Los periodistas tenemos fama de hablar mucho. Y quienes así lo afirman tienen algo de razón, aunque no toda, porque hay algunos, fundamentalmente de la prensa escrita, a los que se les deben “arrancar” las palabras. Pero hasta esos se “desataron” en la consulta que sobre el Proyecto de Constitución de la República ocurrió con una parte considerable de los integrantes del gremio y algunos historiadores en la provincia de Cienfuegos.
Las consideraciones fueron numerosas, amplias, concisas y adecuadas, como deben ser, sin divagar en elementos superfluos u hojarascas que nada aportarían a un documento de tanta trascendencia ni a una reunión tan democrática, en la cual “aterrizar” en lo valioso y necesario.
Se plantearon, principalmente, modificaciones a los párrafos que contemplan los derechos y deberes ciudadanos y de las instituciones, como la incorporación de la posibilidad de contar con el auxilio legal de un abogado desde el momento mismo de aprehensión o advertencia policial (párrafo 158, inciso f), Artículo 48, del Capítulo II.
Por razones obvias, el Artículo 60 —el cual reconoce la libertad de prensa y se refiere al funcionamiento de los medios de comunicación— estuvo en el centro del análisis, sobre todo, por lo veleidosas que siguen siendo las fuentes de información y la poca responsabilidad que algunas asumen para materializar el rol que en ese sentido les corresponde ante los ciudadanos, y también la perdurabilidad del secretismo, a pesar de la infinidad de exhortaciones hechas, documentos emitidos y planteamientos reiterados en múltiples análisis, encuentros, conferencias, asambleas y congresos.
Muchos otros aspectos fueron abordados, como se ha hecho recurrente en una consulta que tiene programadas 135 mil reuniones en todo el país, con la participación, como legítimos constituyentes, de millones de ciudadanos de todos los segmentos de la población cubana.
El encuentro de los periodistas e historiadores cienfuegueros evidenció la motivación existente por participar, con criterios sólidos en un ejercicio democrático que posibilitará conformar una Constitución socialista que tendrá un alcance más allá de la contemporaneidad. Pero no debemos absolutizar. Muy parecido ha sucedido en las comunidades de San Blas, El Sopapo, Cuatro Vientos, Centro Cubano, El Naranjo…, ubicadas en la zona montañosa de esa provincia y en áreas rurales, incluso muy apartadas, donde los labriegos y sus familiares tomaron igualmente el Proyecto en sus manos, lo analizaron e hicieron sus aportes.
La democracia en Cuba abarca a todos por igual, sin distinción de profesiones, oficios, labores, conocimientos, nivel escolar… Cada aporte, sugerencia o consideración, por insignificante que pueda parecer, resulta importante y será tenida en cuenta para que la Carta Magna resulte sólida al establecer principios y valores esenciales y abarque en detalle todos los ámbitos de la vida política, económica y social, ajustada a la contemporaneidad y con visión de futuro.