La noticia me tomó por sorpresa: “Nos evacuaron anoche de carrera, porque vivo a unos 15 kilómetros del volcán, en la ciudad de Escuintla. Lo que viví ayer es historia. Estamos a salvo”.
El otro mensaje fue más preocupante: “El domingo (al día siguiente de la erupción), en medio del lío, nueve de la brigada nos fuimos a ayudar a los evacuados”.
Ivis Noemis Torna Martínez, la más pequeñita y delgada de la familia, licenciada en Enfermería e integrante de la Brigada Médica Cubana de Operación Milagro, en Guatemala está viviendo una historia que ni soñaba: “En el momento de la erupción y el deslave del volcán de Fuego, la coordinadora de la brigada nos avisó, y orientó permanecer sin miedo pero alertas porque la situación era muy grave. Las primeras imágenes por la televisión y las redes sociales eran desastrosas y desgarradoras.
“Algunos subimos a la placa de la casa, desde donde vemos los volcanes que rodean el departamento de Escuintla. Pero el horizonte hacia donde se alzan majestuosos se tornaba envuelto en grandes nubes de ceniza y humo, y no se lograba ver el fuego.
“Este es mi gran acontecimiento. Sentí miedo en el momento de evacuarnos, cuando la idea del riesgo era más cierta; después que estaba lejos del volcán me dio por llorar, fue cuando el miedo dijo aquí estoy. Ahora el peligro son los constantes sismos.
“En la brigada tenemos unos compañeros que son muy valientes, dan mucho ánimo; ellos estuvieron en Pakistán, integraron la brigada Henry Reeve cuando el huracán Katrina, fueron a Venezuela, Guinea Ecuatorial y ahora les tocó esto”.
No logro imaginar a aquella muchachita que casi ni se veía entre los trillos de su Tayabacoa querido, un pueblito inhóspito y aislado del sur de Sancti Spíritus, por el cual pasa una línea de ferrocarril y una carretera con escasísimos medios de transporte y la luz eléctrica llegó años después de su nacimiento, donde pudo estudiar y acceder a la carrera que amaba: Enfermería.
Pero está en Escuintla desde el 29 de diciembre del 2017, con unas ganas inmensas de volver a Sancti Spíritus, provincia en la que quedó su única hija al cuidado de la abuela, aunque reconoce que “en situaciones como estas una crece en valores, profesionalmente y se ama más a Cuba”.
Anécdotas increíbles
“En horas de la tarde noche, después de la erupción, se escuchaban las ambulancias y carros de bomberos pidiendo vía hacia el Hospital Regional de Escuintla. Enseguida supimos que estaba colapsado el servicio de urgencia del hospital público recibiendo heridos, quemados, niños muy graves. Con las coordinaciones y el permiso necesarios nos trasladamos a la institución a mostrar nuestra disposición”.
En los días sucesivos, los médicos y enfermeros cubanos organizaron guardias cada dos días en el centro de evacuados de la escuela tipo Fundación José Martí, y al amanecer retornan a su actividad. Ivis Noemis se desempeña como enfermera de la línea preoperatoria del Centro Oftalmológico de la Misión Milagro, en Escuintla.
“El Centro se había convertido en un lugar terrible: el pánico estaba en las caras de la gente que llegaba, muchos tenían sus piernas llenas de arañazos de tanto huir en el monte. La mayoría buscaba entre ellos a sus familiares, pasaban un listado para encontrar a los desaparecidos”.
Los mensajes siguen llegando a través del chat de Facebook. Cuenta anécdotas que ella describe como increíbles: “En la segunda noche de mi guardia nos llegó una bebé de las familias evacuadas; pasaban las once de la noche y con solo 10 meses de nacida tenía fiebre de 40 grados y muchas diarreas.
“Le puse las medidas antitérmicas… como decimos en Tayabacoa: un baño de agua corriente (además de bañarla porque estaba muy sucia), seguí con compresas frías y le inyecté duralgina. La remitimos al servicio público del Hospital de Escuintla; la llevaron sin apuro alguno, aquí la mortalidad infantil no le quita el sueño a nadie.
“Luego de estar allá, los padres llamaron preguntando si podían volver con nosotros los cubanos, ya que no los iban a atender en el cuerpo de guardia.
“Pude ver que un menor de un año con peligro para la vida, que podía convulsionar, deshidratarse, en fin, morir, no es una urgencia en este país; así es la cara del capitalismo. Y volvieron con aquella tristeza en sus caras, esa miseria y estado de abandono.
“Otra noche le di mi toalla limpia, la que llevé para mi guardia, a una viejita parecida a otra que vive en mi pueblito, que se quedó sola y sin familia. Tenía neumonía y estaba allí acostada en una camita cerca de nosotros; en esta historia somos solo seis enfermeros”.
Tristeza y desesperación en los rostros
Otro de los momentos de mayor tristeza que ha vivido esta cubana en Guatemala fue el de las evacuaciones: ancianos, embarazadas, niños, en fin, la población haciendo largos recorridos por las carreteras. “En Cuba nos evacuan en guagua”, recordó porque ella vivía en la zona llamada aguas abajo de la cortina de la presa Zaza.
Lamentó también la muerte, a causa de las quemaduras, de “un pobre viejo que había sobrevivido al desastre.
“En la rotación de cada noche se queda un enfermero y un médico, y somos los únicos que hacemos guardia nocturna en los lugares para evacuados; los salvadoreños y mexicanos voluntarios se van en la tarde. Y hacemos las dos cosas, esta población guatemalteca reconoce a todo el personal de la brigada como médico, no hace distinción de nuestra profesión. Es muy cierto que un enfermero cubano bien preparado es más que un médico de este país.
“Será por la sensibilidad humana. La mentalidad del capitalismo hace la relación médico paciente distante y fría; les falta algo en la parte afectiva. Nosotros entregamos conocimiento con cariño. Por eso cada persona que atendemos o se opera con nosotros se queda asombrada de nuestra atención. Se pasan todo el tiempo diciendo: Que Dios los bendiga”.
Ivis, quien después de graduada en el 2003, laboró en varios servicios del hospital provincial Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, recordó que la mayor tragedia que había enfrentado antes había sido la atención a los pacientes politraumatizados víctimas del accidente masivo de un cochemotor en Tuinucu, donde viajaban algunos de sus familiares y personas de Tayabacoa, que fallecieron y ella conocía.
Lo último que me dijo fue: “Como ya llegó una brigada de médicos de refuerzo a esta zona, nosotros podemos comenzar las cirugías de cataratas, sin abandonar las guardias nocturnas”.
[box title=»El volcán de Fuego» box_color=»#d57f1e»]Está situado entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, al centro-sur de Guatemala. Es uno de los más impresionantes de Centroamérica, tiene una altura de 3 mil 763 metros sobre el nivel del mar, más arriba de la mitad está descubierto de vegetación. Forma una tríada con los de Agua y Acatenango, próximos a su base. Según fuentes consultadas la erupción ha perjudicado a casi 2 millones de personas, entre ellos muertos, heridos y desaparecidos, y ha sido catalogada como la más grande desde la ocurrida en 1974. [/box]