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«La historia me absolverá» en la nueva constitución cubana

Por Narciso Amador Fernández Ramírez / Cubahora

«La historia me absolverá» está considerado el documento político-jurídico más importante de la segunda mitad del siglo XX cubano. En su autodefensa por los sucesos del Moncada el 26 de julio de 1953, Fidel Castro -en su condición de abogado y líder del Movimiento- denunció a la dictadura de Fulgencio Batista, los males que aquejaban a la República Neocolonial y propuso las leyes que un Gobierno Revolucionario adoptaría para darles solución.

La Cuba que en 1953 tuvo Martí como autor intelectual del Moncada, asume además el ideario de Fidel en los debates actuales sobre el futuro. (Fidel. Soldado de las Ideas)

Así, su famoso alegato del 16 de octubre de 1953 –hace ahora 65 años-, se convirtió en el programa político de la Revolución en su última etapa y línea directriz que guiaría el accionar del país después de 1959.

Fidel, con oratoria brillante, hizo una fundamentación de la inconstitucionalidad del gobierno de facto del 10 de marzo de 1952 y apoyado en la jurisprudencia y sus leyes probó las violaciones reiteradas a la Constitución de 1940, ley de leyes, que el dictador había pisoteado y suplantado por unos fraudulentos Estatutos Provisionales.

Pero, por encima de los argumentos jurídicos esgrimidos, el líder del movimiento revolucionario aportó desde el punto de vista político y moral los fundamentos ideológicos que llevaron a los jóvenes de la Generación del Centenario a intentar tomar la segunda fortaleza militar del país y reiniciar la lucha armada que Céspedes había comenzado el 10 de octubre de 1868.

Hoy, en el Proyecto de Constitución que nuestro pueblo discute, están presentes todos y cada uno de esos principios éticos definidos en «La historia me absolverá» y una buena parte de sus 224 artículos refrendan las aspiraciones definidas en aquel trascendental programa moncadista.

Fidel Castro plantea un concepto de Constitución que conserva plena vigencia: “Entendemos por Constitución la ley fundamental y suprema de una nación, que define su estructura política, regula el funcionamiento de los órganos del Estado y pone límites a sus actividades, ha de ser estable, duradera y más bien rígida”.

Al mismo tiempo, denuncia cómo esa ley de leyes del año 40 había sido violentada por el cuartelazo militar. Así dice Fidel: “(…) la dictadura que oprime a la nación no es un poder constitucional, sino inconstitucional; se engendró contra la Constitución, por encima de la Constitución, violando la Constitución legítima de la República. Constitución legítima es aquella que emana directamente del pueblo soberano”.

De igual manera, contundentes resultan los argumentos históricos que permiten ver a todo lo largo del alegato la necesidad de defender la soberanía popular, pues el verdadero poder dimana del pueblo. Esta idea está refrendada ahora desde el Preámbulo, que se inspira en las luchas libertarias desde el 10 de octubre hasta la actualidad, y en el artículo 10 que afirma: «En la República de Cuba la soberanía residen intransferiblemente en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado».

Dijo Fidel en su alegato: “Se nos enseñó que el 10 de octubre y el 24 de febrero son efemérides gloriosas y de regocijo patrio porque marcan los días en que los cubanos se rebelaron contra el yugo de la infame tiranía; se nos enseñó a querer y defender la hermosa bandera de la estrella solitaria y a cantar todas las tardes un himno cuyos versos dicen que vivir en cadenas vivir en afrenta y oprobio sumidos, y que morir por la patria es vivir. Todo eso aprendimos y no lo olvidaremos aunque hoy en nuestra patria se esté asesinando y encarcelando a los hombres por practicar las ideas que les enseñaron desde la cuna. Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”.

En «La historia me absolverá» están resumidos en seis los grandes problemas de la Neocolonia: tierra, industrialización, salud, educación, desempleo, vivienda, así como las leyes que adoptaría el gobierno revolucionario una vez llegado al poder.

La historia me absolverá (Tomado de La Demajagua). (Fuente: La Demajagua)

No resulta entonces casual, que la primera de esas leyes “(…) devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado, en tanto el pueblo decidiese modificarla o cambiarla (…)”.

Como tampoco es fortuito que en el texto constitucional puesto a debate se le dediquen varios artículos a defender los derechos por los que aquella generación encabezada por Fidel hizo la Revolución:

Hasta el 15 de noviembre nuestro pueblo discute la Cuba de hoy y de mañana. La misma Cuba que tuvo en 1953 a José Martí como autor intelectual del Moncada y que ahora asume, además, el ideario y el ejemplo de Fidel.

Asumamos la guía de aquel joven rebelde, quien hace 65 años fuera condenado a 15 años de prisión a sabiendas que eso no importaba, pues la historia lo absolvería. Y lo hizo.



(Tomado de Cubahora)

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