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Discurso del presidente cubano en el Encuentro de Solidaridad en Riverside Church, Harlem

Discurso del presidente cubano Miguel Díaz-Canel en el Encuentro de Solidaridad con Cuba, efectuado en la Iglesia Riverside, Harlem. 26 de septiembre del 2018.

Foto: Estudios Revolución

A continuación publicamos el discurso pronunciado por Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, en el encuentro de solidaridad, en Riverside Church, Harlem, Estados Unidos, el 26 de septiembre de 2018.

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

Todos los cubanos que han pasado por esta Catedral siempre dicen lo mismo: Aquí ocurren cosas maravillosas. Y hoy, después de un intenso y duro día, estamos viviendo emociones con ustedes aquí en Riverside Church.

Hoy en Naciones Unidas dos pueblos hermanos levantaron su voz: Venezuela denunció toda la agresión a la cual ha sido sometida y también ratificó su decisión de continuar la Revolución Bolivariana, como un fiel legado al Comandante Chávez (Aplausos y exclamaciones).  ¡Y Cuba también alzó su voz junto a Venezuela, para apoyar a Venezuela, para apoyar a Nicaragua, para apoyar a Puerto Rico, para apoyar a América Latina, para apoyar al pueblo palestino y al pueblo saharaui y para apoyar todas las causas justas del mundo! (Aplausos y exclamaciones.)  ¡Y también para denunciar, una vez más, el injusto bloqueo que durante casi 60 años nos ha impuesto el gobierno de Estados Unidos!

Por lo tanto, para Maduro, para la delegación de Venezuela, para la delegación cubana es muy emocionante, después de ese duro día, estar compartiendo estas emociones con ustedes, amigos de Venezuela y amigos de Cuba en Nueva York (Aplausos).  Y milagros como este solo ocurren en esta ciudad, aquí en la Catedral de Riverside.  Por eso les agradecemos mucho este encuentro.

Este es un encuentro de solidaridad y esta es una Catedral de fe y de solidaridad y, por lo que, aquí no hace falta hablar ni de nombres, ni de cargos, aquí todos somos hermanas y hermanos; aquí todos somos amigas y amigos.  Por lo tanto, buenas noches amigos y amigas; buenas noches hermanas y hermanos:
Nos parece mentira hoy estar aquí, donde más de una vez ustedes abrazaron cálidamente a Fidel y con él a Cuba, en nombre de lo mejor del pueblo norteamericano.

Por esos momentos, y por este en particular, lo primero que queremos decirles es ¡gracias!

Para llegar hasta aquí atravesamos Harlem, el barrio del legendario hotel Theresa, que se abrió a nuestra primera delegación revolucionaria en la ONU y cobijó encuentros  de grandes del siglo XX, donde Fidel  recibió a Malcolm X, a Nasser, a Nehru y a Jruschov.

La bellísima iglesia Riverside, con su torre de estilo gótico que hasta hoy solo conocíamos por fotografías y crónicas de aquella intensa noche del año 2000, en la cual los hospitalarios amigos de Harlem dieron una multitudinaria bienvenida de más de 3 000 personas a nuestro líder y sus acompañantes.

Justamente aquí, esa noche recordó Fidel que en su primera visita a la ONU, en 1960, él personalmente les había dicho a sus compañeros:  “Me voy a Harlem, porque ahí están mis mejores amigos” (Aplausos y exclamaciones).

Y hoy aquí queremos recordar con ustedes que precisamente de esa visita en el año 1960 se cumplen hoy 58 años, y de que Fidel alzó su voz en la ONU para denunciar la agresión a Cuba por parte de Estados Unidos.

Al repetir el gesto en el 2000, en esta iglesia, cuentan que se sintió tan a gusto con la multitud reunida para saludarle, que su discurso terminó con un buenos días, había comenzado a las 10:00 de la noche y terminó pasadas las 2:00 de la madrugada.  Claro que yo no sería capaz de repetir tal proeza, ni creo que los visitantes resistan tanto.

Pero si a un lugar no podíamos dejar de venir, en composición de nuestra delegación que asiste a la Asamblea General de la ONU, es a este doblemente sagrado templo, por su misión y por su historia.

En la Catedral de Riverside, puede decirse que nació el programa de formación de jóvenes norteamericanos de los distritos más humildes de esta gran nación, en la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas, nuestra querida ELAM, donde hasta el pasado año se habían graduado la cantidad que ustedes expusieron hoy aquí (Aplausos).  Al final tenemos que tirarnos una foto.

Esta iglesia nos recuerda también la entrañable amistad entre Fidel y el reverendo Lucius Walker, quien  fue un emisario de la solidaridad en los años más oscuros de la profunda crisis económica que en nuestro país provocó la exacerbación del bloqueo, tras la caída del socialismo europeo.  Por eso aquí esta noche vamos a hablar de solidaridad.

Cuba no es un país grande ni poderoso, ni rico en recursos naturales o financieros, pero esas limitaciones no nos han impedido practicar la solidaridad sobre la base de compartir no lo que nos sobra, si no lo que tenemos, pero, ante todo, compartir nuestro esfuerzo y nuestro sacrificio.  Se trata de un sacrificio solidario practicado con  humildad y que ha tenido un impacto, al cabo de varias décadas, en la vida de millones de personas de varios continentes (Aplausos).

La muestra más visible de esa solidaridad es la cooperación que prestan más de 42 000 profesionales cubanos, sobre todo personal médico, en más de 75 países. Ellos representan a los más de un millón de profesionales cubanos que desde el triunfo de la Revolución colaboraron en África, Asia y América Latina y el Caribe, prestando servicios médicos y servicios de salud, trabajando en obras de ingeniería, con asesoría en agronomía, deportes y otras áreas importantes del desarrollo.

También representan el esfuerzo de centros educacionales y universitarios cubanos y del personal de estas instituciones, que a lo largo de estas décadas formaron a decenas de miles de técnicos y profesionales de países del Tercer Mundo y ayudaron a que en muchos de ellos se eliminara el analfabetismo.

El empeño más significativo de esa solidaridad internacionalista de la Revolución Cubana fue el apoyo a los movimientos de liberación en África (Aplausos).  Con ese esfuerzo salvaguardamos la integridad soberana de Angola, alcanzamos la independencia de Namibia y asestamos un golpe demoledor y desmoralizante a la maquinaria de guerra del régimen del apartheid en Sudáfrica (Aplausos).

Por eso, cuando Cuba viene a la Asamblea General de las Naciones Unidas y promueve la cooperación y la solidaridad, frente a la amenaza, la competencia, el racismo y el egoísmo, lo hace con la autoridad de un pueblo que demostró que tales propósitos son posibles y que convirtió las declaraciones en acciones concretas (Aplausos).

Especialmente este año en que se conmemora el centenario del nacimiento de Nelson Mandela, a cuya memoria se ha dedicado una Cumbre por la Paz, Cuba no puede dejar de expresar el sentimiento que nos embarga cuando los nombres de grandes líderes de la lucha por la justicia social y la igualdad entre todos los hombres se levantan como bandera por representantes de naciones enriquecidas a costa del saqueo de los pueblos oprimidos y vilipendiados del Tercer Mundo, al que aquellos líderes consagraron sus vidas.

Quienes mantienen en vilo la paz, fortaleciendo sus arsenales con armamentos cada vez más sofisticados y amenazadores, quienes fomentan conflictos y amenazan con invasiones, quienes hace apenas una década consideraban a Mandela terrorista y entregaron armas nucleares al régimen racista de entonces deberían pedir perdón a los pueblos que sufren el costo de las guerras, cuando podrían disfrutar los beneficios del desarme (Aplausos).

Hace 58 años hoy, en su memorable primer discurso en la ONU, Fidel advertía que con la quinta parte de lo que el mundo se gasta en armamentos se podía promover un desarrollo de todos los países subdesarrollados, con una tasa de crecimiento del 10% anual.

No hace falta calcular qué parte de la inversión en armamentos bastaría hoy para financiar el desarrollo de los países más atrasados económicamente; pero por los descomunales precios que todo tiene en nuestra época, especialmente las armas, me atrevo a repetir que con un quinto de ese gasto muchos pobres dejarían de serlo (Aplausos).

Defendiendo que un mundo de paz y cooperación es indispensable para el desarrollo, la política exterior de la Revolución Cubana mantiene invariable su posición a favor del desarme total y de la solidaridad internacional (Aplausos).  Ese es nuestro compromiso con los que han padecido y aún padecen la injusticia y la exclusión, con los que han sufrido y aún sufren como consecuencia del colonialismo, el neocolonialismo, el imperialismo y el racismo.  Es una política exterior que hace causa común con los desposeídos, los marginados y los explotados (Aplausos).

Fidel nos enseñó que “Cooperar con otros pueblos explotados y pobres fue siempre para los revolucionarios cubanos un principio político y un deber con la humanidad” (Aplausos).

Cuba también le debe mucho a la solidaridad internacional y a la solidaridad de miles de amigos y de activistas aquí en los Estados Unidos, entre los que se encuentran también muchos cubanos residentes aquí (Aplausos).  La demostración más reciente fue el movimiento masivo internacional a favor de la liberación de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos que fueron injustamente encarcelados y, antes, por el regreso del niño Elián González a su hogar en Cuba (Aplausos).

Como todos conocen, nuestra relación bilateral con los Estados Unidos sigue caracterizada, ante todo, por el bloqueo económico que constituye un obstáculo fundamental al desarrollo y al bienestar de los cubanos, y que provoca privaciones en nuestras familias.

Los vínculos entre ambos países continúan influidos por las pretensiones de grupos minoritarios, pero políticamente poderosos dentro de este país que  promueven la tensión y la hostilidad.  Son grupos que aspiran a que Cuba regrese al pasado; para ello utilizan el engaño y la difamación, cuentan con poderosos recursos financieros y el respaldo manipulador de influyentes medios de prensa.  Han logrado promover nuevas medidas políticas dirigidas a estrangular la economía cubana.  Son medidas que entorpecen aún más los intercambios bilaterales entre nuestros pueblos y que dificultan las relaciones de la nación y la emigración.

Pero siempre tropezarán con la unidad patriótica de los cubanos y con el ideario de independencia y rebeldía en que se forjó nuestra nación.  Tropezarán también con el rechazo y el activismo de los amigos de Cuba en muchas partes del mundo, incluidos nuestras hermanas y hermanos aquí en los Estados Unidos (Aplausos).

Lo que en estos momentos moviliza a la nación cubana y la tarea que concentra la atención de nuestro pueblo es el proceso de discusión masiva y popular del Proyecto de Constitución que nos proponemos adoptar a inicios del próximo año, como expresión del país que deseamos, como compromiso de continuar edificando el socialismo, con lealtad a los ideales que han acompañado la lucha por la independencia y la justicia social en nuestro país a lo largo de su historia.

Dentro de pocos días, el próximo 10 de octubre, se cumplirán 150 años de nuestro grito de independencia, cuando un grupo de patriotas cubanos, bajo la guía de Carlos Manuel de Céspedes, proclamó el inicio de la lucha armada por la independencia y por la abolición de la esclavitud (Aplausos).

En honor a esa fecha, en recordación de los mártires y héroes de nuestra patria, en gratitud hacia los ciudadanos de otros países que en gesto de solidaridad sacrificaron sus vidas en la lucha por la independencia de Cuba, entre los que se incluyeron prominentes luchadores estadounidenses, y en reconocimiento fraterno al esfuerzo extraordinario de los incansables amigos que durante todos estos años han luchado en contra del bloqueo económico y en demanda de una política de respeto hacia Cuba, ratifico el compromiso solidario e inquebrantable de la Revolución Cubana con la causa de la justicia y del derecho de los pueblos a soñar y a alcanzar un mundo mejor, que es posible (Aplausos).

Hermanas y hermanos, este es nuestro saludo, porque esto es lo que hacen los mejores amigos cuando se encuentran después de mucho tiempo, o cuando —como es nuestro caso— traen la entrañable memoria de sus padres y de los amigos de sus padres.  Hoy con ustedes sentimos que aquí están presentes Fidel y Chávez (Aplausos).

¡Viva la Revolución Bolivariana de Venezuela! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva la Revolución Cubana! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva la amistad entre nuestros pueblos!  (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Hasta la victoria siempre!

Thank you very much.

(Ovación.)

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