El doctor Ahmetid Alfonso Castro, uno de los médicos villaclareños que prestaba colaboración en Brasil, llegó a Santa Clara. Miró de frente al Che en la plaza que lleva su nombre y parecía decirle al Guerrillero Heroico: ¡Cumplimos colega!
Más allá del imprescindible saludo, el abrazo al padre y la madre y amigos, Ahmedit confiesa que trae apretado el pecho y en él a Yonata, uno de sus pacientes.
“Yonata es un niño autista, su abuela lo llevaba casi todos los días al consultorio para que estuviera conmigo algunos minutos que le eran muy favorables. Llegamos a tener una comunicación muy especial, hacia su ritual de reconocimiento, me olía, me pasaba la mano por el pelo. Yo le daba atención diferenciada, conversábamos y se iba, era ya una costumbre y él comenzó a comunicarse mejor con el resto de las personas. A Yonata lo recordaré siempre, sé que él me necesita”.
Pero dejé otros pacientes, algunos encamados que necesitan atención sistemática, la que realizaba a domicilio que sé nadie las hará con mi ausencia. Y traigo conmigo también los niños que me despidieron, el calor de las abuelas abrazándome cuando regresaba, a los que me llamaron al aeropuerto para darme un hasta luego.
Trabajé durante dos años en el Estado de Maroña, en el municipio Presidente Dutra, donde atendía cinco puestos de salud con más de 3 mil habitantes. Fue una labor entrañable, muy hermosa que guardaré en el corazón, pero que tiene el sabor de haber quedado trunca por la tozudez de su futuro presidente.