Al igual que en gran parte del mundo, las desigualdades entre mujeres y hombres en el acceso al mercado laboral y en las condiciones de trabajo persisten en América Latina y el Caribe.
“Sigue siendo un rasgo estructural en toda la región y esto limita la autonomía de las mujeres: la autonomía física, la autonomía política y, especialmente, la autonomía económica”, según opina Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Pese a avances, la tasa de participación laboral de las mujeres está estancada en torno al 52 por ciento (la de los hombres alcanza el 76,6 por ciento), de acuerdo con datos de la Comisión.
Las tasas de desempleo siguen siendo significativamente mayores en el caso de ellas (10,7 por ciento versus 7,6 de ellos) y la mitad de las mujeres ocupadas se emplean en sectores de baja productividad, como el doméstico y el trabajo independiente no calificado, con precarias condiciones laborales, bajos salarios y largas jornadas.
Además, ellas aún perciben salarios 16,1 por ciento menores a los de ellos en igual situación.
Hoy nos enfrentamos a un contexto internacional incierto y complejo, que incluye la emergencia de conflictos comerciales y geopolíticos y la creciente volatilidad financiera a nivel global, explicó Bárcena. Agregó que el sector financiero se encuentra cada vez más concentrado e interconectado entre pocos actores y países, desligándose crecientemente de la economía real y de las necesidades de las personas.
Las políticas macroeconómicas deberían ser sensibles a las desigualdades de género, ya que las mujeres terminan amortiguando los choques económicos en los períodos de crisis, inestabilidad o recesión, principalmente a través de la sobrecarga de trabajo no remunerado, subrayó la funcionaria.
A juicio de Deborah Greenfield, directora general adjunta de Políticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), «a pesar de los progresos alcanzados y de los compromisos asumidos para avanzar más, las perspectivas de las mujeres en el mundo de trabajo aún distan mucho de ser iguales a las de los hombres».
La eliminación de las mencionadas diferencias debería seguir siendo una prioridad absoluta si queremos alcanzar la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas de aquí a 2030, opinó DamianGrimshaw, director del Departamento de Investigación de la OIT.
Precisamente las persistentes brechas y discriminaciones en materia de género, y por etnias, forman parte de la agenda de la 19 Reunión Regional Americana de la OIT que sesiona hasta mañana en la capital panameña con la participación de representantes gobiernos, empleadores y trabajadores de unos 30 países del área.
(Tomado de PL)