Muchas expectativas ha despertado entre los habitantes de la llamada Atenas de Cuba la materialización de la declaratoria de Matanzas como destino turístico, un viejo anhelo de los habitantes de la urbe ubicada a solo 40 kilómetros de su vecino balneario de Varadero, principal plaza cubana de sol y playa.
El 13 de octubre acontecerá un hecho inscripto entre los eventos de marcada relevancia, concebidos como saludo al cumpleaños 325 de de la fundación de San Carlos y San Severino de Matanzas, región privilegiada con una peculiar riqueza histórica, cultural, arquitectónica y natural, bendecida, por ejemplo, con las Cuevas de Bellamar, considerado el primer enclave turístico del país.
La declaratoria no será dádiva complaciente, regalo, presente de ocasión: “La ciudad de Matanzas es un destino turístico indiscutible”, lo aseguró hace apenas unas jornadas Manuel Marrero Cruz, titular del Ministerio de Turismo (Mintur).
Sin embargo, la declaratoria coincide con una revolución constructiva sin precedentes en predios yumurinos, un montón de inversiones también beneficiadoras del crecimiento de alojamientos, que despojará al Velasco de su récord de líder absoluto. Ya no será el único hotel en el centro citadino.
En la acera del frente de la instalación gestionada por Cubanacán, separado solo por el Parque de La Libertad, el Louvre recupera su espacio, como también lo hará el Yara y, a unas cuadras, estarán el Río San Juan y el Diana, un quinteto que aumentará la capacidad de alojamiento, variable imprescindible, en términos de soporte, para aspirar a ser destino turístico.
Junto con la infraestructura hotelera, Matanzas apuesta por una red extrahotelera, esencial en las pretensiones de completar las ofertas de cualquier producto turístico. La Viña y el Café Atenas, de la división Palmares, ya son un hecho, similar a lo que ya sucedió con el Café Caribe, ubicado en el corredor turístico La Habana-Varadero, posición de privilegio que, a propósito, aún no se aprovecha lo suficiente, como tampoco baila el cabaret Tropicana, demasiado sin ritmo en un territorio tan musical como este, cuna de la rumba, el danzón…
Apuesto porque el matancero es capaz de materializar ofertas de mayor calidad y no sólo pensando en el turismo, sino también en todo un pueblo, una idea del propio Marrero, y muy cierta. Aquí existe una tradición en la prestación de servicios, una sapiencia que apunta a cultura, y que indica, al decir del Ministro, que “cada día hay que ser más competitivo y dar ofertas”, porque con las potencialidades que tiene la ciudad, auguró, en muy poco tiempo, sería de ensueño.
Imagino a una ciudad sorprendente al paso de un quinquenio —comentó— y agregó que quedan muchas cosas por hacer en materia de recuperación del patrimonio, de costumbres y ofertas muy matanceras y en su opinión, únicas, citó la web de Radio Rebelde.
En la pretensión de declararla destino de ocio a la tierra del estadio más antiguo del mundo en activo, el legendario Palmar de Junco, no podrá desestimarse la otra infraestructura, la gestionada por los no estatales. Hostales, casas, restaurantes, paladares, cafeterías, han sacado la cara por Matanzas. Conviene y mucho, facilitarles la existencia, como se dice, hasta donde dé la sábana.
A todas luces, lo que sucederá este sábado aquí, intentará saldar deudas con una urbe inicialmente fuera de la estrategia impulsada por el Mintur de potenciar el turismo de cultura, de recorrido, de circuito. “Hay que decir que nos atrasamos en Matanzas”, admitía el Ministro, un factor que asoció a que hasta cierto punto el desarrollo de Varadero concentró la atención.
En aquel momento, durante la apertura del Café Caribe, lo vaticinó. Aseguraba entonces estar convencido de que las inversiones por el 325 harían cada vez más atractiva la ciudad, y la pondrían en condiciones de recibir turismo tanto de Varadero como el dado a los circuitos. Entonces, aquel 19 de abril, sentenció con auténtica sinceridad: “Por eso estamos aquí, haciendo justicia con la ciudad de Matanzas”.