El plátano, la yuca, el boniato y otras elementales viandas han subsistido frente a huracanes, sequía extrema, bloqueo financiero-comercial y crisis económica, gracias a un sistema de alerta temprana y a la consagración de agricultores y campesinos que han convertido a la provincia de Ciego de Ávila en una potencia del programa agroalimentario en Cuba. Sin embargo, no llegan a la mesa de la familia todos los frutos cosechados.
Trabajadores vio productos deteriorados y empleados descontentos en agromercados del municipio avileño de Ciro Redondo, por eso indagó: ¿Por qué suceden estas cosas en medio de cambios para el perfeccionamiento de la política económica y social del país? ¿Cómo es posible afectar el salario de los trabajadores en un sistema de acopio y distribución de alimentos que no acaba de “madurar”?.
El primero en responder las interrogantes fue José Miguel Yero, administrador del agromercado La Mandarina, ubicado en el centro del poblado de Pina: “Unos 15 quintales de plátano burro llevan aquí deteriorándose hace 30 días y como cinco meses más de mil 300 mazorcas de maíz, pero no puedo seguir bajándole el precio, pues ya están muy secas, y si las rebajo, volverían a penalizarme el salario porque la administración de nuestro establecimiento no quiere declarar las mermas, las cuales realmente existen y tenemos que asumirla los administradores de las placitas”.
Una joven llamada Yamisleidys Vitorte Rodríguez labora en el punto de venta número 8 El Limón, nombre muy a tono con sus pésimas condiciones laborales: “Este local es un horno, no tiene ventanas ni portal, los anaqueles están podridos, la pesa grande se la llevaron hace tiempo, por lo que recibo la mercancía a riesgo de tener faltantes, solo poseo esta pequeña para el pesaje de lo que adquieren los clientes”.
El único estante a “medio ganchete” exhibía raquíticos boniatos y plátanos burros a punto de pasar a la tercera calidad. Tantos problemas y la trabajadora paga los “platos rotos”: “El mes pasado no cobré un centavo y tampoco debo ganar ni una tierrita en el siguiente pago, pues el plan para julio era de 28 mil 200 pesos y la venta estuvo por debajo de lo planificado”.
“¿Que cuál es el quid de la cuestión en Acopio?, tal parece que los compradores van al campo a comprar por comprar porque hoy los productos tienen mala calidad. Por otro lado, demora la distribución, pues lo que traen pasa por la nave del establecimiento municipal y luego llega a las placitas”, subraya Yamisleidys.
Mientras que Raidel Cruz Ramírez, administrador en el mercado # 4, en Barrio Nuevo, considera que “al plátano vianda debe bajársele el precio porque está en plena cosecha en la actualidad y lo estamos vendiendo a 2.10 pesos cada libra, pero eso no depende de nosotros”.
Opiniones diversas de quienes compran, cocinan y saborean el producto final, se ofrecieron en los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) de la localidad.
“Los precios están elevadísimos y la calidad malísima”; “Aceptables son los productos hasta que pasan tres días en este caluroso local”, expresaron amas de casa que visitan el punto de venta en el barrio La Calera. “Los plátanos que acabo de comprar están buenísimos, como ven son frescos y por eso la gente los vuelan, supongo que sean de la empresa viandera La Cuba, pero a menor precio serían más sabrosos”, dijo un cliente en la placita La Col.
“Los agromercados debieran lidiar en la competencia porque son estatales y para que los productos que vienen por cantidades, como es el caso del plátano en estos momentos, no estuvieran por encima de los que ofertan los vendedores en las ferias y otras formas de comercialización”, sugirió un visitante en la placita # 5, La Mandarina.
Los derechos y deberes del consumidor están a la vista en los MAE, pero toca primero cumplirlos a la administración del Establecimiento Municipal de Acopio.
No se trata de asegurarle en el futuro no lejano al consumidor 30 libras mensuales por habitante, como perspectiva del programa de autoabastecimiento municipal, con boniatos contaminados con tierra, mermas que no se declaran y penalizaciones a los empleados, quienes ¿deberán vender todas las viandas, granos y frutas (las hortalizas brillan por su ausencia) a precios discordantes con las calidades reales de los productos en tarimas?
Por eso, Trabajadores volverá con el tema para indagar cómo se “cocina” en las oficinas algo más que la relación demanda-oferta-precio de alimentos en Ciro Redondo, cuyo municipio, por supuesto, no es la excepción en este tipo de desprotección al consumidor.