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¡Revolución! ¡Revolución! (+ Fotos)

Después del golpe del 10 de marzo de 1952, inmediatamente Fidel comenzó a combatir. “Primero a Batista; era un deber elemental, de oficio, por principio, denunciarlo, desenmascararlo, realizar toda la oposición contra el gobierno”. Ese fue el propósito del manifiesto titulado ¡Revolución no, zarpazo!, donde expresaba: “Hay tirano otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras”. Presentó además ante el Tribunal de Urgencia de La Habana un recurso de inconstitucionalidad en el que se declaraba ilegal al régimen que asaltó el poder.

Junto a Fidel un grupo de futuros moncadistas.

“Me dije —rememoró Fidel—: Bueno, esto ha dejado de ser un proceso político y va a ser un proceso de lucha armada. Hay que derrotar a Batista, y comencé, dentro del Partido Ortodoxo, a organizar, por ejemplo, células revolucionarias para la lucha armada”, relató.

“(…) Cuando comencé a organizar células revolucionarias en la juventud del Partido Ortodoxo, no lo hice para desconocer aquel partido o a sus líderes. Pensaba que dicho partido tenía más obligación que los demás, porque portaba una bandera, posiciones éticas, posiciones políticas honestas; no estaba corrompido, le arrebataron el poder, y creía que aquel partido, sus dirigentes y sus masas, desempeñarían un importante y decisivo rol en la lucha. Entonces, mientras no existía una dirección, una orientación, mientras los líderes no hacían nada, comencé a preparar cuadros, células de combate para llevar a cabo tal tarea, para que aquel partido estuviera en condiciones cuando los líderes decidieran iniciar la lucha”.

Fidel conoce a Abel

El 1.° de mayo de 1952, en un acto efectuado en el capitalino cementerio de Colón, en recordación del asesinato de Carlos Rodríguez, Fidel conoció a Abel, quien luego sería el segundo jefe del Movimiento 26 de Julio; y el apartamento de 25 y O, en el Vedado habanero, habitado por él y su hermana Haydée, se convirtió en el cuartel general de los revolucionarios.

Narró Melba Hernández que en aquella época muchos jóvenes comprendían cuál era su deber con la patria, pero no encontraban el camino para canalizar esas inquietudes. Cuando escuchó hablar a Fidel en una reunión que se hizo en el apartamento, ella tuvo la impresión inmediata “de que sabría guiarnos y que realizaría con éxito los planes que se proponía”. La vivienda de Melba en Jovellar 107 también se puso al servicio de la causa.

Ya para la fecha en que Abel y Fidel se conocieron, este llevaba semanas de intensa actividad en Prado 109, sede de las oficinas nacionales del Partido Ortodoxo, un lugar ideal para conspirar y hacer contactos debido a la gran cantidad de personas que a él acudían, por lo que no levantaba sospechas. Allí pulsaba criterios, e iba nucleando a jóvenes que coincidían con su valoración de la única salida posible a la situación del país.

El momento es revolucionario y no político

El grupo que se reunía en 25 y O contaba con un periódico mimeografiado que se llamaba Son los mismos. Fidel sugirió cambiarle el título por uno más combativo: El Acusador, y en un número especial que contó con 10 mil ejemplares, difundido el 16 de agosto, primer aniversario de la muerte de Eduardo Chibás, líder de la Ortodoxia, Fidel, ante la incapacidad y debilidad de la dirigencia del partido, la emplazó en el artículo Recuento crítico del PPC donde señalaba: “El momento es revolucionario y no político (…) la Revolución abre paso al mérito verdadero, a los que tienen valor e ideal sincero, a los que ponen el pecho descubierto y toman en la mano el estandarte. A un partido revolucionario debe corresponder una dirigencia revolucionaria joven y de origen popular que salve a Cuba”.

Esa dirigencia le correspondería a la Generación del Centenario que hizo suyo el ideario del Apóstol de la independencia cubana al cumplirse un siglo de su natalicio.

Martí señaló el camino

El 27 de enero de 1953, a las 11 y 30 de la noche, partió de la escalinata de la Universidad de La Habana hasta llegar a la Fragua Martiana la histórica Marcha de las Antorchas para esperar el 28, día en que se cumplían los 100 años del natalicio de José Martí. Dentro de los manifestantes se destacó un grupo cuyas antorchas se distinguían porque los palos que las sostenían estaban cruzados de clavos como una fórmula defensiva ante un posible ataque de la policía. Eran 300 hombres seleccionados entre los compañeros de Fidel, cuya perfecta organización, en medio de la multitud, llamó la atención de los transeúntes, algunos de los cuales comentaron que ellos eran los comunistas. Por la tarde volvieron a marchar tomados de los brazos y con disciplina ejemplar desde la escalinata al Parque Central gritando a una sola voz “¡Revolución! ¡Revolución!”.

Era mucho más que una consigna. Estaban decididos a cumplir el mandato del Héroe de Dos Ríos.

Tarja colocada en el local de Prado 109, en La Habana, donde Fidel realizó un intenso trabajo para captar a jóvenes dispuestos a combatir al batistato.

 

La Generación del Centenario desfiló en la Marcha de las Antorchas.

 

Un número importante de los asaltantes procedía de Artemisa, quienes tuvieron como uno de sus
centros de conspiración la logia Evolución.

 

Los revolucionarios recibieron entrenamiento en áreas de la Universidad de La Habana, en el Club de Cazadores simulando ser deportistas, y en diversas fincas.

 

Los revolucionarios recibieron entrenamiento en áreas de la Universidad de La Habana, en el Club de Cazadores simulando ser deportistas, y en diversas fincas.

 

El apartamento de Abel y Haydée en 25 y O.
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