A través de un artículo que publicó en la revista Science junto a Kenneth Foster, profesor de bioingeniería en la Universidad de Pensilvania, el director general del Centro de Neurociencias de Cuba recordó que desde 2016 el Departamento norteamericano de Estado informó sobre síntomas como pérdida de audición y vértigo.
El personal de la embajada dijo haber escuchado sonidos inusuales e inquietantes en su casa o en las habitaciones de un hotel, además de sus lugares de trabajo, rememoró el texto aparecido en ese medio, que pertenece a la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.
Durante los siguientes dos años, los científicos han permitido que la especulación sobre las causas de estos problemas de salud supere la evidencia, lamentaron los autores.
Valdés-Sosa y Foster hicieron alusión a un estudio de neurocientíficos de la Universidad de Pensilvania, quienes dijeron tener evidencia de lesiones cerebrales relacionadas con la percepción del sonido en algunos de los individuos afectados, pero señalaron que ese trabajo ha sido firmemente cuestionado por otros expertos.
Ni los funcionarios cubanos ni los estadounidenses han identificado el origen de los problemas de salud ni han aportado pruebas convincentes de que tienen una causa común, agregaron.
Según ambos especialistas, si bien los campos acústicos o electromagnéticos podrían haber producido sonidos audibles en la embajada, no se han reportado agentes físicos a niveles que posiblemente hayan perjudicado a los empleados. ‘La evidencia disponible para el público sigue siendo en gran medida anecdótica’.
Pese a esos hechos, indicaron que la discusión entre los científicos y los medios de comunicación sobre la causa de los problemas de salud se ha caracterizado por especulaciones e inferencias injustificadas sobre los posibles efectos de agentes físicos supuestamente dirigidos a los empleados.
Dicha especulación no es útil para tratar a los individuos afectados y dificulta las relaciones entre los dos países, consideraron sobre el tema que llevó a Washington a retirar la mayoría de su personal en La Habana, suspender la entrega de visas y expulsar a 17 funcionarios cubanos de esta capital.
Desde su punto de vista, no pueden descartarse explicaciones alternativas (incluidas las enfermedades preexistentes o la exacerbación de trastornos funcionales inducida por el estrés) porque no encajen en teorías preconcebidas.
‘No hay pruebas suficientes para adivinar la causa de los sonidos, y mucho menos evaluar su posible relevancia para la salud’, manifestaron.
En septiembre pasado, durante una visita a esta capital como parte de un grupo multidisciplinario de nueve expertos cubanos que se reunió con médicos del Departamento de Estado, científicos y legisladores, Valdés-Sosa y sus compañeros hicieron un llamado similar a dejar a un lado las especulaciones y considerar el método científico en este asunto. (Tomado de misiones.minrex.gob.cu)