En tiempos donde la adquisición de bienes y productos semejan carreras con obstáculos, a causa de las limitaciones económicas del país, el llamado sociolismo constituye una vía para privilegiar a unos pocos.
Guardar artículos de gran demanda, la posesión ilegal de medios básicos de las empresas para el uso privado y la facilitación de grandes cantidades de mercancías para la venta “por la izquierda”, y cito solo algunos ejemplos, provocan insatisfacción entre quienes necesitan acceder a determinado producto o servicio.
Por ello, dedicar unas líneas al análisis desde diversos ángulos merita la pena. El sociolismo tiene varias manifestaciones, una de las más frecuentes es en consultas médicas cuando una persona irrumpe en la cola y se salta los turnos, como decimos en buen cubano, por ser amigo o familiar del doctor.
Pero, ¿qué ocurre cuando se accede por los canales establecidos? No olvido una ocasión en la que me dirigí a un policlínico para atenderme una dolencia. Al pedir consulta me programaron para tres meses después. ¿Qué sentido tiene? En esa diferencia temporal el padecimiento puede desaparecer o agudizarse, lo cual va en contra del diagnóstico temprano que promovemos por los medios. Entonces, es preciso buscar ayuda.
Por otro lado, la obtención de ciertos productos por el mercado negro es un hecho denunciable debido a la expropiación de mercancía al Estado para un beneficio particular, lo que constituye un delito. Sin embargo, si falta la comercialización ilegal, el acceso es nulo.
No es justificable ninguna actitud de beneficio a unos pocos contra la mayoría, mas se requiere crear los canales pertinentes desde la equidad para el acceso de todos, así como la debida sanción para quienes los violentan.
Otro ejemplo son los recursos no disponibles para el uso particular, por constituir medios básicos de las empresas. A veces parecen propiedad privada de quienes tienen acceso a estos beneficios concebidos meramente para el uso estatal. El ejemplo clásico es el auto.
Muchos choferes, y es un tema manido, transitan indolentes por las calles sin tener en cuenta la crítica situación que atraviesa el pueblo por las afectaciones en la transportación de pasajeros. Mujeres embarazadas, niños y ancianos son invisibilizados, por la falta de conciencia de aquellos choferes que prefieren voltear el rostro a parar.
La frase: el que tiene padrino se bautiza, tan conocida en el argot popular, no puede ser el eslogan que dirija la prestación de los distintos servicios destinados a la población. De igual forma, es necesario construir nuevas estrategias que faciliten el acceso a esos bienes y prestaciones frente a los nuevos retos que nos impone la sociedad, y de esta forma transformar cada gestión en un momento menos traumático.