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Preludio de trascendentales cambios para el campesinado

La promulgación de la Ley no. 3 Sobre el derecho de los campesinos a la tierra, el 10 de octubre de 1958, demostró que, una vez alcanzado el triunfo, el Ejército Rebelde procedería de inmediato a llevar a cabo las transformaciones políticas, económicas y sociales contenidas en el Programa del Moncada.

Firmada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la Comandancia General de La Plata, en pleno corazón de la oriental Sierra Maestra, era de obligatorio cumplimiento en todos los territorios ya liberados, disposición que no pudo cumplirse en su totalidad a causa del ritmo que adquirieron las acciones bélicas a partir de noviembre de ese año.

La posesión de la tierra en Cuba era un grave problema urgido de pronta solución, y como tal apareció entre los objetivos asumidos por los jóvenes que el 26 de julio de 1953, bajo la conducción de Fidel, atacaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, en la entonces provincia de Oriente.

Tener la propiedad de la tierra que  trabajaban  constituía un viejo anhelo de los campesinos cubanos. Más fortalecidos y organizados en asociaciones, uniones, comités y ligas, a inicios de la década de 1930 sumaron el reclamo de una reforma agraria y otras reivindicaciones económicas y sociales, a la lucha que ya protagonizaban contra los desalojos. En esta contaron con el apoyo y experiencia de los movimientos obrero y estudiantil, y del Partido Comunista de Cuba, que no dudó en enviar varios de sus más valiosos cuadros a los escenarios de la lucha que tenía lugar en la región oriental, entre ellos Ramón Nicolau, Alfredo Martínez y Lelis Nordet, en Realengo 18.

Las mejores y más fértiles tierras conformaban los grandes latifundios en poder de compañías estadounidenses y oligarcas nacionales. Esta realidad, unida a la desidia gubernamental,  empeoró  la situación agraria cubana y provocó que un sector poblacional tan importante como el campesinado, sufriera las consecuencias de la agudización de los desalojos, la miseria, el analfabetismo y la insalubridad.

Conocida también como Ley de la Sierra, la aplicación de la Ley no. 3 tal y como disponía su articulado, se vio notablemente afectada por el ritmo que tuvieron las acciones en los meses finales de 1958.  Aquel instrumento legal constituyó el antecedente inmediato de los profundos cambios operados en el sistema agrario cubano tras el triunfo de enero de 1959: la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria, firmada el 17 de mayo de 1959, en La Plata, por el líder indiscutible de la Revolución cubana.

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