Mentiras… y mal contadas

Mentiras… y mal contadas

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Los servicios de inteligencia de la mayoría de los países, en especial los que constituyen potencias mundiales  acuden, cuando lo entienden necesario, a la desinformación con la única intención  de lograr sus objetivos.

 

espía ruso
Padre e hija cuando iniciaban su vida en Gran Bretaña sin imaginar que una siniestra historia se fraguaba y pondría en riesgo sus vidas. Foto: Infobae

 

Así sucede con el caso del envenenamiento del exespía ruso Sergue Skripal y su hija en un perdido pueblo británico. En marzo del pasado año la noticia llenó de inmediato titulares de la gran prensa.  Incluso la primera ministra Theresa May llegó a plantear que la responsabilidad, sin mostrar la más mínima prueba, era de las autoridades rusas.

Con ello comenzaba el espectáculo mediático para alcanzar el objetivo de cuestionar a Rusia, sin importar que se basara en mentiras que, además, están mal contadas.

La vocera de la Cancillería rusa, María Zajárova, declaró unos días después que tales mentiras habían quedado al desnudo. Señalar a Rusia como el lugar de procedencia de la sustancia tóxica utilizada fue desmentido por el laboratorio británico de Port Down, cerca de la ciudad donde fueron afectados padre e hija.

Durante todos estos meses, muchos expertos se preguntan cuáles podrían haber sido los motivos de Rusia para atentar contra el excoronel de la inteligencia militar, quien ya había sido condenado, a 13 años de prisión por espionaje, y perdonado cuando fue canjeado por agentes rusos, hecho recordado por la vocera de la Cancillería.

El silencio como respuesta

Moscú insiste en que se demuestre su participación en el hecho, aunque el silencio parece indicar que es una de las tantas actividades que la inteligencia de los países crean en situaciones como esta.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia ha reiterado que esa nación “nunca ha desarrollado, producido o acumulado” productos químicos tóxicos que puedan ser conocidos en Occidente con esa marca, según reportó Rusia Today.

En el comunicado de la Cancillería rusa se destacaba que este hecho “no está sustentado en ninguna prueba y solo apuestan, una vez más por la distorsión de la realidad y estimaciones incompetentes”.

Debe recordarse que la portavoz de la Cancillería, María Zajárova, precisó que ese ministerio ha “enviado unas 60 notas diplomáticas a Londres, exigiendo que se le proporcione acceso a la investigación y a los ciudadanos rusos afectados en los hechos, presentando propuestas de cooperación, peticiones a las que las autoridades británicas no han respondido”.

Por otra parte el Ministerio del Exterior recuerda que Rusia ha cumplido, “bajo estricto control internacional y de conformidad con la Convención de Armas Químicas, su obligación de destruir todas las existenciales nacionales de este tipo de arma”.

Lo que ha quedado claro en esta turbia historia es que la denuncia hecha por Londres le permitió justificarse ante la opinión pública internacional para iniciar las acciones diplomáticas en contra de Rusia, así como anunciar algunas  sanciones unilaterales.

Esta es otra historia mal contada. Ante cada agresión o invasión siempre han existido acusaciones nunca demostradas, aunque a veces, después de la muerte de miles de personas, se reconoce que no existía prueba alguna para cometer el crimen.

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