Por Frank Padrón
Entre los títulos a recomendar en esta 40 edición del Festival que desde el 6 y hasta el 16 de diciembre corre en la capital está Love, Scott (“Panorama documental”), un filme de la canadiense Laura Marie Wayne que sigue a un joven gay , director orquestal, quien tras un ataque homofóbico en su pequeño pueblo pierde la movilidad de la cintura hacia abajo; la manera en que la víctima procesa su nueva, triste realidad, la posibilidad de erigirse sobre ella y abrigar incluso el perdón, son focalizadas por la realizadora en 76 minutos desde una perspectiva lírica, intimista, para lo cual se apoya en una hermosa fotografía y una banda sonora (importantísima dada la profesión del protagonista) que complementan eficazmente las características del discurso, así la precisa edición; se agradece sobre todo la elegancia de eludir el morbo o los énfasis para abrazar una perspectiva minimalista y poética que define su tono.
Dogman (“Panorama Contemporáneo Internacional”) es una cinta de humillaciones y relaciones torcidas que involucran a un peluquero de perros y un exboxeador en la Italia de los años 80; realizada por el prestigioso Matteo Garrone (Gomorra; El cuento de los cuentos…) vuelve al tema del abuso de poder y la explotación al débil aunque en una registro íntimo, ajeno al fresco de las maffias y las vendettas colectivas de anteriores filmes. Aunque demora un tanto en encauzar el conflicto, Gorrone vuelve a demostrar su clase como director en la línea del cambio de roles y el estudio de caracteres recortados contra un marco desgarrador. Los míticos Perros de paja de Peckinpah en contexto itálico. Para destacar, además, la actuación brillante de Marcello Fonte, no gratuitamente premiado en Cannes.
En la misma sección aparece Un hombre fiel (Francia) Louis Garrel, una historia de amores cruzados, celos y sospechas (con niño que recela de una muerte, incluido) que son desarrolladas desde un aire de thriller. Varios personajes comparten esta interesante historia en torno a complejas relaciones eróticas, y el hecho de que se desplace el punto de vista de ellos en tanto narradores in off enriquece la diégesis, la cual sin embargo decae sobre la mitad del metraje, si bien logra recuperarla en el desenlace.
La plástica está muy presente en el festival, de modo que recomendamos especialmente dos: Cuarenta años en carteles (Lobby 23 y 12) y Otra vez…Clásicos restaurados (Galería cercana a ese cine); la primera invita a un recorrido por los afiches que han acompañado el evento durante este tiempo, y donde es posible apreciar la pluralidad de estilos y tendencias a lo largo de esas provechosas y variopintas décadas; la segunda ilumina sobre la manera en que nuestros artistas del pincel y diseñadores han reflejado desde sus peculiares y singulares poéticas la huella que el cine de todas partes ha ido dejando en nuestras pantallas…y en sus percepciones.
Continuaremos hablando del Festival desde esta columna.
