Los quintos Juegos Centroamericanos y del Caribe se celebraron por vez primera en Sudamérica, (8 al 28 de diciembre de 1946, en Barranquilla, Colombia. Tras la renuncia de San José de Costa Rica para organizarlos, los colombianos, en su condición de primeros suplentes, asumieron la sede.
Sin embargo, el conflicto de la Segunda Guerra Mundial obligó a suspender la cita regional en 1942, año en que correspondía según el ciclo establecido de cuatro años. Fue esa la primera y única ocasión hasta nuestros días en que se dejó de efectuar estas fiestas, en tanto también por vez primera una ciudad que no era capital del país servía de anfitriona a las pruebas.
A pesar de los ocho años de receso forzoso, la lid contó con récord de países (13) y participantes (1540), en tanto el programa de competencias creció, incorporándose una de las disciplinas vedette en cualquier justa multideportiva, la gimnástica, mientras las damas entraron en acción por vez primera en el sóftbol.
República Dominicana, Curazao y Trinidad y Tobago debutaron en estos certámenes, donde esta vez se incluyó un concurso de Bellas Artes y un torneo de ajedrez. En el caso específico de Cuba, muchas sorpresas deparó Barranquilla en algunos deportes.
Fortún brillante y béisbol inesperado
El atletismo de los V Juegos reunió a una verdadera constelación de estrellas que acapararían titulares poco tiempo después durante los Juegos Olímpicos de 1948 y 1952. Entre ellas se encontraban el panameño Lloyd La Beach y los jamaicanos Arthur S. Wint y Herbert McKenley.
Sin demasiado caso a tales nombres, el bólido cubano Rafael Fortún brilló con sus dos primeras doradas en estas lides regionales al ganar las pruebas más rápidas del atletismo, 100 y 200 metros lisos. En ninguna de las dos especialidades, Fortún cedió terreno y liquidó a McKenley en el hectómetro (10,4 por 10,7). Dos días después hizo lo mismo con La Beach (21,6 por 21,7).
Una de los resultados más inesperado de la cita ocurrió en el béisbol, al caer al tercer lugar los favoritos peloteros de la Isla, que acumulaban cuatro coronas en línea. Las derrotas más costosas sucedieron ante un serpentinero local, Carlos Rodríguez, autor de sendas lechadas y guía del única título centroamericano de su país en este deporte.
Ante tal desenlace, las mayores alegrías las pusieron los voleibolistas con su primera dorada en estas justas; el ciclista Reinaldo Paseiro, oro en el kilómetro contra reloj; los gimnastas con 7 doradas y destaque para los hermanos Fernando y Rafael Lecuona; así como pesistas y esgrimistas, monarcas absolutos de los Juegos.
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