La amenaza del cambio climático, junto al desarrollo sostenible, fueron los temas más abordados durante el debate de alto nivel realizado del 25 de septiembre al primero de octubre, con el que dio inicio el 73 período anual de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Así lo afirmó la presidenta de ese órgano de la ONU, María Fernanda Espinosa, en su discurso de cierre del citado debate, en el que intervinieron 121 jefes de Estado y de Gobierno, además de otros 72 altos funcionarios gubernamentales en representación de igual número de países.
En otro orden de prioridad, la funcionaria citó también diversos asuntos abordados de modo recurrente por los altos dignatarios, tales como la defensa del multilateralismo, la amenaza nuclear, el aumento de las desigualdades, la migración y los refugiados, la salud y la educación, la igualdad de género y el trabajo por el mantenimiento de la paz, entre otros.
Respecto al cambio climático, medios de prensa y observadores destacaron no lo que dijo, sino lo que no dijo el presidente de Estados Unidos durante su intervención, pues en contraste con la común preocupación de la comunidad internacional ante un grave problema que nos concierne a todos, Donald Trump ignoró absolutamente el tema.
La prioridad que los Estados otorgaron mayoritariamente durante el cónclave al fenómeno medioambiental se corresponde con los cuantiosos daños que ya ocasiona en todos los continentes y con la grave amenaza que representa para el futuro de la humanidad y de la propia vida en la Tierra.
El masivo abordaje del asunto constituye también una muestra de apoyo a la convocatoria del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, para realizar una nueva Cumbre sobre el Cambio Climático en septiembre del 2019, habida cuenta de que el Acuerdo de París, adoptado en el 2015, resulta insuficiente para frenar el calentamiento global, según reiteradas advertencias de la propia ONU.
Pero a nadie debiera sorprender la omisión por Trump del tema del cambio climático en la más importante cita anual de la principal organización internacional. Con esa conducta, Donald Trump ha sido consecuente con su torcida estrategia política de situar arbitrariamente los intereses de su país por sobre los del resto de las naciones.
En el tema que nos ocupa, el mandatario persigue el propósito de lograr que Estados Unidos evada su responsabilidad como el mayor emisor histórico de los gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático; un objetivo que, vale recordar, también condujo al mandatario el pasado año a retirar a su país del Acuerdo de París, para convertirlo en el único del mundo que rechaza el histórico pacto adoptado en la capital francesa.
Tras el cuestionado silencio del presidente estadounidense en el importante cónclave de la ONU, cabe suponer que Estados Unidos tampoco participará como debiera hacerlo en las respuestas comunes a los múltiples desafíos también comunes que enfrenta la humanidad, a pesar de la convocatoria en esa dirección formulada a todos los Gobiernos del orbe por María Fernanda Espinosa durante su mencionado discurso ante la Asamblea General.
Al menos, no lo hará mientras Donald Trump sea el principal inquilino de la Casa Blanca.