Surgió como acuerdo del XI Congreso de la CTC
“En el día de hoy hemos recibido la noticia de que un joven brigadista alfabetizador, de 16 años de edad, fue asesinado por elementos contrarrevolucionarios en la finca Palmarito, barrio Río de Ay, término municipal de Trinidad, Las Villas”. Esas fueron las palabras con las que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz inició la clausura del XI Congreso de la CTC.
Era el 28 de noviembre de 1961. El crimen cometido contra Manuel Ascunce y el campesino Pedro Lantigua se había producido dos días atrás, por la banda de alzados contrarrevolucionarios encabezada por el sanguinario Julio Emilio Carretero.
Un delegado a aquel congreso, Víctor Hugo González, relató que la noticia produjo una terrible conmoción en los participantes en el evento sindical, y lo ocurrido en aquella jornada dejó profundas huellas en sus recuerdos.
La historia recoge que en medio de su intervención, a Fidel le llegó una nota de los asistentes, a la que le dio lectura en alta voz: “Propongo —decía el escrito— que de este Congreso salgamos un batallón para capturar a esos asesinos”, lo cual provocó en el auditorio aplausos prolongados; a continuación señalaba el texto, que lo hacía en nombre de todos los delegados al Congreso, y expresaba: “Deseo ir en primer lugar, pues tengo un hijo brigadista y además yo participé en el batallón de la ‘limpieza del Escambray’ y conozco algo la zona”.
La idea fue acogida con grandes muestras de aprobación, y Fidel precisó: “ Por lo menos, si no un batallón, una representación que recoja el sentimiento de este Congreso; bastaría con una representación, pues todos ustedes comprenden perfectamente que tienen importantes obligaciones en sus centros de trabajo. Y sería, por eso, mejor que fuera un pelotón integrado por ustedes (…). Que sea escogido, puesto que todos se ofrecen, por los compañeros del Comité Ejecutivo de la CTC”.
Víctor Hugo fue uno de los integrantes de ese grupo, llamado también Pelotón Escambray, cuya composición fue representativa de los 25 sindicatos existentes entonces. Lo constituyeron 33 hombres y una mujer, la doctora Rosa Caballero. La jefatura se le confió a Rogelio Iglesias Patiño, Pao, quien atendía la esfera de Asuntos Laborales y Sociales en la dirección nacional de la CTC y como segundo jefe fue designado Pedro Julio García Cepeda. Su misión no solo era militar, sino la de dar a conocer los acuerdos del Congreso, el primero después de la proclamación del carácter socialista de la Revolución y de la victoria de Playa Girón.
Partieron para Santa Clara y allí el comandante Juan Almeida, jefe del Ejército del Centro, los puso bajo las órdenes del capitán Orlando Lorenzo Castro, Pineo.
De un libro biográfico de este último, ya fallecido, quien dentro de las Fuerzas Armadas llegó a conquistar los grados de general de brigada, Víctor Hugo cita el momento en que los sindicalistas devenidos combatientes fueron recibidos por él: “En la zona de los Canarreos y el Quirro la operación militar continuaba, unos días después se nos incorporó un pelotón de la CTC, enviado por nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz”.
Años más tarde, Pedro Julio, el segundo jefe del Pelotón narró a Trabajadores que junto al legendario Pineo participaron en peines, cercos y emboscadas, y en las operaciones que tuvieron lugar en Polo Viejo, Vega de Peña, Las Piñas y Magua. Y otro de los integrantes, Hugo González Aguilera, precisó que también se movieron por Charco Azul, Limones Cantero, San Juan de Letrán, Cuatro Vientos, El Nicho, Condado, las riberas del río Caburní y el salto del Hanabanilla, entre otros lugares.
Los miembros del Pelotón Escambray no solo cumplieron ejemplarmente el mandato del XI Congreso, sino realizaron además un intenso trabajo político de divulgación de los acuerdos del cónclave y en favor de la alianza obrero-campesina, que la contrarrevolución intentaba quebrantar en aquellas zonas.
Quiso la historia, señaló Víctor Hugo, que el destacamento obrero se enlazara como símbolo de la estrecha alianza obrero-campesina, en momento y lugar diferentes, con la gloriosa milicia de los Malagones, campesinos pinareños que se organizaron para combatir el bandidismo, pues ambos destacamentos cumplieron análogas misiones encomendadas por el líder de la Revolución.