El 7 de diciembre de 1958, tras 14 días y 13 noches de hostigamiento, cerco y combates en ocasiones encarnizados, La Maya fue definitivamente liberada por fuerzas del Segundo Frente Oriental Frank País. La toma de este poblado estaba comprendida dentro de la operación Flor Crombet, concebida por la jefatura de ese Frente en cumplimiento de las orientaciones impartidas el 13 de noviembre por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en las que para esas fuerzas indicaba:
“Las columnas del Segundo Frente deben seguir el avance, sitiando y rindiendo a todos los cuarteles posibles en la zona comprendida entre Mayarí, San Luis, Guantánamo, mientras que las columnas que rodean a Santiago de Cuba deben continuar vigilando e impidiendo el menor movimiento de tropas enemigas”.
En la operación Flor Crombet participarían fuerzas de las columnas 6, 17 y 20 del Segundo Frente, así como la 9 y otros efectivos del Tercer Frente, todos bajo el mando del comandante Raúl Castro. El 21 de noviembre, el comandante Antonio Enrique Lussón Batlle, jefe de la Columna No 17 Abel Santamaría, impartió las instrucciones generales para la operación, en las cuales planteó que las columnas 6, 9 y 17, además de mantener las posiciones ocupadas, a partir del 23 de noviembre debían actuar contra Mayarí, Cueto, San Luis, Alto Songo, La Maya, El Cristo, Río Frío, Palma Soriano, Dos Palmas, Sagua de Tánamo, Cayo Mambí y Baracoa.
Contra una fuerte guarnición enemiga
En el caso concreto de La Maya, desde mediados de noviembre combatientes de la columna 17, capitaneados por Filiberto Olivera Moya, sometían al enemigo a frecuentes incursiones y hostigamiento. Las acciones combativas comenzaron al amanecer del 23 de ese mes, con la finalidad de desalojarlo de sus posiciones y obligarlo a concentrarse en el cuartel, para allí cercarlo. Al día siguiente, el enemigo lanzó un sorpresivo contraataque y los rebeldes se replegaron debido a la escasez de municiones y la superioridad numérica de aquel, pero se hicieron fuertes en la salida del pueblo.
Hasta allí se trasladó el comandante Lussón, quien dio instrucciones de mantener el cerco para impedir que el enemigo avanzara hacia ese Alto Songo, sometido desde la noche antes a un ataque dirigido por él. Una vez liberada esta localidad, el día 27, el jefe de la columna inició el traslado paulatino hacia La Maya de las fuerzas que allí se batieron, y asumió el mando de las acciones. Desconocedora de que Alto Songo se encontraba el poder de los rebeldes, la guarnición de La Maya emprendió la retirada hacia allí, pero fue rechazada y se vio obligada a retornar al punto de partida.
El día 30, los rebeldes intensificaron el ataque a las posiciones ocupadas por el adversario, cuyos ocupantes se refugiaron en el cuartel, donde quedaron cercados e intentaron resistir ante la promesa del mando superior de la llegada de refuerzos. La aviación del régimen realizaba frecuentes raids sobre las posiciones rebeldes, y lanzaba paracaídas con suministros a sus efectivos, los cuales en su casi totalidad cayeron en poder de los rebeldes, y algunos provocaron intensos combates entre ambos bandos.
El día 6, mediante el padre Jimeno, cura de La Maya, el capitán José Ponjuán Martínez, jefe del cuartel, recibió una carta en la que el comandante Raúl Castro le instaba a la rendición. El oficial solicitó a Lussón una tregua y una entrevista en horas de la tarde de ese día. La tregua no fue concedida, pero el encuentro entre ambos jefes se realizó a las dos de la tarde con la participación de otros jefes, entre ellos el comandante Efigenio Ameijeiras Delgado, segundo jefe del Frente Frank País. Entretanto guardias y atacantes conversaron entre sí, y el doctor Creach, médico rebelde, procedió a prestar asistencia a los enemigos heridos.
La rendición fue fijada para las seis de la tarde de ese día, pero en el cuartel recibieron información de que un batallón de infantería reforzado con tanques acudía en su auxilio desde Guantánamo, y una parte de la guarnición exigió a su jefe extender la tregua en espera de su llegada. Mas esta no tuvo lugar, porque el refuerzo fue rechazado en Río Frío, por fuerzas de las columnas 6, 18 y 20 dirigidas por el comandante Ameijeiras. A las cuatro de la tarde, el jefe de la columna 17 ordenó reanudar las acciones.
Alas rebeldes en el cielo de La Maya
Ante la tenaz resistencia de aquella fuerte guarnición, el 5 de diciembre el comandante Raúl Castro decidió emplear por primera vez a la Fuerza Aérea Rebelde contra un objetivo enemigo. Para hacerlo fijó el 7 de diciembre, en ocasión del aniversario 62 de la caída en combate del mayor general Antonio Maceo. La nave seleccionada fue un Kingfisher ocupado al enemi0go durante un aterrizaje de emergencia en territorio rebelde. La tripulaban el piloto Luis Alfonso Silva Tablada y Leonel Paján Grau, como artillero.
Aproximadamente a las 5:45 de la madrugada, el Kingfisher partió de Mayarí Arriba, distante unos treinta kilómetros del objetivo, para realizar la Operación A-001, primera misión combativa de la aviación rebelde:. Minutos más tarde el aparato dio un primer pase para precisar la ubicación del cuartel, cuyos ocupantes pensaron que se trataba de una nave era del ejército y abandonaron las trincheras. En un segundo pase fue lanzada una bomba que estalló en el patio del cuartel; y en el siguiente otra que, si bien no explotó, su mezcla inflamable se encendió con las llamas de la primera. Tras el último pase, Silva puso rumbo a Cananova. La acción provocó desconcierto y desmoralizaron en la guarnición, que a la vez era atacada con nutrido fuego de ametralladoras y fusilería.
A las dos de la tarde se efectuó una nueva entrevista pedida por Ponjuán para concertar la rendición, cuyos términos contemplaron la entrega de los prisioneros a la Cruz Roja Internacional, con excepción de los que habían cometido crímenes; prestar asistencia médica a los soldados heridos, y la entrega a los rebeldes de todo el armamento en buen estado, parque y otros medios.
Fue ocupado un cuantioso armamento, gran cantidad de municiones, granadas y otros materiales y pertrechos militares. Las bajas enemigas fueron seis muertos y 247 prisioneros, de estos 31 heridos; y dos lograron evadirse; por los rebeldes hubo cinco muertos —José Oscar Mejías Pérez, Luis Felipe Matos Licea, Andrés Chongo Contreras, Reinaldo Sablón y Marino Muñoz Romero— y ocho heridos. Dos civiles murieron por accidentes.
Esa tarde el jefe del Segundo Frente acudió a La Maya y habló a los soldados y a la población, tras lo cual se iniciaron labores encaminadas al restablecimiento del orden y la rehabilitación del poblado.
Una vez tomada La Maya, todo el territorio del Segundo Frente Oriental comprendido entre Santiago de Cuba y Guantánamo quedó bajo dominio rebelde, tal como se perseguía con la operación Flor Crombet.