Trabajadores reproduce para sus lectores una serie de artículos relacionados con la Crisis de Octubre en cuatro partes, que publicó nuestra edición impresa en el 2012
Cuando a las siete de la noche del 22 de octubre de 1962, el presidente John F. Kennedy anunció al mundo la “cuarentena” que le sería aplicada a Cuba —que no era más que una manera eufemística de nombrar el bloqueo naval— estalló la crisis que se estaba gestando desde hacía meses. ¿Cuál fue la reacción del Gobierno Revolucionario de Cuba?
Desde antes se habían estado reforzando las medidas defensivas del país. El 10 de octubre, el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas distribuyó a sus mandos la “Directiva Operacional No. 1”, con el propósito de asegurar el despliegue estratégico de las FAR, en caso de producirse una agresión. Esta tenía dos variantes: la primera, si se producía un ataque sorpresivo y respondería a la señal “Caribe”; la segunda, con el código “Taíno”, se aplicaría cuando existiera tiempo para la movilización y el despliegue organizado de las tropas. Esta última fue la que se puso en práctica en la Crisis de Octubre. Paralelamente, las FAR les prestaron toda la ayuda requerida a las tropas soviéticas que llegaban a territorio nacional.
Las autoridades cubanas se habían mantenido muy al tanto del incremento de las acciones militares de Estados Unidos en el Caribe, como fue su anuncio del ejercicio aeronaval Phibriglex para la segunda quincena de octubre. El 21 se conoció el reforzamiento con tropas y equipos bélicos de la Base Naval de Guantánamo y la salida al otro día de los familiares de los militares norte americanos allí destacados; unido a ello llegaban informaciones alarmantes de reuniones en Washington, de movimientos de aviones, de barcos… pero el enemigo no nos tomó desprevenidos.
La dirección revolucionaria comprendió que era inminente una acción contra el país. Cuando se supo al mediodía del día 22 que el Secretario de Prensa de la Casa Blanca estaba solicitando un espacio en todos los canales de radio y televisión para una alocución del Presidente, el Comandante en Jefe llegó a la conclusión de que estaba relacionada con el descubrimiento de la existencia de cohetes soviéticos aquí y ordenó, primero, el paso a la fase de “alerta de combate” a las fuerzas armadas, y un poco después, a las 5 y 35 de la tarde, casi una hora y media antes de la amenazadora comparecencia de Kennedy, Fidel decretó la “alarma de combate”.
También le orientó al ministro de las FAR, comandante Raúl Castro partir a Santiago de Cuba a ponerse al frente del Ejército de Oriente, y a su paso por Santa Clara informar de la situación al comandante Juan Almeida, jefe del Ejército del Centro, y le indicó al comandante Ernesto Che Guevara trasladarse a Pinar del Río y asumir la jefatura del Cuerpo de Ejército de esa provincia.
Fidel ordenó proceder a la protección de la población, las tropas y principales objetivos militares, económicos y políticos de posibles ataques aéreos; si llegaba a ocurrir una intervención militar directa de Estados Unidos, combatir sin tregua al invasor; y crear condiciones en las montañas del país para la lucha guerrillera, si el enemigo lograba ocupar parte de nuestro territorio.
Gracias a las previsiones y a la rapidez con que se actuó, en horas de la noche del día 22 y al amanecer del 23, cientos de miles de cubanos fueron movilizados y trasladados a las trincheras, junto con sus armas. El total de mo vilizados superó los 270 mil efecti vos, inicialmente, y para el día 25 eran ya 400 mil hombres.
¿Cómo valora la actitud del pueblo ante el peligro?
Fue admirable el patriotismo con que el pueblo enfrentó estos momentos críticos. Miles de personas de todas las edades se alistaron en las milicias y se presentaron en centros hospitalarios para hacer donaciones voluntarias de sangre, en respuesta al llamado de los CDR, que exhortó además a reforzar la vigilancia revolucionaria; la Central de Trabajadores de Cuba Revolucionaria (CTC-R) convocó a mujeres y jubilados y a otros que no habían sido movilizados para cubrir los puestos en la producción de quienes habían tomado las armas; artistas e intelectuales integraron brigadas para llevar su mensaje cultural a las tropas… Mucho más podría decirse pero todo puede resumirse en aquella frase del Che de que en aquellos días toda Cuba fue un Maceo.
Fidel estuvo al tanto de los más mínimos detalles de la defensa. Temprano en la mañana recorría las posiciones, dialogaba con los jefes de unidades y con los combatientes, y buscaba tiempo por las noches para acudir a la Colina universitaria a intercambiar con los estudiantes sobre el curso de los acontecimientos.
¿Y la respuesta de la dirección soviética ante el anuncio del presidente Kennedy?
El premier soviético Nikita Jruschov, en carta a Fidel, calificó las acciones del Gobierno norteamericano de piratescas, pérfidas y agresivas, y precisó que había ordenado a los representantes militares soviéticos en Cuba adoptar las medidas correspondientes y estar completamente listos, lo que fue interpretado por el Gobierno Revolucionario como que la URSS no iba a permitir esas acciones ni cedería a las exigencias de Washington.
El día 24 se puso en vigor el cerco naval de Estados Unidos al archipiélago cubano y aumentaron las incursiones de su aviación, sobre todo los vuelos rasantes, ¿cómo se enfrentaron esas peligrosas provocaciones?
La parte estadounidense los veía no solo como reconocimiento sino como un modo de humillar a los soviéticos y a los cubanos; además, al enemigo esa rutina de la vigilancia aérea le podría facilitar, en un momento dado, un golpe aéreo por sorpresa. El día 26 el Comandante en Jefe tomó la decisión de impedir esos vuelos y se lo dio a conocer al entonces secretario general de la ONU, U. Thant.
Las tensiones aumentaron cuando el 27 ante la irrupción de la aviación de Estados Unidos en nuestro espacio aéreo todas las baterías antiaéreas abrieron fuego. Sobre este hecho comentó posteriormente Fidel que se podía decir que la guerra había empezado aquí en Cuba el 27 de octubre, aunque al sentirse atacados, aque llos aviones a chorro, se pusieron rápidamente fuera del alcance del fuego cubano. El mismo día los militares soviéticos en un acto de solidaridad, se sumaron a los disparos, una de esas naves fue derribada y su piloto muerto.
Al ser informado del incidente el Ministro de Defensa de la URSS, no expresó ninguna crítica, mientras que el general Pliev, jefe de las tropas soviéticas en Cuba, recibió un mensaje cifrado del mariscal Malinovsky donde le decía que se habían apresurado a derribarlo, debido a que la crisis había entrado en una fase de negociación, cuestión que los cubanos ignoraban.
Entre el 26 y el 28 de octubre se desarrolló una correspondencia privada entre Kennedy y Jruschov para llegar a un arreglo que pusiera fin a la crisis. Esta concluyó en un acuerdo de retirada de los cohetes de Cuba. ¿Cómo acogió esta decisión la dirección cubana?
La dirección cubana se enteró a través de Radio Moscú, de la carta de Jruschov a Kennedy, en la que de manera unilateral e inconsulta el dirigente soviético se comprometió a retirar de Cuba, con garantía de verificación, el armamento que Estados Unidos consideraba ofensivo, a cambio de que Norteamérica no invadiera a Cuba. Aquella decisión causó gran indignación a nuestro pueblo. Fidel rechazó además la inspección de nuestro territorio por considerarlo una exigencia humillante para los cubanos, destinada a debilitarnos moralmente y que podía convertirse en un funesto precedente en las relaciones entre países poderosos y pequeños.
El 28 de octubre el Comandante en Jefe realizó una declaración pública donde resumió en cinco puntos las condiciones que permitirían establecer la paz sobre bases decorosas: cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica ejercidas por Estados Unidos contra la isla; de las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores; de los ataques piratas; de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos; y por último la retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución a Cuba de ese territorio cubano ocupado.
En los siguientes días vendrían conversaciones difíciles y tensas en las que Cuba mantuvo sus posiciones de principios.