Con el último out del partido Las Tunas-Isla de la Juventud en la final del Campeonato Sub-23, bien pudo inscribirse el 23 de junio como el día más importante del deporte en ese territorio insular. El suspiro de victoria y la lección de que se puede ser campeón aunque muchos no lo pronostiquen, merecían esa fiesta en el estadio Cristóbal Labra, a pesar del fútbol, el sol y las deudas.
Sí, porque los pineros habían estado a las puertas de un éxito mayor con su equipo élite en la 54 Serie Nacional. Y esa deuda quedó entre ellos hasta que los jóvenes piratas del mentor Dioel Reyes la saldaron frente a unos talentos leñadores tuneros, quienes imitaron a sus mayores con una plata y volvieron a ratificar la buena salud del béisbol en esa provincia.
Dentro de las imágenes más complacientes dejadas por los nuevos campeones está la unidad del grupo para no ver nada imposible. Así derrotaron a Cienfuegos en una semifinal que apuntaba por números a los sureños; así llegaron al Balcón del Oriente cubano por una sonrisa que les permitiera regresar abrazados a su cuartel general; y así lo apostaron todo en el séptimo inning del juego conclusivo, que fue el de la suerte, pero también el de la victoria total.
Por supuesto, José Luis Bring, Jhony Hardy, Eliseo Roja, Luis Ángel Roja, Jonathan Carbó, Raúl Guilarte, Luis Miguel Rodríguez y Yainel Zayas son nombres imprescindibles de mencionar, pues tanto con el madero como desde el box se erigieron líderes de un grupo de muchachos que, con total seguridad, asumirán en muy breve tiempo un papel protagónico entre los Piratas de José Luis Rodríguez. Y nadie se asombre si ocurre en la venidera campaña.
El objetivo de la Sub-23 vuelve a cumplirse, a pesar de la lluvia tardía, el espectáculo pendiente y los errores técnicos y tácticos. Una idea comienza a arrimarse con fuerza: ¿por qué no un todos contra todos aunque sea una vuelta con semifinal cruzada?
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