. Hoy mueren de hambre en esa nación el doble de personas, sobre todo niños, por la agresión foránea. Es solo un ejemplo.
Gobiernos imperiales aprueban políticas criminales que afectan a poblaciones enteras y las condenan a sufrimientos. Los cubanos padecemos hace más de 50 años un bloqueo que no ha destruido la Revolución gracias a la resistencia de nuestro pueblo.
Sin embargo, los medios de comunicación en manos de los poderosos vuelven cada cierto tiempo a enarbolar la bandera de los derechos humanos tergiversando lo planteado por la Declaración que hoy cumple siete décadas para atacar a naciones por la supuesta violación de estos.
En Brasil los corruptos condenan la corrupción y destituyen a una presidenta en funciones mediante un golpe parlamentario y tienen preso a un líder obrero, expresidente, para evitar que ganara en las recientes elecciones. Ese es solo otro ejemplo.
La verdadera “culpa” de ambos dirigentes fue acabar con el hambre de millones de sus compatriotas y trazar políticas que garantizaran los más elementales de sus derechos humanos.
A punto de iniciarse el año 2019 del actual siglo, ¿cómo explicar el fenómeno de la migración? ¿De qué huyen los centroamericanos? ¿Cuáles son las causas que obligan a africanos y árabes a arriesgar sus vidas en el mar? ¿Qué ha pasado en aquellos países donde las potencias, encabezadas por los Estados Unidos, intervinieron para llevar la libertad y la democracia?
Cuba ha demostrado con hechos concretos —exigiendo siempre el más estricto respeto— su inequívoca disposición al diálogo franco y abierto en todos los temas, incluido el de los derechos humanos.
La Revolución hizo realidad el disfrute de los derechos humanos para todos los cubanos y cubanas, comenzando por la materialización, por primera vez en su historia, de su derecho a la libre determinación y a la dignidad humana.
Es por eso que seguimos comprometidos con la decisión irrevocable de avanzar en el desarrollo socialista, independiente, autóctono, democrático, libremente participativo, próspero y sostenible de nuestro país.
El derecho de comer