Hay risas, llantos, nostalgia, felicidad… Hay crudezas para algunos, vulgaridades para otros; temas súper esenciales; escenas innecesarias, pero también otras únicas, especiales, tremendas. Hay cosas sensibles, fuertes, graciosas, comiquísimas.
El Festival Nacional de Teatro ha llegado a Camagüey cargado de propuestas para, como dijera Osvaldo Doimeadiós, ser esa muestra palpable de lo que pasa en el teatro de la Isla. “Si concurren pocas o no hay mucha diversidad, eso es lo que acontece en el teatro cubano. Es el mejor termómetro de lo que pasa en el país”.
El humor, bien picante como gustan algunos, aderezó el inicio del evento, gracias a la amalgama de Michel Pentón, Kike Quiñones y Luis Daniel Silva, Pánfilo. La obra Hasta que facebook nos separe, del Centro Promotor del Humor, aprovechó el boom de las tecnologías para dialogar sobre las esencias cubanas, la cotidianidad y sobre lo que Internet nos pudiera quitar.
La Cita, otra de las propuestas del Centro y dirigida por Doimeadiós, también apuesta por el humorismo, esta vez escrito y defendido por dos mujeres. “Es un espectáculo que defiende ese humor que no es chabacano, que convoca a lo mejor del ser humano con mucha carga intelectual para disfrutar, para polemizar”, según comentó el director.
Otra compañía que se llega a este Festival y se apoya en la sátira para contar su historia es la matancera El Portazo. Con su obra CCPC: La República Ligth, segunda propuesta de una trilogía que aún no concluye, adentran al público en un cabaret en el cual se llora, se ríe, se canta, se habla de los conflictos de la Cuba moderna.
Hasta el 14 de octubre el público camagüeyano corre de un teatro a otro, de una plaza a otra. Se inventa cualquier escusa para salir temprano del trabajo y de las escuelas para no perder nada de lo que regala esta edición 17 del festival.