“Es mejor que siempre se hable, que siempre se discuta, es mejor que siempre haya opiniones, es mejor que se manifieste cada uno”, expresó Lázaro Peña sobre la necesidad de que en las reuniones sindicales todos se manifestaran franca y libremente. Ese es un principio que debe caracterizar a las asambleas XXI Congreso de la CTC que ya se iniciaron en los colectivos laborales.
Se trata de un colosal ejercicio democrático de millones que medirá el pulso en torno a temas cardinales del quehacer sindical y laboral contenidos en el documento Bases para el Fortalecimiento de la Misión del Movimiento Sindical Cubano.
Someter a consulta decisiones medulares del país ha sido una práctica de la Revolución, basada en que los protagonistas de nuestra sociedad son los trabajadores y el pueblo.
Mientras en otras naciones las crisis se solucionan apelando a terapias de choque decididas en las cúpulas del poder, aquí, en lo más duro del período especial, se recurrió a los denominados Parlamentos obreros, que recogieron el parecer de las masas laboriosas que el Estado tomó en cuenta para adoptar las medidas que nos permitieran salir adelante en aquella difícil coyuntura. Antes de poner en vigor nuestra primera Constitución Socialista hubo un amplio proceso de discusión del que surgieron numerosas modificaciones, de las cuales se nutrió el texto final sometido a un referendo que tuvo la aprobación de la inmensa mayoría de los cubanos, experiencia que viviremos próximamente con el Anteproyecto de nueva Carta Magna.
Las más importantes leyes, entre estas el Código de Trabajo, se han puesto a la consideración previa de los trabajadores, y extensos sectores de la sociedad han aportado criterios a textos de tanta trascendencia como los documentos de los congresos del Partido.
Este proceso que se ha iniciado en los centros laborales nos recuerda la vasta y fecunda discusión que antecedió al XIII Congreso de la CTC, lidereado por Lázaro Peña, del que se cumple en este año el aniversario 45.
Y es que la democracia en esta tierra no es un concepto vacío, sino una realidad demostrada con hechos, de que la opinión de todos vale a la hora de tomar decisiones.
Con un ejercicio democrático tan masivo como el de las asambleas XXI Congreso, ¡cuánta inteligencia colectiva y experiencia de los trabajadores pueden nutrir las sesiones finales de la cita!
Porque en este proceso hay tres palabras clave: participación, aporte y compromiso. No se trata solo de convocarlos para que asistan a estas reuniones, sino de crear las condiciones para que cada quien pueda expresar sus ideas, no quede un asunto sin examinar ni una inquietud sin aclarar, y si los problemas no pueden tener solución inmediata, debe dárseles una explicación. Corresponde a los dirigentes sindicales organizar las asambleas de manera tal que estos permitan la canalización de las opiniones y propuestas valiosas con el fin de que se conviertan en una contribución del colectivo a la solución de las dificultades.
En los debates deben imperar, por parte de los cuadros sindicales, los argumentos, la persuasión, para convencer sobre cuál es el camino o la política correcta. De lo que se trata, como también subrayó Lázaro Peña, es de sumar, de ganar a todos. Y en estos tiempos ello es esencial para lograr los objetivos que la nación se ha trazado en la actualización del modelo económico y social cubano.
El análisis de las Bases para el Fortalecimiento de la Misión del Movimiento Sindical Cubano constituye una oportunidad para los cuadros sindicales y los trabajadores de adentrarse, entre otros temas, en el funcionamiento sindical; ya que, como refirió el secretario general de la CTC, Ulises Guilarte De Nacimiento, los trabajadores “necesitan y abogan por la existencia de un sindicato más apegado a su misión de representar y defender, con mayor participación en los espacios decisorios”.
El documento invita a profundizar en la aplicación del Código de Trabajo, el papel de los convenios colectivos, los procesos de reordenamiento laboral, el imperativo de diversificar las producciones físicas, potenciar los renglones exportables, sustituir importaciones y elevar la calidad del proceso inversionista; la insuficiente capacidad de compra del salario y las pensiones, las complejidades de la dualidad monetaria y la necesidad de incentivar las cualidades éticas y morales que deben caracterizar a los trabajadores cubanos, lo que trae aparejado el enfrentamiento a las indisciplinas, el delito y la corrupción.
Este paso del proceso orgánico pondrá al sindicato en mejores condiciones de ejercer su papel en el complejo escenario económico del país, manteniendo la unidad como principio clave.