Pérdida que frena

Pérdida que frena

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Una herramienta muy valiosa no está en el pañol. Lamentable pérdida en el preciso momento en que Cuba la necesita para calibrar los mecanismos del proceso de actualización del modelo de gestión económica.

 

Muchos años ajustó “tornillos” hasta que las “tuercas” se fueron de rosca. Testigo de ello fue un otrora hacedor de normas, quien desmotivado por la anulación de su oficio en la plantilla de cargos, tiró los libros en la papelera del olvido.

Y es que el normador ya no convive en el entorno laboral. La normación del trabajo fue subestimada y relegada con la llegada del período especial, no obstante ser más que el motor de arranque de la productividad y la eficiencia, ambas con reservas por explotar en la actualidad cual estribillo de rutina, pero con apego a la verdad, en el presente proceso del XXI Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba.

Tal vez el rigor de la especialidad suscitó su ruptura en centros de trabajo porque abrumó a empresarios los tipos de fórmulas, especialmente las dirigidas a calcular la norma de producción (rendimiento) y la norma de tiempo; los muestreos, los cronometrajes, las fotografías individual y colectiva, entre otras técnicas utilizadas para detallar las posibilidades productivas reales de un trabajador.

Ahora pulula el facilismo. Un cálculo desde la guardarraya supone que el campo debe tener tantas toneladas por hectárea, y en el centro del surco, ¿cuántos espacios estarán vacíos? Una chapucería engañosa que ha enyerbado los estimados agrícolas en las últimas zafras azucareras, en las cuales natura no ha sido totalmente culpable.

El asunto también da bandazos por caminos de hierro. Aunque hay excepciones estimables como el de la unidad avileña Ferroazuc, donde mantienen vigencia los catálogos de las tradicionales normas. “Más sabe allí el diablo por viejo”… para no caer en desatinos económicos, tales como el exceso de utilidades y el pago sin respaldo productivo.

Tampoco la empresa Cepil ha disuelto en sus equipos los patrones normativos. Una combinación de arraigados y novedosos métodos facilitan las buenas prácticas dirigidas a normar más de mil escobas plásticas por máquina en una jornada, de acuerdo con las condiciones técnico-organizativas, para colocarlas en la preferencia de los clientes.

Sin embargo al ser la normación la expresión de los gastos de trabajo vivo necesarios para la ejecución de una actividad laboral, múltiples factores objetivos y subjetivos han frenado su desarrollo casi desde el origen de esta actividad. Por eso, el divorcio entre la organización y la normación del trabajo ocasiona secuelas: normas con altos sobrecumplimientos y planes incumplidos; producciones que se vuelven más atractivas para el trabajador porque las normas de rendimiento calculadas para estas no son tan tensas; producciones que se rechazan porque las normas establecidas exigen un mayor grado de intensidad del trabajo.

Emplear la norma solo para fijar un sueldo conlleva frenar el desarrollo de las fuerzas productivas y el rechazo del proceso de revisión de dicha norma, ya que su incremento significa una disminución del salario a destajo.

Ni regalar el dinero, ni poner al trabajador entre la espada y la pared. De hacer y aplicar normas útiles y justas se trata.

Acerca del autor

Licenciado en Comunicación Social. Economista y periodista. Escribe sobre asuntos económicos, agropecuarios, de la construcción y la cultura. Multipremiado en concursos de periodismo, festivales de la radio y otros eventos. Atesora las distinciones Félix Elmuza y Raúl Gomez García, los sellos Laureado y 50 aniversario del periódico Trabajadores, y la Moneda Conmemorativa 60 aniversario de la UPEC.

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