Una mujer cincuentona le hablaba a un pariente en el lobby del Hospital Hermanos Ameijeiras sobre su forma de fumar. Decía que su estilo de hacerlo no le hacía daño, y que a pesar de tener ese hábito desde los 14 años, ella está hecha una titi.
“A diferencia de mi hermana, que parece un tren soltando humo, yo jamás me lo he tragado ni he hablado mientras tengo el cigarro en la boca, y después de fumar me tomo un vaso de agua para que la nicotina no me haga daño en las vías respiratorias”.
El señor que la acompañaba le dijo que el cigarro no era bueno en ninguna de sus formas y que eso del vaso de agua era un invento suyo. Le contó que su abuelo era un hombre de campo, que tenía una vega grandísima por Pinar del Río y le encantaba mascar tabaco.
“¿Y se murió de cáncer de pulmón?” Preguntó ella medio dudosa, desconfiada.
“No, se cansó de vivir y murió de otra cosa”.
Hubo un tiempo de silencio entre los dos. Yo esperaba una reacción de ella, porque sabía que comentaría algo, lo que fuera, para justificar su visión como fumadora.
“Los médicos siempre dicen que el cigarro provoca el cáncer de pulmón pero hay un montón de gente que padece de esa enfermedad y nunca se ha puesto uno en la boca”.
Para corroborar un poco la idea de la señora, la Revista Cubana de Higiene y Epidemiología publica en uno de sus números que el tabaco está asociado con cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, estómago, páncreas, cuello uterino, riñón, uréter, vejiga, sistema sanguíneo y, especialmente, de pulmón.
Estudios expuestos en el número 44 de esa revista señalan que a las mujeres fumadoras se les suele adelantar la menopausia y tienen el doble riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón que los hombres; mientras que ellos, cuando se fuman una caja al día, aumentan en 40 % el riesgo de padecer de disfunción eréctil y eyaculación precoz.
La señora, que esperaba un resultado de alguna prueba en el lobby del hospital habanero, es de las tantas personas que despiertan con el buchito de café y el cigarro en la boca, y cuando no los tienen les duele la cabeza y el día es un puro pesar.
Desde que la escuché pensé en alguna alternativa que le sirviera para disminuir su adicción, hasta dejar el hábito de fumar. Ella no sabe que yo era periodista porque tampoco se lo dije. Quizá lea este trabajo y sepa que está dirigido a ella y a todos los que alguna vez han intentado dejar de fumar y no han podido.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, aclara que el tabaco mata cada año a más de 7 millones de personas; de ellas, más de 6 millones son consumidores del producto, y alrededor de 890 mil son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno.
Asimismo, la OMS, expone que en los adultos, el humo de otros causa graves trastornos cardiovasculares y respiratorios, en particular coronariopatías y cáncer de pulmón; entre los lactantes provoca muerte súbita, y en las mujeres embarazadas ocasiona bajo peso ponderal del recién nacido.
La misma Organización plantea que el tabaco es la principal causa de muerte posible de prevenir en el mundo, y se prevé que el consumo de este cause 450 millones de muertes en los próximos 50 años.
La que está hecha una “titi” es una de las tantas personas que reconocen el efecto negativo que les causa a su salud el hábito de fumar cigarros, y muchas veces tienen la obligación de dejarlo cuando por causa de este, los médicos los ponen a decir entre la vida o la adicción de soltar humo.