Agustín Bejarano Caballero (Camagüey, 1964) vuelve a impactar en el escenario de la plástica insular con la muestra de dibujos Silencio en el filo del papel, la cual presentó en la moderna galería Servando Cabrera, del municipio capitalino de Playa (42 esquina a 3ra, Miramar), con buena acogida del público y de la crítica.
Se trata de un conjunto de trabajos seleccionados entre su profusa creación, correspondientes a los años 2008, 2016 y 2017, sobre papeles de distintas texturas visuales y táctiles, cuyas originales expresividades son aprovechadas por este reconocido artífice para establecer una suerte de diálogo del que emanan pensamientos, juicios e ideas que, arrojando anclas sobre algunas de sus más significativas series de pinturas precedentes, sostienen ese recurrente interés por estudiar al hombre desde sus más íntimas emociones y sentimientos.
“La posibilidad de haber obtenidos estos singulares papeles que de alguna forma redimensiona el tema de la soledad, el aislamiento, la ingravidez espiritual y mental que provoca estos estados, también a partir de la experiencia vivida con la serie Los Ritos del Silencio, ha hecho que me deje llevar por los disimiles lenguajes que evocan estos papeles, sus texturas, caligrafías cuneiformes, hojas de plantas, hojas de maderas como papel, extraída de arboles, y elementos vegetales como parte de un entramado collage casi artesanal, a la vieja usanza de pergaminos y papiros medievales”, expresa el artista en las palabras del catálogo de la exposición, la cual contó con la presencia de Noma Rodríguez Derivet, presidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, así como de prestigiosos maestros, entre ellos Flora Fong.
Con su magistral y sólida técnica en el ejercicio del dibujo —característica que lo signó desde los tiempos de la infancia y que posteriormente perfeccionó durante su formación artística— Bejarano vuelve a formular una serie de discursos que tienen mucho que ver con sus complejas tesis acerca del universo filosófico de la vida del hombre, juicio que desde su serie Imágenes en el tiempo (1998-2003) irradió categóricas reflexiones sobre el equilibrio entre el ser y el no ser, el bien y el mal, lo conocido y lo desconocido… y encontró fértil y profusa continuidad en sus posteriores cuadros integrados al cosmos creativo de Los Ritos del Silencio, específicamente enunciados por él en Silencio…
Las disímiles alusiones a las escaleras, como en sus obras tituladas Amor en las estrellas (tinta sobre cartulina, 49x75cm), Decoración interior (acrílico sobre cartulina, 50x78cm), y Descanso (acrílico sobre papel, 20.5×33.5cm), todas realizadas en el año 2016, son evidentes aquí, para —como en los lienzos de Los Ritos…— funcionar como emblemas: cuando se sube se va en camino de lo inexplorado, de lo místico y desconocido. Según el artista, cada escalón representa un paso en el ascenso (evolución) del hombre. Cada peldaño dejado atrás simboliza el pasado, “es como si desapareciera en la medida en que se sube”, dijo. Solamente importan el paso en el que nos encontramos (presente) y el siguiente (futuro). Sin embargo, en el sentido contrario, el descenso, representa la experiencia vivida, la permanencia y la pertenencia, en fin, lo conocido.
En esos razonamientos el recurrente personaje (hombrecillo), utilizado para mover todas estas historias, tal y como en sus pinturas, transcurre silencioso y sutil, pero con una gran carga semántica que le permite movilizar diferentes elementos simbólicos. El artista no se recrea en su rostro, más bien lo elude; ni en su tamaño ni en sus indumentarias. Con esa sobriedad y grandeza espiritual con que se nos presenta, breve y místico, asume su función objetual, esencialmente dirigida a alertarnos, con energía contenida, sobre los peligros y amenazas de la vida.
Bejarano aprovecha las disimiles tipologías de los soportes: colores, marcas, tejidos…, las que incorpora a sus narraciones con total libertad: “Una vez más me valgo de las posibilidades que me brindan superficies y texturas como fondos de escenas para que ese pequeño hombrecito, que hilvana historias de un profundo humanismo, conmueva al espectador y lo conduzca por el complejo entramado existencial que nos envuelve la vida”, precisó.
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